América en zona de empate

Jack Rosen, del Congreso Judío Americano, Macri, Hillary Clinton y Awada, en 2014.

Maduro, Correa, Morales y Rousseff pierden un aliado fundamental, que guiña con claridad para el norte.

“Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder”, dijo Mauricio Macri en la Embajada de Estados Unidos, poco antes de las elecciones de 2007, según narran los cables diplomáticos revelados por Julian Assange, los WikiLeaks. Un año después,  Macri le rogó a Estados Unidos que abiertamente desafíe y reproche al gobierno local. El embajador Earl Anthony Wayne vio al actual presidente electo tomar un vaso con sus manos y decir “Si este vaso fueran los Kirchner, todos se pelearían por voltearlo”.

Los primeros anuncios de la orientación de la futura política exterior fueron los saludos vía Twitter de los líderes americanos más distantes –o directamente opuestos– a línea de autonomía que Sudamérica trabajosamente comenzó con el No al Alca, en Mar del Plata. El presidente Santos y el ex presidente Uribe, desde la Colombia sembrada de bases yanquis, el mexicano Enrique Peña Nieto, el paraguayo Horacio Cartes, las oposiciones de  Chile, Venezuela y Uruguay con Sebastián Piñera, Henrique Capriles y Luis Lacalle enhebran un nuevo bloque ascendente en los países de la región, mientras el mandato de Dilma Rousseff en Brasil tambalea entre el ajuste, las denuncias de corrupción y la poca popularidad.

De forma concreta, Macri anunció el fin del pacto con Irán por la causa Amia y la solicitud de suspensión a Venezuela, en el marco del Mercosur, por el encarcelamiento de virulentos opositores como Leopoldo López, cuya esposa, Lilian Tintori, estuvo de cuerpo presente en el búnker de Cambiemos.

También, Macri adelantó que volcará la Cancillería hacia el grupo de países que en la región tiene como socio estratégico principal a los Estados Unidos: la Alianza del Pacífico, conformada por Chile, Perú, Colombia y México, de la cual el país norteamericano es socio observador. Estados Unidos tiene tratados de libre comercio con cada uno de los integrantes de la Alianza del Pacífico, que está en la última etapa de negociaciones para integrar el –recuerden muy bien este nombre– Tratado de Asociación Transpacífico (TPP, en inglés), la principal movida exterior norteamericana para frenar el ascendiente internacional chino (que también toca a nuestra gran región). El TPP es el acuerdo de libre comercio más grande desde el Nafta (el acuerdo que hizo de México una inmensa factoría de maquiladoras, prostitución y carteles narco, y que además integra Canadá) e involucra a pesos pesado como Japón o Australia, junto Brunei, Canadá, Chile, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.

Lilita de gafas en la Embajada.
Lilita de gafas en la Embajada.

Un nuevo bloque continental se robustece con la Argentina de Macri, cuyo estilete es más duro, afilado y aparece con mejor timming en la región que aquel que alguna vez tuvo Sebastián Piñera en sus manos. El peso internacional de Argentina es muy superior al de Chile, sobre todo a la hora de sostener la balanza de la agenda propia que en el Mercosur tuvo su núcleo duro. El periodista de CNN que funge como vocero de la Secretaría de Estado yanqui para el cono sur, Andrés Oppenheimer, estableció desde Miami: “El eje BuenosAires-Caracas se romperá”. El Tren de los Pueblos con Maradona, Manu Chao, Evo Morales, Kusturica y Chávez, con Lula y Kirchner copándole la Cumbre de las Américas a Bush, hizo marchar al continente todo lo que pudo, con locomotora y vía propia. Ahora, los rieles conducen a la estación Washington.

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