Isla Sirgadero.
El río Santa Fe al medio, la ciudad arriba y la Isla Sirgadero abajo. Foto: Hernán Retamoso.

En el marco del “Parlamento del Paraná”, el arquitecto paisajista Paulo Chiarella presentó dos propuestas ambientales de punta para renovar la región: la incorporación de los “humedales urbanos” en la planificación de la ciudad y la constitución de un gran parque público ambiental en la isla Sirgadero.

La historia de la ciudad es inseparable de su relación con el agua. El Salado y el Paraná, y sus humedales, rodean el casco urbano. Con los años, diferentes políticas de avance de la ciudad y de uso del suelo fueron modificando los paisajes ribereños como el de la isla Sirgadero. Casi siempre, con una perspectiva que hace invisible los beneficios que ese mismo paisaje entrega.

Para decirlo más rápido: las defensas y sus taludes, los bajos habitados por santafesinos desplazados y sin recursos para comprar tierra en zona seca, los rellenos con basura, autorizados o clandestinos, la mayoría de las veces, los fuegos de las quemas para que el ganado tenga yuyo bajo y verde. La isla vista como un lugar para obtener renta inmobiliaria como sea. El resultado fue una progresiva degradación ambiental y la exposición de la población a la fuerza de los ciclos de la naturaleza. Un día, la creciente grande volverá.

¿Qué sería hoy de Playa Norte si hubieran existido mejores herramientas legales para evitar que los volquetes de Mallozi crearan un gigantesco basural clandestino de tres hectáreas dentro del humedal? ¿Cómo se podría haber abordado más rápidamente el desastre del volcadero de Rincón, que terminó contaminando con residuos sólidos urbanos a la laguna?

En el marco de ciclo de conferencias públicas llamado “Parlamento del Paraná”, se presentó una propuesta que introduce dos innovaciones: incorporar los humedales, como tales, al Reglamento de Ordenamiento Urbano (ROU) de Santa Fe y, además, convertir en un enorme parque público metropolitano de reserva ambiental a los terrenos no habitados de la isla Sirgadero.

El ejemplo de la isla Sirgadero

Las propuestas fueron presentadas por el arquitecto paisajista Paulo Chiarella. El encuentro se realizó este jueves 4 de diciembre, en el Museo de la Constitución, y congregó especialistas de talla internacional, convocados por la Universidad Nacional del Litoral, el Gobierno y la Municipalidad de Santa Fe y el Gobierno de Entre Ríos.

El objetivo del “Parlamento del Paraná”, que tiene una próxima jornada el 11 de diciembre en la Sala Mayo de Paraná, es poner en el centro del debate los modos en los que cultural e institucionalmente hemos pensado nuestros ríos y qué efectos han suscitado estos discursos, con el objetivo de impulsar la construcción de propuestas innovadoras que permitan reconfigurar el futuro de estos ecosistemas estratégicos.

Rodeada por el río Colastiné, el canal de acceso, el río Santa Fe y los vestigios del riacho Santa Fe (taponado por un puente construido para acceder a la descarga cloacal de la ciudad), la isla Sirgadero es inseparable de la larga historia urbana de nuestra región. Barrios como La Vuelta del Paraguayo, Colastiné Sur, Alto Verde y La Boca están emplazados en sus riberas. Proyectos inmobiliarios faraónicos y excluyentes se han trazado para sus costas. Y un relleno de volquetes, otro más, está avanzando sobre sus albardones y lagunas.

Justamente, por esa relación con la ciudad, para Chiarella esa isla es un ejemplo de “humedal urbano”, una forma específica de humedal, una suerte de espacio de transición o interfaz entre el cemento y los carpinchos. Son lugares donde la presencia humana ya modificó estructuralmente “las dinámicas presentes a escala del paisaje y en los niveles de composición de flora, fauna, interacciones biológicas”, pero que poseen una “fuerte funcionalidad respecto a procesos propios del metabolismo urbano, en su dimensión social y ambiental”, señala Chiarella. “Tienen una relación de interdependencia de lo urbano y lo insular, que explica estructuralmente la dinámica de los flujos de materia y energía presentes en el sitio”.

“Necesitamos integrar los humedales urbanos en las políticas y prácticas de la planificación y gestión urbana. Y es un enorme desafío, porque en general sabemos cómo gestionar los humedales naturales e incluso cómo ordenar las dimensiones de su discusión en torno a la conservación. Pero los humedales urbanos presentan desafíos diferentes, que no están presentes en la mayor parte del territorio de humedales y por ello es necesario pensar una forma de gestión y una conceptualización diferente a la que hemos logrado para las áreas predominantemente naturales”, precisó en diálogo con Pausa.

En amarillo, el humedal urbano de Isla Sirgadero, donde se podría emplazar un Parque Metropolitano de Reserva Ambiental. En rojo, los barrios habitados. Grafica Flavio Giarratana.

Estas propuestas que fueron presentadas en el “Parlamento del Paraná” fueron fruto de discusiones y debates previos en diferentes ámbitos. En primer lugar, una serie de conversatorios que se vienen desarrollando en el Colegio de Arquitectos de nuestra región. También, en la Red Argentina del Paisaje, donde Chiarella coordina la mesa humedales, que reúne a especialistas de todo el país. Finalmente, está el Grupo de Estudios sobre Renaturalizacion Urbana (GERNat), un nucleamiento multidisciplinar santafesino dedicado, entre otros temas, a pensar los humedales urbanos en su complejidad.

Una herramienta para la planificación

Actualmente, territorios como la Sirgadero son catalogados por el ROU como “Rural anegadizo”. Como se señaló antes: tierra para explotar, de condición riesgosa y baja rentabilidad. Los procesos de apropiación y uso de esas extensiones son variados. Allí van a parar los excluidos de la tierra seca, en comunidades que ya tienen lazos centenarios con el lugar. Allí también el poder inmobiliario quiere hacer negocios, que usualmente implican degradaciones ambientales irreversibles, sobre todo cuando no los ordena un proyecto colectivo de restauración y desarrollo.

–¿Qué diferencia produce entender estos espacios como humedales urbanos en lugar zonas rurales anegadizas?

–En nuestros humedales urbanos viven comunidades con una larga historia de convivencia con esos territorios que les dieron cobijo. Por ello mismo les asiste el derecho a la ciudad, por lo demás ya consagrado en la Constitución Provincial. Propongo a humedales urbanos como nueva figura para la planificación y ordenamiento del territorio porque son justamente territorios fuertemente transformados por el metabolismo urbano y sometidos actualmente a las más variadas presiones de transformación, que requieren un tipo de gestión mucho más compleja, interdisciplinaria y participativa que la que asociamos habitualmente a las reservas naturales.

–La isla Sirgadero es como un ejemplo claro en este sentido.

–Esa isla contiene en su interior geoformas bastante conservadas, donde se destacan sus lagunas interiores. Sus comunidades tienen una historia de luchas, de clubes, de asociaciones, un acervo cultural que sostienen. El objetivo es crear una herramienta para que las iniciativas se articulen con la población local proponiendo formas de desarrollo compatibles con la conservación y el progreso de las comunidades en su territorio, como el caso del turismo comunitario.

–Son muchos intereses los que hay en juego.

–Las características actuales de la realidad jurídica y dominial del sector confluye con la creciente conflictividad que se agudiza en su territorio, con rellenos ilegales y proyectos inmobiliarios incompatibles con el sostenimiento de funciones ambientales básicas. Es necesario restaurar aspectos de la dinámica del agua en ese tramo del humedal. Es un territorio vivo, que podría ser pensado como un gran espacio público con capacidad para producir los recursos que se requieren para restaurarlo. El bajo valor de la tierra, regulada como rural anegadiza, hace posible la expropiación de algunos sectores con fines de reordenamiento y planificación de su desarrollo como espacio público metropolitano.

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