Paradojas del matriarcado

Adriana Rodríguez encabeza el elenco de actrices santafesinas en la adaptación de García Lorca: Bernarda: ni un gesto de indulgencia.

Entrevista a Exequiel Maya: “El lugar de la madre es muy importante”.

“Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón”, dirá Bernarda apuntando con su bastón. Y la genialidad de Federico García Lorca (una de sus tantas) quizás radicó justamente en dejar en evidencia esta paradoja de una familia estructurada bajo el matriarcado encarnado por Bernarda Alba hacia sus cinco hijas y sus criadas, pero que tiene como fin reproducir el patriarcado de su época. Estamos hablando de los convencionalismos de la España de 1936 donde, si bien hacia el interior de la familia las decisiones están en manos de una mujer, esta reproduce comportamientos que implican la creencia de la superioridad de los varones hacia las mujeres.

El año pasado se estrenó bajo la dirección de Exequiel Maya una versión local de La casa de Bernarda Alba retitulada Bernarda: ni un gesto de indulgencia, con un gran elenco de actrices santafesinas integrado por Adriana Rodríguez (Bernarda), Nelda González (“La Poncia”, criada de confianza); sus hijas, Daniela Romano (Adela), Marisa Ramírez (Martirio), Luciana Lezcano (Angustias), Carolina Mráz (Magdalena), Ana Paula Borré (Amelia). Rosa Ana Sánchez es la otra criada y Stella Maris Curi representa a María Josefa, la madre de Bernarda.

En toda la obra existe una dinámica de tensión-distensión permanente que permite romper el estricto control en los momentos donde Bernarda no está presente. Eso ilumina el ambiente lúgubre y pesado que caracteriza esta pieza que, si bien mantiene su vigencia como dijimos al principio, nos permite por momentos relajarnos y disfrutar la vida, con todos sus matices.

El director Exequiel Maya revela algunos detalles de la obra: “Hace mucho que vengo pensando dirigir este clásico de García Lorca. Entonces empecé a bocetar un posible elenco santafesino donde ya imaginaba el rostro de Adriana (Bernarda), que me parecía tan lorqueano, tan fuerte en su gestualidad y de una enorme potencia dramática. Como las demás actrices que fueron apareciendo en mi cabeza. Por otro lado, creo que es la obra de Lorca más cerrada en cuanto a la universalidad de sus temas. El tema de la represión atraviesa épocas y espacios. Y en este caso, la represión y el control dominan el interior de una casa bajo luto que le impone una madre a sus cinco hijas, que si bien está tratado en un ambiente micro, podemos trasladarlo a cualquier experiencia política de cualquier país y no solo tenemos que pensar en la aldea de Lorca sino en cualquier familia de cualquier ciudad”.

—¿Qué te conmovió de “La Casa Bernarda Alba” para decidir embarcarte en este proyecto?

—La ligazón que encuentro con Lorca en cuanto a mi gran afinidad hacia el universo femenino y que el autor conocía muy bien. Creo que en esta obra en particular lo plasma como ninguna otra. Si bien la mujer tiene un rol protagónico en esta trilogía rural (Yerma, Bodas de sangre y La Casa de Bernarda Alba) el protagonismo de la voz femenina no solo se da en las mujeres de las clases altas sino de clases subalternas (las criadas) o mujeres de pueblo. Entonces, a eso lo he ligado con las mujeres de mi propia vida, con las mujeres que tienen presencia dominante en mi familia o mi entorno. Para mí el lugar de la madre es muy importante.

—¿Qué decisiones tomaste para realizar la adaptación?

—La adaptación pasó fundamentalmente por dos cosas: sacar personajes secundarios que no modificaban las historia y la otra fue en el lenguaje: sacar el “tu” y reemplazarlo por el “vos”, para volver la temática mucho más cercana y familiar a nosotros. Esas son las modificaciones sobre el texto. Después hay otras modificaciones que tienen que ver con correrme de los estereotipos.

—En esta versión hay un montaje muy particular y una mirada personal hacia la puesta en escena...

—Sí, la música de los 80 que estructura la obra, por ejemplo. Siempre fue muy significativa en mi vida y los temas seleccionados tienen que ver todos con la temática de la obra: la represión y el encierro. El tema de Mecano “Maquillaje” interpretado por Ana Torroja suena mientras Martirio se maquilla, acción que luego le costará la reprimenda de su madre Bernarda. Otro tema es “Enjoy the silence”, de Depeche Mode, y tiene que ver con que Bernarda impone silencio en la casa tanto a sus hijas como a las criadas que están siempre cotorreando o hablando por lo bajo. Y ese también es el quiebre, el aporte de contemporaneidad. En relación a la escenografía, si bien es despojada, hay un hermoso juego coreográfico con las rejas que representan el interior y el afuera de forma muy simbólica. El color del vestuario de los camisones de las chicas, entre otros detalles, también se aleja de las puestas más tradicionalmente lorqueanas.

—¿Como es tu Bernarda?

—Es una pieza clave en la mirada particular de mi puesta. Esta Bernarda, originalmente encasillada en el personaje de la villana, con una naturaleza dura, autoritaria y austera, aquí se muestra por momentos (aunque sean ínfimos) quebrada y frágil. Bernarda acciona bajo la premisa de que ella es así “porque no me enseñaron a ser de otra manera” tal como lo afirma en el texto de la obra. Es un mujer que ante todo permanece fiel a la tradición “en casa de mi abuelo se hizo así y en mi casa también”.

—En la obra hay un contenido sexual muy explícito...

—Sí, y queda de manifiesto en la escena de las hermanas más rivales Martirio (Marisa Ramírez) y Adela (Daniela Romano), donde se da un encuentro entre la primera que nunca tuvo novio y su hermana menor que tuvo relaciones con Pepe el Romano. Lo que sucede en esa escena es casi una violación de parte de Adela hacia su hermana. Ella le trasmite esa pasión desenfrenada que vivió con él y la hace explotar, por eso llega casi al desnudo. Es una escena muy jugada, de mucha sexualidad, aunque cargada de violencia. Y hay más...

—A diferencia de la obra original pueden verse algunos momentos de gran ternura entre las hermanas. ¿Podemos afirmar que es tu “gesto de indulgencia” como director hacia esta tragedia?

—Eso tuvo que ver con romper un poco con la mirada tradicional donde las hermanas se detestan entre sí y empezar a trabajar con cosas que iban aportando las actrices. En el caso de Amelia (Ana Paula Boré) a diferencia de otras obras que había visto donde es un personaje muy arisco, el de Ana me pareció un rostro muy dulce y me permitió interesante trabajar con ella la faceta conciliadora y solidaria de las hermanas. Las hermanas a lo mejor no son tan rivales y eso se cruza mi idea de que se cuele la comedia sobre todo introducida a través de Magdalena (Carolina Mráz). Yo quería que entre el humor y no para ser complaciente con el público, sino para divertirnos nosotros también durante el proceso.

Cuándo y dónde

Bernarda: ni un gesto de indulgencia estrena su segunda temporada el 6 de abril en la sala Loa, 25 de Mayo 1867. Podrá verse alli todos los viernes a las 22.00.

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