Misoginia en letras de molde

Un ensayo acerca del machismo editorial en el diario El Litoral.

El diario de Santa Fe no afloja. Parece estar dispuesto a la misoginia más retrógrada desde su política editorial. Perdón, no lo parece: lo está. El pasado 30 de mayo, se publicó en dicho periódico una nota de opinión titulada “Acerca del cupo femenino en política y entidades sociales”. En la misma se intenta una “reflexión” sobre la ley que garantiza que las listas partidarias cuenten, como mínimo, con un 30% de participación femenina. En realidad, la nota se asemejaría más a un panfleto machista que enaltece valores esencialistas que solo favorecen la consolidación de la hegemonía del varón por sobre la mujer, no solo en la vida política, sino también académica y profesional. En este artículo, que está basado en el análisis del discurso, voy a tratar de abrir interrogantes, preguntas, inquietudes y algunas reflexiones críticas sobre este editorial publicado por El Litoral. Para ello, me valdré de las citas al propio texto.

El artículo arranca así: “Es increíble que las mujeres hayan logrado una ley que determina que en los cargos electivos deben participar con un treinta por ciento sólo por pertenecer al género femenino.

Me intriga saber qué le parece increíble al diario. O bien, por qué es increíble que las mujeres hayan conquistado un derecho político. ¿Porque las cree incapaces de luchar por sus derechos? ¿Porque todavía piensa desde una lógica que dictamina que las mujeres son el sexo débil? ¿Qué le cuesta creer del logro de las mujeres? ¿No lo puede creer o no lo desea y eso es lo que le resulta, no increíble, sino inadmisible? Veamos si en lo que sigue podemos encontrar una respuesta.

El editorial continúa con lo siguiente: “De hecho, la Ley del Cupo Femenino que fija dicho porcentaje es inconstitucional, por cuanto la Constitución Nacional dice claramente que podrán elegir y ser elegidos los “ciudadanos” y lógicamente el término es genérico y se refiere a hombres y mujeres en igualdad de condiciones. No existe discriminación de género.”Desde el postestructuralismo en adelante ya sabemos que toda lógica tiene un contexto y que por ello no existe solo una lógica. El Litoral debería sincerar su lógica editorial, es decir, la que atraviesa este párrafo y toda su opinión; que no es ni más ni menos que una lógica patriarcal y machista. La del varón. ¿Por qué? Porque se simplifica, totalizándose en un sintagma de género a ambos géneros (como si solo existieran dos). Una lógica que no discrimina diría “ciudadanos y ciudadanas”, o, muchísimo mejor, “ciudadanes”. Así que, nos guste o no, la lógica constitucional aparentemente está discriminando, por lo cual habría que actualizar el vocabulario de nuestra queridísima Constitución para que no quede presa de una lógica que discrimina.

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El epistemólogo Gastón Bachelard afirma que el pensamiento crítico nunca es claro o transparente, porque la verdad se encuentra siempre por detrás de aquello que se nos presenta inmediatamente a los sentidos, a la mera opinión. Bueno, para el diario de Santa Fe, Bachelard no tendría razón. Según dice el artículo: “Claramente, a las mujeres no se les puede poner límites numéricos, porque ese límite sería una discriminación.” Lo que para mí es claro es que el límite se le impone al cupo masculino y no al femenino, no sé qué opinan ustedes.

También me resulta bastante claro que, al parecer, lo que el texto muestra es que le está molestando que los límites son sobre el autoritarismo y la totalización masculina. Digo, ¿qué límite, hasta ahora, tenía el partido político para presentar una lista compuesta íntegra y totalmente por varones? Claramente, o no, ese es el origen de este texto misógino: jode que al macho se le diga que no. Pero como yo adhiero a Bachelard, antes de afirmar algo categóricamente, preferiría ponerlo entre signos de pregunta. Pero no seamos tan academicistas. ¿A ver qué sigue?

Las mujeres, hoy, formalizan movimientos en reclamo de un mayor porcentaje de participación en la actividad política y, en el mismo sentido, se manifiestan como miembros en los Consejos Directivos de las Entidades Sociales. Pero es necesario reconocer que dichos espacios se logran con participación, no con relaciones.”¡Qué lástima que la arruinó con la segunda oración! Yo ya estaba celebrando que las mujeres hacían oír sus reclamos y que eran escuchadas satisfactoriamente, como corresponde. ¿A qué se referirá con “participación, no con relaciones? ¿De qué tipo de relaciones habla? ¿Sexuales? ¿Familiares? Porque la participación es, en efecto, un tipo de relación social, comercial, política, etc. El artículo aquí omite el tipo de relación para que el lector, acostumbrado mentalmente a asociar relación con sexual, intuya que la mujer “trepa” gracias a su “esencia sexual”. No es que yo sea prejuicioso o sexópata, eh. Uno escucha a un tipo hablar de una mujer que supo llegar a puestos de poder en una institución y lo primero que le comenta al que tiene al lado en el bondi es: “¿a cuántos se habrá garchado para llegar, eh?” O, “seguro que le hizo un pibe al hijo del jefe”. Enfaticemos en el “le hizo”, porque ellas, las yeguas sátiras trepadoras, siempre nos hacen de todo, pobres de nosotros machos inocentes que caemos en la tentación, amén. No, en serio: es una estrategia textual (a que leyó “sexual”), decía Umberto Eco: dejar espacios en blanco para que el sentido común del lector modelo de mi texto lea e interprete lo que el texto quiere que se interprete, y para eso se apela al sentido común del lector, no a su sentido crítico.

Querido/as lectores/as, voy a comentar el siguiente párrafo con todo el respeto que este horrible editorial me merece: “Con el respeto que merecen las mujeres, pregunto, ¿por qué no valoran la mayoritaria participación en las universidades, como profesionales, en las empresas?” Este párrafo es pequeño pero jugoso, sí. Vayamos por parte, dijo Jack. “Con el respeto que merecen” tiene el mismo efecto que “Sin ánimo de ofender”. ¿Hace falta aclarar que alguien merece respeto? Incluso quien violenta al lector crítico con estas palabras lo merece, así que la introducción al párrafo denota lo contrario: no merecen ningún respeto; y tiene la intención de ofender.

En segundo lugar, como dice un comentario al artículo que me hicieron leer, la presencia no implica de por sí jerarquía o excelencia. Menos aún respeto. ¿Qué lugar ocupa predominantemente la mujer en esos ámbitos mencionados? ¿Rectora? ¿Decana? ¿Profesora designada? ¿Contratada? ¿Estudiante egresada? ¿Personal administrativo o de mantenimiento? Mismas preguntas para el rol en las empresas.

Lo anterior podría articularse con el siguiente fragmento de la nota: “En las universidades, es destacable la presencia de la mujer: en la medicina, en la odontología, en las farmacias, las enfermeras, las docentes en los distintos niveles de enseñanza, las abogadas, las juezas, las científicas, son absolutamente mayoría y lo logran con su directa capacidad e intervención.” Vuelvo a insistir: presencia no es sinónimo de respeto o reconocimiento. Segundo: ¿por qué es destacable que la mujer vaya a la universidad y egrese con un título profesional? O, mejor aún, ¿por qué sería destacable a comienzos del siglo XXI todavía? ¿No debería ser algo que nos pase de largo y deje de llamarnos la atención? ¿No debería ser ya la norma actual y no lo relevante? Si sorprende o es “de destacar” se entiende el primer párrafo del texto, o sea, que sea “increíble” que las mujeres hayan logrado un derecho que las acerca a los derechos que el varón posee desde hace más de 100 años, como mínimo. Entonces, si aún es destacable que las mujeres gocen de las mismas facultades y capacidades del varón, es porque entonces, este editorial haría suponer que la mujer no goza de dichas características.

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La experiencia del cupo femenino dejó bien en claro que las mujeres que pudieron ingresar en las listas de los partidos políticos fueron las esposas de los dirigentes de dichos partidos, algunas familiares y unas pocas conocidas de los políticos. Ninguna mujer pudo ganar su espacio en elecciones internas, por la participación en la vida política (…) ”Subrayé a propósito “ninguna” por lo siguiente: estimo que aquí el editorialista manejará datos estadísticos certeros extraídos de alguna fuente que omite citar. De otro modo, debería decirse que esta sentencia es, como mínimo discutible, y como máximo condenable, en la medida que se basa en un dato que es falaz e incomprobable. Continúa el párrafo: “(…) por cuanto los partidos se refugian en las Paso, que también son contrarias a la Ley y los Estatutos de los partidos políticos. Entonces, podemos concluir que esas mujeres aceptan ser nominadas en listas que representan a una democracia partidaria inexistente, o sea son parte de un fraude.” Los primeros políticos partidarios de nuestra Nación eran casi todos hijos de, sobrinos de, nietos de, etc., etc., etc., y no me equivoco al usar solo el género masculino: eran todos varones porque las mujeres siquiera podían pensar en la posibilidad de participar. Lo cual me lleva a pensar en una suerte de contradicción lógica: si no se incrementa por ley la participación de las mujeres en las listas partidarias, ¿cómo van a demostrar su capacidad en dicha actividad, cuando, dejado al libre albedrío de los varones, ellos deciden que las mujeres ocupan puestos “sábanas” en las listas con suerte y solo para quedar bien?

¿Se acuerdan que el año pasado se hizo viral una excelente crítica a la lógica meritocrática? ¿Sí? Bueno, El Litoral parece que no: “La mujer no necesita de cupos; tiene su propia existencia y, a través de su esfuerzo y dedicación, deberá jugar en las ligas mayores por su propia cuenta.

Sí necesita. Y necesita que la ley se los garantice para que, puestos en correlación de fuerza, el varón no se la lleve por delante o no opere a capricho. Y de la desigualdad en la correlación de fuerzas entre varones y mujeres tenemos sobradas estadísticas. ¿O tenemos que mencionar de nuevo que cada 18 horas muere una mujer asesinada en Argentina solo por ser mujer?

Por otro lado, y afortunadamente, ya es popular la crítica a la meritocracia descontextualizada. Sabemos que con el esfuerzo y la dedicación no alcanza; que no siempre llega el mejor (Macri es presidente, ¿necesitamos otro ejemplo?). Que a la capacidad y al esfuerzo hay que estimularlo con condiciones propicias para su óptimo desarrollo. No es lo mismo que se esfuerce la niña rica a que se esfuerce la niña pobre, y esto lo sabe el opinador, pero conviene no recordarlo. Entonces, en una sociedad y cultura machistas, el esfuerzo de la mujer no es condición suficiente para garantizarle el acceso a sus derechos. De hecho, el varón se esfuerza mucho menos, ya que no necesita tener asegurado su lugar en una lista partidaria por ley, entre otras cosas.

Esta reflexión es con todo el respeto que se merece la mujer y su dignidad.” Respeto y dignidad que esta reflexión insulta de manera explícita y desde el sentido común machista y misógino más básico, violento y obsoleto de todos. Y que por ello yo no respeto ni un poquito.

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