Nacer en otro lugar

Foto: Bárbara Favant.

“Cuando las desigualdades aumentan, la gente tiene la sensación de no vivir más en la misma sociedad, eso es peligroso”. François Dubet

 

Hay un mercado en San Martín y Crespo, en la nueva Peatonal aumentada. Una señora está todas las tardecitas firme en su labor. Se ofrece a abrir la puerta a cambio de una ayuda. Quienes ingresamos al mercado, atravesamos esa puerta. En el corto camino a las góndolas los consumidores debaten brevemente. “Comprale comida, no le demos plata”. En menos de un mes la señora tiene competencia. Se le sumaron dos pibes. La señora se queda a la izquierda, los pibes a la derecha. Ahora también hay un panadero en el centro de la puerta, ofrece pan con chicharrón. Es más digno porque le suma valor agregado al pedido de visibilidad. Salir del mercado nos enfrenta. A veces pienso que elegimos no mirar para no conocer nuestro destino de haber nacido en otro lugar.

Hay un librito de un franchute que se pregunta con provocación desde su mismo título: ¿Por qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario). En este libro, François Dubet plantea que  aparentemente nuestras sociedades “eligen” la desigualdad. Quizás podríamos decir que, por el momento, solo lo expresan en las redes sociales. Es decir, que en su entorno no-virtual son demócratas, promueven la idea de libertad, bregan por la igualdad y tejen fraternidades. Solo son fascistas en su fuero íntimo y piden la pena de muerte para aquellos que no son los nuestros, es decir los otros, o sea los negros de mierda.

Durante su visita a nuestro país, invitado por el Centro Franco Argentino de la Universidad de Buenos Aires, el sociólogo dijo en una entrevista con la agencia Télam: “El desarrollo de estas desigualdades se da por el sistema económico y financiero, sobre todo para explicar que hay gente muy rica. Pero el avance de las desigualdades también se explica por una decadencia de los lazos de solidaridad”.

Si se profundiza la brecha entre el 1% más rico y los demás, no es sólo por la lógica cruel del capitalismo financiero sino porque también el 99%, en sus prácticas más cotidianas, genera desigualdades. Todos los que pueden prefieren vivir en barrios donde sólo se encuentran con personas afines, y con el mismo criterio eligen la escuela a la que mandarán a sus hijos. Al menos lo expresa del siguiente modo: “Las verdaderas desigualdades en las experiencias de los individuos son producto de pequeñas desigualdades. Si sos de clase baja, tus hijos estarán menos educados y cuidados y la esperanza de vida será más corta. Todo esto acumulado da una gran diferencia. La solidaridad de persona a persona sigue funcionando y es cada vez más fuerte, pero son solidaridades privadas. Lo que se está deshaciendo es la de grupo a grupo, casi siempre se eligen las desigualdades más que las igualdades”.

Si nos preguntamos, qué puede ser lo más trágico en una sociedad que rompe todo lazo de fraternidad colectiva y tiene como lema el partido del lomo (sino trabajo no como) la respuesta posiblemente sea la siguiente: “Cuando ya no querés pagar por los otros. Cuando pensás que los pobres son pobres por su culpa. Eso es un generador de grandes desigualdades y no es un escenario abstracto. Inglaterra y Estados Unidos han duplicado sus desigualdades en 30 años; Ronald Reagan fue elegido y Thatcher también, no fueron dictadores, eran legítimos para desarrollar desigualdades. Obama quiso implementar una reforma del seguro social y se enfrentó a la mayoría de los norteamericanos que dijeron no queremos pagar por los negros”.

En Argentina el escenario es diferente. A los negros los aniquilamos hace mucho, a la barbarie la combatimos con civilización. El problema son los negros de alma que pretenden tener derechos.

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