Mandame un Whatsapp

El otro día lo acompañé a Perrolaucha a su doctora amiga, Eugenia, y mientras nos despedíamos, una referencia a Gastón, su pareja y también amigo (pero mío, no de Perrolaucha), nos condujo a hablar de las tecnologías de la comunicación y, específicamente, del Whatsapp. No discutimos si es bueno o malo, conveniente o no, porque sabemos que lo es de acuerdo al uso que se le dé. Es una herramienta y se la juzga por su utilidad, doña. Lo que hicimos fue solo quejarnos de todo lo que nos molesta del Whatsapp, que es mucho más divertido… Y, además, está justificado que nos moleste.

Lo primero que nos jode del Whatsapp son los que no tienen Whatsapp. Gente: evolucionamos. Así como celular mata teléfono fijo; Whatsapp mata mensaje de texto. Es más cómodo, es más rápido y se gasta menos. Prueben y verán… y si no, no jodan o no digan “eh, pero nunca me entero de nada porque todo lo escriben por Whatsapp”. Y sí ameo, ¿qué pretendés, un mail?

La cosa con estas personas no sería un problema si solo fuera que no tienen Whatsapp. Pero siempre hay un pero, claro. “Che, ¿querés que le mandemos un audio a Ludmila desde tu teléfono?”. “Escribile a tal, vos que tenés ese coso. “¿Para qué voy a comprarme uno con eso si no lo sé usar?”. “No, es que para mí el celular arruinó las comunicaciones entre las personas”...

¡Entonces no me pidas que mande mensajes por vos si no querés aniquilar a la humanidad con un audio de 15 segundos! Mi papá es así. Y lo nombro porque si no se queja de que no lo nombro. Sí, ¿a qué no saben de quién heredé mi vedetismo?

Pero volvamos a nuestro asunto. Esas personas son como las que no compran puchos para fumar menos pero le fuman el atado entero al nabo que sí los compra. Chicos, en serio: Macri. Están caros los puchos. Se acabó la solidaridad entre los cáncer a futuro.

Tema audios. Es lo mejor que le pudo pasar a la especie humana después del fuego y del cacao El Quillá. Y miren que yo soy un hombre letrado. Pero, más que todo, soy bastante garralapapla y, si puedo evitar teclear, lo voy a hacer. ¿Cómo es posible que a alguien le moleste que le manden un audio? ¿Cómo puede ser que prefieras escribir mientras caminás o mientras mirás La casa de Papel (que está más sobrevalorada que la milanesa) a escuchar y hablar? O sea, es una cuestión de productividad. Es racionalizar el tiempo… y no te arriesgás a caerte en la calle o llevarte puesto un poste de la luz, cosa que a mí nunca me pasó, obvio.

O te ponen condiciones de extensión de los audios: “si dura más de 30 segundos no lo escucho”. ¿Pero quién sos? ¿James Bond? ¿Tan ocupada tenés la agenda que no podés escuchar un minuto a un amigo? Al margen, me gustaría saber cuánto tiempo tardan en escribir 27 líneas seguidas para responder a un audio que dura 45 segundos. ¿Lo hacés en menos tiempo? ¿Ah, sí? Qué bueno, nunca me contaste que tenías un doctorado en taquigrafía. Y cuando digo 27 líneas quiero decir 27 veces el celular sonando cada 3 segundos. Les juro que hacen eso y me dan ganas de ser mi papá que tiene desenchufado su teléfono fijo para no escucharlo sonar. Sí, ubicarlo es más difícil que ganarse el Quini.

¿Cómo puede ser que de todo haya un grupo de Whatsapp? El grupo de los amigos de la peña; el grupo del fútbol 5; el de la cátedra; el de los padres del jardín; del consorcio; del trabajo; del trabajo pero sin el jefe para poder putearlo en paz; del círculo de amantes del cine esloveno de la década del ’40; del Pausa (ya me fui como cuatro veces y me vuelven a agregar); ahora quieren hacer uno del instagram del Pausa (ya me fui antes de que lo crearan, pero el Instagram es @periodicopausa) y así ad infinitum. Para todo. Bueno, yo no estoy en ninguno. Tengo cinco grupos nomás. En tres de ellos somos solo cuatro personas… y tres se repiten en todos los grupos. Tenemos menos noción del ahorro que Ricardo Fort.

Hay personas que son miembros de no menos de 30 grupos. Y se quejan de no menos de 28 de ellos. ¿Para qué se quedan? Mi hipótesis es que se quedan porque les gusta quejarse. O porque son chismosos. Algunos me han dicho que porque no quieren que los vean irse. Aprendan magia si les da culpa: bombita de humo y ¡Shazam! A los dos días nadie se acuerda.

Ah, y si quieren mantener buenas relaciones con la familia, ya saben lo que tienen que hacer, ¿no? Nada de grupos de Whatsapp y, en lo posible, acceso restringido al resto de las redes sociales. Porque, si hay grieta, es ahí, en la familia, siempre. Así que, sin saber de sus vidas, los familiares son sujetos muy agradables.

Llegó el momento de lo incómodo: todo lo que se habla y difunde por los grupos de Whats… ¿Cómo que no queda más espacio? ¿Ya se terminó la columna? Pero me quedan como cuatro renglo… ¿No? Pero me faltaba lo de la expiación y tod… Bueno. Nos vemos la próxima.

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