Viernes o sábado de cierre de edición y misma vieja situación quincenal: “Y entonces… ¿sobre qué mierda escribo?”, “Y yo qué sé”, responde con crudeza una de mis fuentes recurrente de temas a la que, porque me viene dando letra seguido, no puedo decirle nada. Lo que ya hace es bastante. “Creo que nunca escribiste sobre lo horriblemente maniático que sos con el orden. Sos un rarito con eso”.

No, soy insoportable, que es distinto a ser rarito. Y no puedo escribir sobre eso porque necesariamente debo contrastar mi manía con la antimanía por la limpieza y el orden de él y todavía tengo códigos. “Vivir sin gas y cagado de frío gracias a Aranguren. Por ejemplo, vos no tenés dónde hacer una fogata en tu casa”. A esto y cosas peores son a las que uno se arriesga cuando le pregunta a sus amigos un tema para la Hora Libre, sepanlón.

El tiempo apremiaba y yo seguía sin saber qué hacerles leer. Hasta que, cerveza mediante, mi gran amigo Rodrigo Barba me iluminó el camino: “Así va a empezar tu columna. La ansiedad es la fiebre emocional, vieja. Así como existe la fiebre física que es la manifestación de que algo anda mal con el cuerpo, la ansiedad es la fiebre emocional, la señal de que algo anda mal acá (señalándose el bocho) o acá (tocándose el pecho), in the heart. Entonces, ¿qué pasa? Como no nos gusta ir al médico, tratamos de curar el síntoma y no la enfermedad de fondo. Y como en teoría el problema es la ansiedad, la gente trata de curarla, porque no quiere gastar 400 mangos por semana en un psicólogo para solucionar el verdadero problema…”. Y ahí el ansioso, o sea yo, lo interrumpe: “Se toma un porrón, se fuma un atado de puchos en dos horas (que es como gastarse 400 pé semanales en un psicólogo), se clava un porro…”. Y ahí el otro ansioso me devuelve la interrupción: “Abusa de la palabra ‘soltar’ o ‘fluir’. ¿Y sabés qué son esas cosas? Paños fríos para la fiebre emocional. Es la papa en la frente de la ansiedad”.

Álvarez y Borges, Rómulo y Berruti, Mingo y Aníbal son migas de pan duro comparados con nosotros dos cuando se trata de hablar pavadas y confirmarnos el prejuicio. Barba tiene razón. Y como yo digo que tiene razón, yo también tengo razón, está clarísimo.

Lo otro que está clarísimo es que yo soy muy ansioso. Si no lo fuera no estaría desde el jueves preguntándole a todo el mundo qué escribir en una columna que tengo hasta el lunes para poder presentar. O no abriría la puerta del auto antes de que el conductor frene. O no me darían ganas de azotar el celular contra el piso cada vez que se tilda cuando quiero mandar un mensaje de radical importancia para mi vida como por ejemplo “Recatate wacho. Cuando tengas un hijo lo vas a entender”. O no estaría cada 30 segundos desbloqueando el teléfono para ver si tengo alguna notificación en Facebook o Whatsapp. O no sería tan cruel con mis viejos a veces. Y así podría seguir enumerando todos los tips del ansioso que pueden encontrar en alguna de esas fanpage que se titulan “Es de ansioso”, que parecen una autobiografía mía.

¿Y cuál es la causa de la ansiedad? En mi caso (y supongo que es el caso de casi  todos) es no lograr lo que quiero… cuándo, dónde y cómo lo quiero. O sea, no conseguir que el universo se comporte a gusto y capricho mío. Sí, sumamente ridículo. “Infantilismo psíquico”, le diría Freud. Lo bueno es que Segismundo no le echa la culpa al individuo de su inmadurez, sino a la época. Palabras más, palabras menos, podríamos decir que vivimos en una época ansiosa, intolerante, nerviosa, impaciente y caprichosa… y el individuo actual es un digno hijo de su época. Esto no significa que usted no puede evitar ser insoportable con la bocina cuando va en el auto una mañana laboral por el centro de la ciudad. No, no se haga el vivo. Significa que el contexto colabora con su fiebre emocional y que tiene una buena excusa para no hacer nada al respecto y seguir siendo un eterno teenager. Una excusa, sí. Pero no un argumento racionalmente válido para no hacer nada con su vida y dejar de joder al resto de la humanidad.

¿Cuál vendría a ser la papa en la frente de la fiebre emocional? ¿Cómo calmar la ansiedad sin recurrir al alcohol o las drogas legales y/o ilegales? Tampoco lo sé, pero conozco algo que me funciona aunque roce la adicción: consumir. “Salir a comprar”, diría Mollo. Conseguir eso que buscás, que “más que un deseo es una necesidad” (diría el amigo de Mollo, Cerati); encontrarlo ¡ya! calma la ansiedad en esta era de la boludez.

La cosa se complica cuando la guita no alcanza y hay demasiado en la vidriera, o en la televisión; lindo, seductor, placentero y tan imposible a la vez. ¿Y cuánto cuesta ese cinismo consumista? Una permanente papa en la frente llamada ansiedad, que nos hace vivir como el culo, porque siempre se quiere más y nunca es suficiente.

Un solo comentario

  1. Hola mi hija va a cumplir 3 años . En los últimos 3 meses le saque el chupete , los pañales y hace 2 días comenzó el maternal .
    El asunto es que ella me hizo 2 picos de 38 grados el domingo
    Y otro ayer martes .

    La lleve a su pediatra pero no le encuentran nada . Puede ser estrés ?

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