De Hiroshima a Maxi: el desprecio de Cambiemos por la educación pública

¿Qué escribir sobre la foto de Hiroshima utilizada por Macri como ejemplificadora de la “vocación docente” que no se haya ya escrito? O qué decir de la nota de Clarín sobre los días de clases que perdió Maxi por el paro docente y que no perdió Facu porque “no cayó” en una escuela pública. No sé. Pero no por eso voy a dejar de intentarlo.

No es algo secundario, anecdótico o, como suelo decir, “para la gilada”, como lo fue, creo, el desparpajo de una señora muy anciana de derecha preocupada porque si esto sigue así vuelve el zurdaje. No. Estamos ante un ataque incesante y cada vez más agresivo al sistema educativo público argentino, con sus trabajadores (léase “docentes”) incluidos.

Por otro lado, me siento a escribir minutos después de que Macri anuncia los resultados de la evaluación “Aprender” que, valga la redundancia, evalúa el desempeño de los docentes y alumnos de los colegios secundarios. “Sorprendentemente”, los chicos de escuelas privadas, como Facu, andan mejor que los mocosos como Maxi. Dijo Clarín: “Macri señaló que hoy 'cuatro de cada diez alumnos de sexto grado no comprende textos en la escuela pública, y en la privada, son dos'" ¡Oh, santas casualidades, Batman! ¡Justo en las escuelas que los maestros no hicieron paro! No te la pué, boló. Ay, me mueeeeee…

En fin, lo que creo que puede llegar a ser algo más o menos nuevo de leer es el siguiente problema: ¿qué tienen en común una foto de una clase al aire libre en la Hiroshima devastada después de la bomba atómica y Maxi, el nene pobre que no tiene ni cuaderno para ir a la escuela pública en Argentina? Una la publicó el Facebook oficial de Mauri y la otra es la foto de la nota: “Arrancaron juntos primer grado y uno le lleva al otro dos cuadernos de ventaja”. Ambas fueron publicadas el mismo día (18/3). La hipótesis es: el desprecio de Macri por la profesión docente, los maestros y todo el sistema educativo público del país que gobierna. Voy a arriesgar un cacho más: la foto de Hiroshima intenta dar cuenta de que no importa las condiciones en las que el docente y el alumno pobres (en verdad, desposeídos) deben trabajar. La de los niños da cuenta de lo de siempre: la culpa la tiene el paro docente. Y creo que también, de acuerdo al encuadre, disposición de los espacios, colores y objetos dentro de la foto, pretende jerarquizar lo privado sobre lo público… pero con la depravada idea de utilizar como recurso a dos menores de edad. Y a uno, encima, le nombran el apellido. Sí, a Maxi, el pobre.

En ruinas: la mejor alegoría

“Unos chicos de 7 y 8 años toman una clase al aire libre en medio de una ciudad completamente en ruinas.” Este fragmento del pie de foto que publicó el Community Manager de Macri en su Facebook es una descripción bastante, metafórica y figuradamente hablando, cercana a lo que es un aula de una escuela pública argentina. Y siquiera estoy hablando de una escuela rural en algún monte del noroeste o de otra en alguna estepa litoraleña o mesopotámica. Sí, Macri lo sabe: la educación pública argentina está en ruinas. Tanto en infraestructura como en salarios y, mal que nos pese, curricularmente. Los pibes no aprenden, es cierto. Lo que no es cierto es que sea culpa de los maestros.

Por otro lado, la foto junto al texto dejan muy bien en claro que no van a hacer nada para cambiarlo, vaya paradoja. El docente, pese a todo, se mantiene firme frente a su “vocación”, su rol social, su responsabilidad para con el futuro y la niñez de una nación, en cualquier contexto o situación. Sino no es vocación, y sin vocación no puede ser docente. Macri está poniendo al docente argentino por debajo de la línea de otro docente heroico y estoico que pese a todo sostiene el porvenir. Horacio González, en un artículo para Página/12, es brillante cuando describe esta perversión de Macri: “Es una imagen formativa primordial, pero no como la cree el Gobierno, un llamado a la sumisión, sino una cita trascendente de las maestras y maestros sobre el cuidado y nutrición del ser en la tragedia. Máxima manifestación de sacrificio por una comunidad violentada, que todo maestro encararía de la misma forma. Pregúntele, Macri, a alguna maestra argentina si no está dispuesta a dar clases entre ruinas, a protagonizar esa misma imagen para mostrar la voluntad de resistencia ante una desventura colectiva tan desmesurada.”

Lo que Macri le está pidiendo a un docente es que sostenga en las condiciones más paupérrimas su trabajo… y el de los pibes. No nos olvidemos que los pibes también trabajan en su aprendizaje; y no son ingenuas o inocentes las condiciones pedagógicas y socioeconómicas en las que lo hacen. Que no proteste y trabaje por los chicos. Que si hubo alguien que después de una bomba lo hizo, él también lo puede hacer. Vuelvo a González: “Esos maestros japoneses, a los que la necia disposición de Macri para las alegorías los muestra como imaginarios rompehuelgas, eran representantes de un gran acto educativo de testimonio y supervivencia.” No son los voluntarios de la Vidal. No. Eran tipos que tenían que disimular la muerte alrededor. Para ser más explícitos: es más o menos como comparar la emblemática foto de la niña desnuda con su cuerpo quemado por una napalm, en Vietnam, corriendo entre llantos y alaridos hacia el camarógrafo, con un pibe chorro de la Villa 31 y postear: “Vieron, les tiran una bomba, los dejan desnudos y ni así salen a robar… solo corren”.

Advertencia: lo que sigue contiene lenguaje adulto y explícito.

“Sin embargo en la foto se ve que los chicos continuaron estudiando en una escuela sin paredes, sentados en pupitres rotos, cajones de carbón y mandarinas rodeados de su ciudad pulverizada. Dos meses después de la bomba, de pie, al frente de todos ellos volvió a estar el maestro. Dando clases como todos los días, como si nada hubiese cambiado, aunque los chicos no tuvieran ni libros ni cuadernos y muchos de ellos, tampoco padres.”

“En cualquier condición se puede dar clases”, pareciera querer decir la primera oración de la cita última. Entonces, si incluso en una escuela sin paredes se puede dar clases, la culpa de que no haya clases es de los maestros. Punto. Ni de la escuela (del Estado) ni de nadie más. Si más aún en una ciudad pulverizada se puede seguir dando clases, “vos vago de mierda, te quejás porque no querés laburar.” No, señor. Primero no se queja ni protesta: reclama. Segundo, quiere laburar en mejores condiciones. Salariales también. Sí, como todo el mundo, ni más ni menos.

¿A qué concepto naturalizado apela este argumento? Es decir, ¿a qué parte de nuestro sentido común se dirige? Al de la famosa “vocación docente”. “El maestro debe tener vocación docente, sino no sirve.” “El profesor debe hacer lo que hace por vocación, pasión; no por plata.” Claro. Y vivíamos de las manzanas que ningún alumno nunca nos llevó, ¿no es cierto? Que uno tenga la oportunidad de trabajar de lo que le gusta, no significa que deja de ser un trabajo… o sea, lo que me permite sobrevivir pagando cuentas, alquileres, comida, ropa, materiales de trabajo, muchas veces las fotocopia a los alumnos/as, etc. Es mi trabajo, aunque resulte increíble. ¿Vos querrías trabajar sin cobrar si es el único trabajo que tenés? ¿Y entonces el maestro porqué sí lo tiene que hacer? ¿Y la vocación del médico? Y a mí ningún cirujano me sacó el apéndice por pasión, eh.

“Dando clases como todos los días, como si nada hubiese cambiado.”

En esta cita creo que no vale la pena detenerse mucho, porque habla por sí sola. No hay que enseñar la realidad. Acá no pasó nada. ¿Qué bomba? ¿Qué exterminio humano en nombre de la razón instrumental y eficientista? En conclusión, enseñar para y por nada. Teoría sin objeto; conceptos sin mundo. Y que nada cambie: al pobre enseñale un oficio y a Facu enseñale ciencias. Que de la cultura y la política se ocupe otro.

Facu y Maxi: la supremacía de lo privado sobre lo público

Primero, lo horrible ya dicho: con cualquier cosa Clarín, menos con los pibes. Que anciano que soné. Pero en serio. Los pibes conllevan un tono conciliatorio, lúdico, enternecedor. El contraste entre el poseído y el desposeído, pues, sería menos percibido ante una mirada ligera a la foto. Entonces, lo implícito del titular pasa de largo. Lo que pasa de largo es que, para confirmar el prejuicio, Maxi es perjudicado por el paro, no por otra cosa. ¿Quiénes hacen el paro? Los docentes. ¿Por qué? No importa. La palabra “paro” ya implica un obstáculo de por sí a algo. Con saber que los quilomberos de siempre hicieron paro, la culpa ya es de ellos.

Maxi tiene sus cuadernos en blanco porque, según cuenta su mamá: “…tuvo que esperar para poder pisar su nueva aula y ver a sus nuevos maestros porque el paro docente se hizo presente en la Escuela Juan B. Peña 5 DE 7, de Flores.”

Clarito: “el paro docente se hizo presente”. Ni el conflicto salarial, ni el reclamo por mejoras edilicias para favorecer aprendizajes e instancias de enseñanza, ni la exigencia de la apertura de paritarias, No, el paro.

Pero otra cuestión: Maxi tiene los cuadernos… ¡pero si es tan pobre que ni cuadernos tiene en la foto, pobrecito! Fíjense en la cantidad de objetos que hay del lado de Facu en la foto. Maxi no tiene nada. Pero nada posta, eh. Uno actúa, el otro contempla. La cartuchera, para Maxi, está lejos, difusa. Fuera de foco. Inalcanzable, eh. El rico le enseña al pobre. Uno es activo y el otro pasivo… y encima se sonríe. Un niño le enseña al otro. El capitalismo se sigue reproduciendo. ¿Me fui a la mierda? Probablemente. Pero déjeme sospechar como un chino, al menos. Guardapolvo blanco: normalista. ¡Es Zamba! ¡Me acabo de dar cuenta, changos! La capital le enseña al interior. Unitarios y esos otros.

¿Y sabés qué? Machista, podés creer. “…explica Perla que agradece ser ama de casa para poder cuidar a su hijo cada vez que le llega la noticia del paro.” No solo Perla agradece ser buena madre y estar a disposición de sus hijos, tal como dios manda. Agradece ser desocupada y trabajar gratis en la casa… como Dios manda.

Además, Perla “le intentaba explicar la causa del paro, que entiende y toma como válida, pero se lamenta de que los chicos salgan perjudicados. “Él esta re entusiasmado pero cada vez que hay paro se le corta todo”. ¿Esto no les recuerda al célebre latiguillo de panelista de tevé “tienen razón pero no es la forma”? Se refuerza la idea de que los pibes son perjudicados… y hay que ser jodidos para perjudicar a un pibe, che. Bueno, no tanto porque si es pobre se le pide baja en la edad de imputabilidad…o sirve para desprestigiar el reclamo docente en un periódico.

Nenes de Hiroshima

Maxi parece el nene de Hiroshima que estudia en las ruinas de un sistema educativo público que no parece ser prioritario para la política y la economía de Cambiemos. Tampoco pareciera ser el docente un actor protagónico y fundamental de la mentada “revolución educativa” que proclaman tanto Macri como Vidal. Si lo fueran, la gobernadora bonaerense no mandaría a la policía a tomar asistencia a los docentes en las escuelas. Zamora tampoco perseguiría a los maestros como se hacían durante a la dictadura con los disidentes políticos e ideológicos del régimen militar.

La foto de Hiroshima radicaliza el conflicto docente. Macri, lejos de haber tenido exabruptos, confunde el conflicto laboral y salarial docente con una guerra. Mientas tanto, la gobernadora de Buenos Aires manda a su aparato represor a vigilar y escrachar a los rompehuelgas. No fue, tampoco, casualidad ni un lapsus que hoy, mientras Macri presenta el escrache estadístico a los docentes, se lamenta por los chicos “que tienen que caer en una escuela pública”. No se trata de un error más. Esto es sistemático y constante. Y no parece que vaya a parar.

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