El cratevón de Bulevar

Foto: Pablo Bertoldi.
Volví a Santa Fe después de un tiempo afuera y me encontré
con dos nuevos miembros ilustres de nuestra fisonomía litoraleña: el cráter de
bulevar y Urquiza y el olor a caca que del cráter emana. Les pregunté a unos
amigos qué había pasado y me dijeron que se debía a la rotura de caños de agua
y cloacas, como todo el mundo sabe. Como buen periodista que soy, me pasé las
Pascuas investigando los motivos y, como resulta obvio, nadie se puso de
acuerdo en la causa del olor a mierda que invade el barrio más agustino de la
ciudad. He aquí las principales versiones recolectadas.
“¿Qué socavón? ¿Ese agujero que hay en Bulevar? Pero si eso
es para el nuevo emprendimiento de cocheras soterr… ¿Por qué me patean por
debajo de la mesa? ¿Eh? ¡Ah, sí, el socavón de Bulevar y Urquiza. Sí,
lamentable. Ya estamos trabajando para solucionarlo”, dijeron desde la Municipalidad.
Los chinos que vinieron a constatar la evolución de sus
negocios con nuestro país dijeron: “Plobablemente sea lo mismo que oculió en
Japón en los años tleinta: Godzilla. Aunque nuestros hijos dicen que puede sel
Evangelion”.
Desde el reutemanismo, con el candidato a gobernador por el
PRO a la cabeza, dijeron: “Bueno che. Si se inundan por arriba del asfalto se
quejan. Si se inundan por abajo, también. ¡Ustedes son peor que la Gata Flora!”.
Desde la oposición provincial al gobierno nacional afirmaron
que la culpa del socavón la tiene el kirchnerismo porque “la gente durante un
tiempo incrementó sus ingresos. Eso les permitió comer más. ¿Y qué pasa cuando
uno come mucho? Va mucho más de cuerpo. Eso generó una circulación de materia
fecal insólita en nuestra ciudad, los caños de la cloaca no aguantaron este
desproporcionado aumento, la presidenta no respeta la coparticipación, no
podemos invertir en obras públicas y ¡zas! Eso pasa por incrementarle los
ingresos a la gente sin prever que van a cagar de más”.
Asimismo, representantes locales del kirchnerismo
respondieron que “gracias a la gestión de Néstor y Cristina la gente durante un
tiempo incrementó sus ingresos. Eso les permitió acceder a más alimentación. ¿Y
qué pasa cuando uno come mucho? Va mucho más de cuerpo. Eso generó una
circulación de materia fecal insólita en nuestra ciudad, los caños de la cloaca
no aguantaron este desproporcionado aumento y ¡zas! Los socavones son
enfermedades de la gente rica. Una pena que el gobierno provincial no haya
invertido en obras públicas”.
La
Iglesia Católica aseguró que el olor a excremento del cráter
es la decimoprimera plaga bíblica… pero que no se redactó por falta de papel.
Desde el Ceride no dudan en confirmar que se trata de un
agujero de gusano y estaríamos siendo absorbidos por un universo paralelo. O
podría ser un meteorito. O un caño de agua roto.
Tampoco faltó el hincha de Colón que le echó la culpa a
Lerche de afanarse el asfalto, la tierra y hasta la mierda del caño maestro.
Otros, menos conspirativos, dicen que al pozo lo hizo Lerche para esconderse
bajo tierra y que el olor no es de las cloacas… sería el propio Lerche
transpirando.
Chicas, ¿vieron lo que pasa por no hacerle caso al cartelito
“Por favor, no tirar papeles y toallitas en el inodoro”?
Un médico del barrio que se dedica a la cirugía gástrica
declaró: “ahora mis vecinos saben lo que siento todos los días de mi vida en el
trabajo”.
Una parejita de tórtolos desprevenidos, hipnotizados por el
amor, no habría visto el cráter y, por desgracia, la muchacha cayó en él. Los
primeros periodistas en llegar al lugar del accidente, le consultaron qué
estaba asando allá abajo. “Nada, nada. No veo un carajo”, habrían sido las
declaraciones de la torpe enamorada.

Las certezas sobre el origen del cráter escasean. Pero lo
que no falta es un final con moraleja: no acumulen mierda adentro suyo, no la
escondan ni la nieguen, porque además de enfermarse van a oler horrible.
Publicada en Pausa #151, miércoles 8 de abril de 2015.
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