Naranpol, a manos de sus trabajadores

La recuperación autogestiva de la fábrica se acerca tras la
quiebra y el debate por la expropiación.

Por Juan Pascual
Cristian Farieri es un urso. Tiene una cara grande, hombros
grandes, manos gruesas y es alto. Y es el delegado sindical de la planta
santafesina de Productora Alimentaria, la empresa que producía las bebidas con
la marca Naranpol. El 26 de octubre a la mañana, delante de los Tribunales de
Santa Fe, al tipo se le caían las lágrimas. Después, comenzó a llorar.
Desconcierta ver así a un tipo grandote. Lo rodeaban sus compañeros de trabajo,
las familias, los integrantes de la Multisectorial de Apoyo a los Trabajadores de
Naranpol. No era el único emocionado: el juez de la décima nominación en lo
civil y comercial, Eduardo Sodero, había resuelto la quiebra de Productora
Alimentaria, haciéndose eco del pedido que los trabajadores hicieran el 14 de
agosto. La transformación de Naranpol en una fábrica recuperada a partir de la
autogestión cooperativa de sus trabajadores había dado su primer paso
significativo.
La crisis en la empresa es de larga data (ver Pausa #96). El
4 de mayo de 2011 ya se había presentado a concurso preventivo de acreedores.
El mismo juez Sodero accedió al pedido y, además, dio por caído el convenio
colectivo de trabajo (CCT): en el escrito elaborado por los hermanos Galán
–dueños de la empresa hasta que pasara de manos, en abril de este año, a un
testaferro: el corredor de Top Race Carlos De los Santos– se indicaba como
causa de los problemas al “costo laboral”, pese a que apenas representaba el
16% de los ingresos por ventas de la empresa. Desde ese entonces, los
trabajadores vieron sus salarios reducidos a un tercio, pero siguieron operando
la línea de producción hasta que octubre de 2011 la patronal decidió el cierre
de la planta y el cese de los pagos salariales. Los obreros se declararon en
huelga, tomaron el predio e iniciaron el camino que hoy parece desanudarse a su
favor, después de que se conformaran como cooperativa en noviembre de 2011, de
haber asistido a casi 40 conciliaciones obligatorias en el Ministerio de
Trabajo de la provincia, de una feroz campaña mediática en su contra, de un
intríngulis judicial kafkiano y de no ver un peso por más de un año.
Los referentes de la cooperativa de trabajadores en su paso por la Cámara de Diputados.
Las cartas quedaron expuestas el 15 de mayo de 2012, en la
última conciliación obligatoria, la única de la que participó De los Santos,
cuando se acordó la reapertura de la planta, se pactó la reincorporación de los
despedidos, la no persecución de los dirigentes obreros, un salario acorde al
CCT y el pago en cuotas de la deuda de la empresa con cada empleado. La fecha
de la reapertura era el 4 de junio. Sin embargo ese día, delante del síndico y
los representantes del Ministerio de Trabajo, los obreros no pudieron volver a
sus puestos porque las puertas estaban cerradas. Fue entonces que decidieron ir
por el camino de la quiebra.
“La mayoría de nosotros estábamos acompañados por nuestros familiares,
que fueron viviendo todo este proceso”, narró Marcelo Bleckmann, uno de los
integrantes de la cooperativa, al recordar el día de la quiebra. “Las
permanentes denuncias que nos hacían, las campañas... La familia no solamente
sufría las vicisitudes económicas de la falta de dinero en la casa, sino
también todas las cosas con las que nos atacaban. Hoy los medios saben que lo
que decíamos era cierto. Este es un inicio, un éxito que vamos a compartir con
la ciudad de Santa Fe: reabrir Naranpol, administrada por sus trabajadores. No
puede ser que, habiendo tan pocas industrias acá, perdamos una. Estamos
sentando un precedente: ojo cuando a un empresario se le ocurra decir que
cierra porque los números no le dan, y la gente que está trabajando sepa que los
números están dando. Ojo, porque los trabajadores han demostrado que saben,
conocen de qué se trata”. A su lado, Farieri coincidió: “Hubo un montón de
sensaciones ese día, por todas las cosas que pasaron en un año de lucha. Había
una sensación de bronca por un lado y de alivio por el otro. Ahora hay que
impulsar la cooperativa, para que funcione”.
Qué significa una quiebra
Durante el proceso, los trabajadores de Naranpol contaron
con el apoyo legal de los abogados de su sindicato, el Sutiaga, y de la Asociación Civil
Tramas Derecho en Movimiento. Uno de los profesionales de Tramas, Guillermo
Munné, explicó que la quiebra es “una medida necesaria para poder solicitar la
continuidad de la planta a cargo de una cooperativa de trabajadores, según lo
que está expresamente previsto en la ley”.
—¿Cómo fue el proceso?
—Hubo demoras por un conflicto entre juzgados que no querían
tomar el tema. El pedido se hizo ante el juez del concurso preventivo, Eduardo
Sodero, que no aceptó la competencia en la quiebra, aduciendo que el juzgado se
tenía que determinar por sorteo. Fue a sorteo y recayó en el juez Carlos
Dávila, que se negó aduciendo la competencia era del juez del concurso
preventivo, Sodero. Tuvo que intervenir la Cámara Civil y
Comercial de Apelaciones, que indicó que tenía que ser el juez del concurso:
Sodero.
—Eso da fin a una etapa del conflicto.
—Es un paso muy importante para salir de la dilación, del
estancamiento, de la prolongación que se daba en el marco del concurso
preventivo, que recién iba a terminar a fines de este año. La quiebra implica
desapoderar a la empresa empleadora de los bienes, porque se ha demostrado
incapaz de esa administración. Puede ser apelada, pero no se puede suspender la
continuidad de las acciones mientras se trate la apelación. Acá hay cosas
urgentes, como efectivizar el desapoderamiento de los bienes para protegerlos
de maniobras o intentos de vaciamiento. La otra cuestión significativa es que
la quiebra permite la reapertura de la planta por una cooperativa que conforman
los trabajadores. El colectivo de trabajadores ha logrado algo muy importante
por su acción conjunta y organizada.
—La quiebra es de Productora Alimentaria, ¿qué pasa con la
marca Naranpol?
—La marca integra el patrimonio de la empresa de producción.
Toda otra forma de presentación aparente, simulada o con alguna maniobra formal
es inválida. La marca es parte, obviamente, del patrimonio que los trabajadores
reclaman proteger para que no se pierda esta actividad y la gran cantidad de
puestos de trabajo amenazados.
La ley de concursos y quiebras fue modificada en junio del
año pasado, en una acción legislativa impulsada por el gobierno nacional que no
tomó mayor relevancia pública, si bien representa un cambio radical en las
relaciones laborales.
La nueva ley fue elaborada con el asesoramiento de Luis
Caro, dirigente del Movimiento de Fábricas Recuperadas por los Trabajadores,
que estuvo en Santa Fe en varias oportunidades acompañando a los trabajadores
de Naranpol. Florecientes en el marco de la debacle de 2001, las recuperadas
representan hoy a 250 fábricas y cerca de 20 mil obreros: desde la más
conocida, Fasinpat (la ex Zanón, productora de mosaicos), hasta sanatorios de
alta complejidad y hoteles como el Bauen, pasando por periódicos tradicionales
como el cordobés Comercio y Justicia.
El nuevo dueño de Productora Alimentaria, Carlos De los Santos (derecha), con el titular de la Comisión de Asuntos Laborales, Marcelo Piccardi.
En sus puntos centrales, la ley garantiza que en una
situación de quiebra los trabajadores puedan continuar con la producción y que
tengan prioridad en hacer una oferta por sobre los acreedores prendarios, a
partir de sus créditos laborales (la deuda de la empleadora con los empleados,
la cual es reconocida al 100% y no al 50% como antes). Incluso, durante el
concurso preventivo, etapa previa a la quiebra, la ley estipula que los
trabajadores tengan acceso pleno a la información de la empresa por medio del
síndico, y que los comités de control cuenten con representación obrera.
En el caso de Naranpol, fueron 80 los trabajadores que
pidieron la quiebra, por una deuda salarial que ronda los 900 mil pesos.
Bleckmann contextualizó: “Es una costumbre en Santa Fe que los empresarios más
famosos tengan cuatro o cinco concursos de acreedores o quiebras, para después
volver a abrir las empresas con otro nombre. Ya es parte de nuestra historia,
todos los conocen, es vox populi. Pero con la reforma de la ley de quiebras se
evita que se hagan ese tipo de fraudes”.
La expropiación
Durante el proceso, los trabajadores se acercaron a
diferentes fuerzas partidarias para gestionar la expropiación de la planta que
Productora Alimentaria tiene en la ciudad de Santa Fe –una de las cuatro que
posee– para su explotación cooperativa. Delinearon un plan de gestión y
negocios a futuro. El diputado provincial Avelino Lago (PJ) presentó un
proyecto en este sentido, solicitando la expropiación para uso temporal del
predio de Blas Parera al 9300. El miércoles 31 de octubre la propuesta obtuvo
el dictamen favorable de la
Comisión de Asuntos Laborales, Gremiales y de Previsión de la Cámara de Diputados y ahora
tiene que pasar por tres comisiones más antes de llegar a ser debatida en el
recinto.
En diálogo con Pausa, el presidente de la Comisión de Asuntos
Laborales, Marcelo Piccardi (PJ), puntualizó que el proyecto “fue analizado por
mucho tiempo, hemos pedido todos los informes respectivos, no se vino charlando
de un día para el otro, ya lleva mucho tiempo en la Comisión. Estuvimos
reunidos con todas las partes. Con el titular de la empresa (De los Santos) y
con los trabajadores, tanto los que están en la formación de la cooperativa
como los que están en desacuerdo. No nos quedó nadie sin escuchar o sin
preguntar”.
—¿Qué explicaciones dio De los Santos?
—No recibimos muchas explicaciones del empresario. Algo que
nos llamó tremendamente la atención es que él se dedica al levantamiento de
empresas caídas. Ya cuando empezamos con eso, un poco que nos dio dudas. Por
otro lado, vimos que la cooperativa reúne los requisitos necesarios para esta
actuación: cantidad de firmas, de trabajadores que participan. Como en su gran
mayoría los requisitos estaban a la vista, creemos que hemos dado un paso para
que la empresa se pueda reactivar.
Los trabajadores presentaron un esbozo del plan de negocios
en la comisión, en función de demostrar la sustentabilidad futura de la
fábrica. Según Farieri, la gestión de la empresa “es algo que conocemos muy
bien porque éramos, en cierta forma, los que la manejábamos en producción,
ventas y distribución. Nos pusimos a trabajar sobre los conocimientos reales
que tenemos. Hoy nos podemos sentar de igual a igual con cualquier empresario
del rubro, porque a raíz del conflicto empezamos a conocer el tema desde
adentro. Podemos hablar de números, de proyecciones, de gastos fijos, de un
montón de cosas que antes se nos pasaban por alto, más allá de que sí
conocíamos la realidad”.
—¿Cómo fueron las tratativas para llegar a Legislatura?
—Mantuvimos un montón de reuniones con distintos bloques. El
mensaje nuestro fue claro: en una provincia donde falta trabajo y no se generan
fuentes, no podemos dejar caer una empresa como Naranpol. Y acompañamos eso con
un proyecto, yendo como un grupo de trabajadores, porque había quienes
cuestionaban que esto era cosa de sindicalistas, de un partido. Fuimos
prolijos. Somos laburantes, gente de bien. Estamos esperando que el proyecto
entre en el recinto y que se pueda tratar.
—Y dejamos bien en claro que son los trabajadores los que le
exigen al poder político que brinde soluciones –intervino Bleckmann–. Ningún
sector partidario se monta en este conflicto: fuimos inteligentes en no
permitir que se nos vincule con ningún sector. Eran planteos que se nos hacían;
acá no hay ningún político detrás. Deberían, en todo caso, estar todos los
políticos detrás. Tienen que acompañarnos todos: el Poder Ejecutivo, el
Judicial y el Legislativo. Ahora tuvimos una respuesta (la quiebra), que no
pensábamos tener, del sector más conservador: el Judicial. Se está logrando
también un acercamiento con el Poder Legislativo. El Ejecutivo todavía está
mirando, diciendo que esto es un problema entre privados. Le pasa la realidad
por debajo de los pies y no se da cuenta. Pero en su momento también vamos a
trabajar con ellos.
Una nueva empresa
El año de paralización de Naranpol le originó un daño
comercial severo. La oferta faltante fue suplantada por otras marcas, como
Manaos o Secco. Por otro lado, de darse el reinicio de la producción, los
trabajadores deberán enfrentar un mundo desconocido: la autogestión cooperativa
combinada con las estrategias comerciales en un mercado de alta competitividad.
Probablemente, la actividad se reanude yendo de lo más
sencillo a lo más complejo: aguas y sodas primero, gaseosas insignia (cola,
naranja, lima) después. Tanto Bleckmann como Farieri se muestran esperanzados.
Bleckmann precisó que “el gran consumidor del producto son los barrios, los
almacenes, los kioscos chicos. La gente sigue esperando que salga Naranpol a la
calle. No sabemos a ciencia cierta cuál es el porcentaje de recupero de mercado
que vamos a tener, pero lo que sí es cierto es que una parte vamos a recuperar.
La gente va a acompañar este proceso. La campaña de difusión que vamos a hacer
con la buena noticia cuando esto se reabra y comencemos a producir va a ser de
fuerte impacto, la gente va a volver a consumir el producto”.
—¿Cuantos puestos se recuperarían en la planta local?
—Cien –especificó Farieri–. Hay compañeros que todavía creen
que mañana van a volver los empresarios con una solución mágica, nosotros,
siempre que tenemos la oportunidad, los invitamos a que se acerquen, a que
empecemos a dialogar: fueron parte del proceso, así hayan tenido otra visión.
En Esperanza esperamos recuperar algo más y están los compañeros de Reconquista
y casi 40 compañeros en Rosario. También, hablando con gente de Córdoba y
Chaco, planteamos esta cuestión: que se organicen. Si ellos no logran tomar
esta decisión, nosotros desde acá no podemos hacer nada.
—¿Cómo van a organizar la producción?
—Cada uno sabe el puesto que ocupaba. Obviamente, hay
cuestiones que, en el transcurso, nos reubicaron dentro de la estructura de la
planta. Pero no hay mayor dificultad para armar lo que va a ser la línea de
producción. Independientemente del lugar, tenemos que ser prolijos, tenemos que
trabajar, la producción tiene que salir. Si al que hoy le toca atender el
teléfono, mañana tiene que estar estibando o en la línea, se va a hacer. Acá el
tema es tirar todos para adelante.
—Aparte todos trabajamos y sabemos un poco de todo. Yo
también trabajé en la línea, delante de la máquina –aclaró Bleckmann, quien se
desempeñaba en control de calidad–. Quizás no sea un especialista, pero fuimos
aprendiendo todos las tareas de todos.
—¿Y cuando haya que tomar decisiones?
—Hemos tomado todas las decisiones, buenas o malas, a través
de asambleas de mano alzada. Y la decisión de la mayoría es la que se respeta
–señaló Farieri.
—Todo lo que a le pasó Fasinpat es exactamente igual a lo
nuestro. La asamblea es la forma más democrática y soberana. Nosotros no
queremos reemplazar una patronal empresarial por una patronal obrera.
—Estar afuera de la planta, acampando, dio lugar a que estos
debates se armaran siempre, son de todos los días. Están incorporados en
nosotros. Una vez por semana va a haber una asamblea para plantear todas las
cuestiones, todos nos vamos a quedar una hora más para saber qué es lo que pasó
y qué es lo que va a pasar. Hemos trabajado mucho en estos asuntos, las
decisiones las vamos a tomar los trabajadores. Elegimos el proceso más largo,
de más lucha, pero no vamos a permitir que venga cualquiera de afuera a
decirnos qué hacer.
—Asesoramiento sí. Que nos trasmitan experiencias. Pero
salir de los Galán y meternos en otros que quieran venir a gerenciarnos, no. Se
podrá contratar un administrador, un contador, pero nadie nos va a decir qué
hacer.
Publicada en Pausa #105, miércoles 7 de noviembre de 2012

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