Fútbol, comedor, talleres, medios y un salón propio: Arroyito Seco crece en el barrio costero.

Cruzando el puente Héroes de Malvinas o Palito, cómo lo apodan, empieza la calle Demetrio Gómez: el camino principal de Alto Verde. El barrio costero es uno de los más populosos de la ciudad y también uno de los más castigados por las inundaciones y la falta de políticas de prevención y de inclusión.

En Alto Verde se produce una mezcla rara entre lo rural y lo urbano. Barrio adentro, se siente el olor a tierra y animales que suele haber en el campo –sensación que se hace imagen al ver una vaca o una oveja en un patio–, y al pasar el colectivo de la línea 13, se vuelve a formar la ciudad y se divisan los edificios a lo lejos, como los Amarras del Puerto.

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Esta última imagen dicotómica, Amarras-Alto Verde, refleja la desigualdad que late en nuestra ciudad. De un lado de la costa, un complejo de edificios que intenta imitar el modelo de Puerto Madero, con costos altísimos de vida y de acceso para una minoría privilegiada; y más acá, en esta orilla del río, un barrio de casitas de chapa, calles de tierra y gente humilde.

Por esa razón, hace cinco años un grupo de pibes de 20 años del barrio y de otras partes de la ciudad soñó con que Alto Verde tuviera una escuelita de fútbol, que le permitiera a los más chiquitos tener la posibilidad de jugar en club digno. Un 15 de julio de 2012, en la cancha de la capilla Nuestra Señora de los Milagros, se hizo el primer torneo infantil organizado por Arroyito Seco. Aquella competencia fue sólo el puntapié del algo que en el futuro sería mucho más grande.

La consolidación

Arroyito Seco multiplicó a sus militantes: hoy trabajan cotidianamente entre 40 y 50 personas; mientras que indirectamente también participan otras 40 personas más. Uno de los casos de colaboración indirecta es el de la escuela Dante Alighieri, que hace dos años realiza un proyecto de extensión en el club –como lo llaman integrantes del Seco– a cargo de la docente Belén Barbero, llevando a adolescentes de 5º año para realizar diferentes actividades como kermeses y decorar las paredes de la institución con murales.

Además de la escuelita de fútbol, que participa domingo a domingo en la Liga Infantil de los Barrios, Arroyito brinda la posibilidad de hacer otras ocho actividades, todas de acceso libre y gratuito: hockey, talleres de lecto-escritura, música y arte, la revista Cortita y al Pie, el programa de radio Secos al Aire, un ciclo de cine y la Murga de los Renegados. También, ofrecen un servicio de comedor comunitario tres veces a la semana, una copa de leche por las tardes, de lunes a viernes, y la feria ambulante La Costerita, en distintos puntos clave del barrio, todos los sábados.  Todos estos espacios son sostenidos por la autogestión y por donaciones de personas, programas estatales y colaboraciones de políticos que se acercan a la institución.

La escuelita de fútbol que inició hace cinco años quedó chica para las expectativas de quienes dieron nacimiento a este proyecto barrial, que por ahora no tiene techo. “Ninguno se imaginó que esto iba a crecer tanto. Yo creo que no dimensionamos lo qué es Arroyito hoy; pero de lo que sí estamos seguros es que formamos una familia que trabaja por el barrio y desde el barrio”, expresó Raúl Super Saucedo, uno de los fundadores del Seco.  

Un solidario centro al mañana

En 2015 Arroyito Seco se constituyó como asociación civil, una figura legal que le permitió entre otras cosas ganar una licitación del Plan Abre y construir un salón y cancha propia en la Manzana 6: entre la Plaza Evita, el Polideportivo y el terraplén. “Yo creo que Arroyito se potenció con la construcción del salón y la cancha. Antes ya brindábamos talleres y actividades, pero se daban en las casas de los vecinos. Ahora estamos consolidados en un lugar fijo y el club tiene todos los días las puertas abiertas”, afirmó Mariano Montagna, otro de los miembros históricos.

Con las actividades que brinda, Arroyito construye cultura desde el barrio, y no sólo reproduce una que le es ajena e indiferente. Sobre esto, Juan Saba, profesor de guitarra en el Taller de Música, explicó: “Arroyito es un espacio de creación cultural porque se está trabajando una revista y un programa de radio, se está proyectando un ciclo de cine, hay un taller de música y una murga. Son actividades recreativas que tienen que ver con la creatividad y la imaginación. Desde mi punto de vista, estamos fomentando ciertas actitudes y costumbres que consideramos sanas. Todo esto tiene relación con y desde la salud mental hasta los derechos humanos. Nosotros consideramos que todas estas cuestiones, son baches que deja el Estado y Arroyito viene a tapar”.

Lazos sociales

En un contexto social donde muchas veces prima lo individual por sobre lo colectivo, y la confianza en organizaciones políticas es escasa, Arroyito Seco se establece como una institución que crea lazos sociales, entre ajenos y propios, dentro del barrio y fuera.

Sobre esto, Juan Saba, aseguró: “En una sociedad golpeada por el individualismo, que genera que nos encerremos en nosotros mismos, Arroyito genera lazos desde abajo. Las personas que bancan con unos mangos nuestros eventos o que nos donan instrumentos para el taller de música, por ejemplo, o el político que te da algunos pesos, son lazos que el club supo construir y que confían en nuestro trabajo. Desde un punto de vista, Arroyito consigue que se una la sociedad por un buen fin, cosa que la mayoría de los políticos no han hecho ni parece que tengan intenciones”.

En Arroyito Seco no existe una jerarquía de cargos, se sostiene la horizontalidad por sobre la verticalidad. Saucedo sobre esto dijo: “En Arroyito todos tenemos la misma voz. Valemos todos lo mismo. La horizontalidad es una característica difícil de encontrar en otro lado, casi no existe. Acá no tenemos jerarquía y ese es el potencial nuestro: poder debatir entre todos y crear a través de la voz de cada uno de los integrantes del club. Eso contribuye a que cada uno de los que venimos nos sintamos parte de esto y nos quedemos.”

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Con esta estrategia, que es más lenta que otras formas de construcción social pero que representa de una forma mucho más fiel lo que necesita un barrio, Arroyito Seco va estableciendo más espacios necesarios en Alto Verde. “Cada vez que abrimos un taller o actividad es porque nos lo imaginamos antes y vamos probando a ver si sale. Nunca tuvimos la certeza de que algo de lo que está hoy, funcionara. Y así se hacen las cosas en Arroyito: soñando y probando. Hace un tiempo había dos o tres personas que tenían ganas de darle de comer a la gente del barrio, y los recursos no estaban, pero lo hicimos igual. Intentamos con una copa de leche primero, y de a poco, fuimos consiguiendo los recursos. Hoy tenemos la copa y un comedor. Son más de 60 familias las que diariamente buscan su ración de comida en el club. Entonces, por ahí no nos damos cuenta de lo que generamos, pero en el caso del comedor, ¡le estamos dando de comer a la gente! Es una locura y a veces no lo dimensionamos. Quizás uno piensa que está dando una manito en algo, pero es mucho más”, afirmó Saucedo.

¡Por los pibes, todo!

En 2012, cuando Arroyito Seco estaba naciendo, los primeros militantes estaban de asamblea una tarde de sábado. Al final de la jornada, Edgardo Pingui Ramírez, un viejo muy conocido del barrio por su labor con los más chiquitos en clubes de fútbol, dijo una frase que quedaría hasta hoy como lema de la organización: “¡Por los pibes, todo!”. Giuliano Carnaghi, otro de los fundadores, recordó: “Pingui empezó a hablar y en un momento dijo: ‘nosotros tenemos que hacer todo por los pibes, porque hay que hacer por los pibes todo, y todo por los pibes hay que hacer’, los que estábamos reunidos nos empezamos a reír porque lo había repetido ocho o nueve veces seguidas, de forma capicúa. Y entre las carcajadas, quedó la frase: ¡Por los pibes, todo! Que creo, tomándome un poco el atrevimiento de pensar por el viejo, o quizás fue lo que yo sentí en ese momento, quiso decir que muchas veces se estigmatiza a los jóvenes, o se le quiere sacar cosas, se le quiere dar una connotación negativa. A pesar de las cagadas que se pueda mandar la juventud, siempre hay que laburar para ellos, porque el futuro está ahí. Pingui lo sintetizó ahí, en esa frase. Todo lo que tengamos, todo lo que podamos hacer, tiene que ser por los pibes”.

Es difícil meter dentro de una categoría a Arroyito Seco: es un club, un centro cultural, un comedor barrial o un lugar de encuentro entre amigos, entre tantas otras cosas. Juan Diego García, participante de la revista Cortita y al Pie, respondió lo que es la institución para él: “Es la apertura de un conjunto de preguntas sencillas sobre cómo queremos que sea la vida y cómo emprendemos el esfuerzo individual y colectivo, inmediato y a largo plazo, para construir eso que deseamos y necesitamos. Arroyito lleva adelante un trabajo territorial en Alto Verde cuyo objetivo general es la creación y articulación de espacios de encuentros, entre y para vecinos y no vecinos del barrio, que permitan la puesta en común de las capacidades y la participación de todos en la construcción de un ser, en conjunto, alternativo: un barrio más justo, solidario e inclusivo. Arroyito trabaja partir de preguntarse cuáles son las mejores maneras de resolver necesidades comunes y toma en manos propias la construcción de sus soluciones, de manera autónoma. En este sentido, hay un valor de autodeterminación que sólo es compatible con una lógica de la organización descentralizada, horizontal, plural y hospitalaria”.

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