Vendehumo, sacapuntos y otros epítetos recibe el nuevo técnico de otrora lírico Huracán, Ricardo Caruso Lombardi, a quien semblanteamos en su carrera deportiva y televisiva.

Cuando te tomás unos segundos para poner en el buscador más popular de Internet el nombre: “Caruso Lombardi”, Google te responde con una batería de noticias (más de 660.000 resultados con ese nombre) relacionadas al director técnico más histriónico que tiene el fútbol argentino.

Desde este espacio deportivo que tiene Pausa, la coartada existente para hablar de este personaje del fútbol criollo es su nueva incursión al frente de uno de los 30 equipos que compiten en Primera División. En esta oportunidad, el tipo que bailó rock en el show televisivo de Tinelli y promociona tratamientos de calvicie, se puso al frente de Huracán, el mismo club que se deleitó con aquel histórico equipo de 1973 y el ya mítico cuadro del tiki tiki en 2009, con Cappa al frente. Los paladares negros de la platea quemera, aquellos que viven eternamente nostálgicos de Menotti, ahora están obligados a digerir el “antifutbol”, como ya le han dicho a Caruso cuando los visitó como DT de otro equipo. Se puede leer “otro equipo” como San Lorenzo, sólo por citar el pasado más provocador de  Lombardi para los hinchas del Globo.

Tranquilamente nos podríamos quedar en el punto del estilo futbolístico, y del cómo hacen los dirigentes para “panquequear” y seguir como si nada hubiese pasado. ¿O acaso a un futbolero de ley (ni hablar de los más veteranos) se le hubiese pasado por la cabeza ver en algún momento de la historia a Caruso en Huracán? Después de décadas “menottistas”, jugando a veces y añorando otras una forma de jugar ligada al fútbol de varios pases cortos y vocación ofensiva, parece que en Parque Patricios llegó la hora de tragar el gran sapo y no caer una vez más en el descenso. Lo cierto es que el bombero del promedio no viene para volar en la tabla, viene para no resbalar.

¿Quién es Caruso?

Ante esta pregunta, muchos, y sin dudar un segundo, responden el “gran vende humo de los directores técnicos”. En declaraciones televisivas Ricardo Caruso Lombardi afirmó que se ríe cuando le gritan vende humo por la calle. Y comentó de dónde salió ese calificativo: “Lo de vende humo arranca cuando yo estaba dirigiendo Tigre. Yo estuve cuatro años con Sergio Massa, antes de que sea Intendente. Un día fuimos a comer un asado y la nena empezó: Ese es Caruso vende humo”. Y agregó: “La nena me cantaba cada vez que me veía ¡Caruso vende humo, Caruso vende humo!”.

Cuando al entrenador le preguntaron qué es ser un “vendehumo”, dijo que se trataba de “un técnico que no gana un partido, que no saca un resultado, acá tenés 70 vendehumos por lo menos, tipos que jamás sacan un equipo adelante, pero no les dicen nada, no, acá el vendehumo soy yo, que a mis equipos los saqué siempre adelante”.

El término popular, que está directamente relacionado con el de “chamuyero”, es la síntesis de muchos futboleros que lo ven a Caruso como el representante de los entrenadores que tienen una enorme capacidad de hablar, de ser altamente mediático y de protestar hasta el borde de las lágrimas para sacar la ventaja deseada. Y todo eso seguido, o anticipado, con un juego antiestético, donde el resultado es capaz de tapar cualquier tipo de aberración futbolística.

Pero a Caruso todo eso le importa nada. Comenzó su carrera en 1994 con Defensores de Belgrano (Primera B Metropolitana) y llegó a dirigir en Primera luego de un largo peregrinar en el ascenso. Arribó a la Asociación Atlética Argentinos Juniors en 2007 gracias a una recomendación de Diego Maradona y desde ese momento se sostuvo en la máxima categoría salvando equipos del descenso. La lista comienza en el conjunto de La Paternal en dos ocasiones y pasa por Newell´s, Racing, Tigre, San Lorenzo y Quilmes, aunque en la primera oportunidad no pudo evitar el descenso (2012), mientras que en 2014 volvió para lograr el objetivo de salvarlo al Cervecero. Y antes de arribar a Huracán, se puso el traje de bombero para rescatar a Sarmiento, lo logró y todo Junín lo festejó.

Con este historial positivo y con su buen ojo detector, habilitó el ingreso a la A de entrenadores y futbolistas del ascenso que en otros años jamás hubieran llegado tan alto.

Corren y corren al gran show

“Sacapuntos” también le dicen, y el hombre se lo banca sin chillar, es más, lo agranda esa etiqueta.  “¿Qué etiqueta? Si saco los puntos…”, declaró más de una vez el actual DT Quemero. Tomando como referencia ese mote –con peso despectivo– y observando con atención el fútbol argentino, cuánto tienen que ver los Caruso Lombardi para que se juegue al borde de la ley, todos con el “cuchillo entre los dientes” y con el correr y correr como premisa, como si se tratara de una prueba atlética, y no de un deporte donde se juega con pases, se busca posiciones libres para un compañero mejor ubicado, se piensa para tocar o desplazarse y, obviamente, se corre.

Mucho de lo que fue como jugador, el DT lo transmite en sus equipos para lograr los objetivos (casi siempre el de sumar puntos para esquivar el descenso): “Cuando jugaba ya era un poco un técnico dentro de la cancha. Corría, marcaba, avivaba a mis compañeros en las jugadas de pelota parada. Siempre fui bicho para esas cosas. Como jugador era muy quilombero, peleador mal. A los rivales les pisaba los pies, les metía un cortito al hígado, hacía piquete de ojo”, declaró en una extensa entrevista al cumplirse sus 20 años como director técnico.

Con esas artimañas, pero también con el correr como bandera de una enorme voluntad para ganar todas las “batallas” (en esos términos declara el propio DT), Lombardi es parte de un gran show. Peleador, puteador, de carcajada fácil, de aspectos típicos de un comediante italiano, ventajero como nadie y más porteño que el Obelisco, el tipo un día llegó al circo de la televisión y de ahí nunca más se fue. Los periodistas deportivos descubrieron un gran personaje, un titulador serial y los productores vieron el “Caruso show”. El rating le levantó el pulgar y un día terminó bailando en el programa de Marcelo Tinelli.

El “vivo”

¿Caruso es la representación de la histórica “viveza criolla” personificada en un entrenador de fútbol? Si tomamos como eje de la viveza criolla a la ventaja, el Tano es una ilustración magnífica, capaz de mostrarse en una pelea callejera exponiendo su supuesta condición de “macho brabucón”, sin vergüenza para candidatearse a la selección nacional, melodramático para celebrar una victoria junto a sus dirigidos, de abrazos latinos y de llantos profundos. No duda en pelearse con el capo de su gremio en la pantalla de la tele, aunque después tenga que retroceder en pantuflas frente a los abogados de la Asociación de Técnicos del Fútbol Argentino. Lombardi es el vivo del barrio, el que un día, de caradura nomás, lo fue a ver a Julio Grondona porque le habían dado muchas fechas de suspensión en la B. “No había hablado nunca con él, pero lo llamé y le pedí ir a verlo. “No protestes más –me dijo–, no hagas más quilombo, vos sos muy parecido a mí, sos muy calentón, yo también me quería pelear con todo el mundo. Dame bola, si vos me haces caso y te tranquilizas, vas a dirigir en Primera”, contó en más de una oportunidad. El vivo que sabe tocar los timbres que hay que tocar un día llegó, y acá está, en acción otra vez.

Mientras tanto, en el fútbol argentino se juega cada vez peor, la dirigencia se destroza en mil pedazos por la torta de la AFA, y si nada cambia, un día Caruso Lombardi saldrá campeón en Primera, dirigirá la Selección y un Durán Barba de Puerto Madero le ofrecerá la Jefatura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

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