Todo pasa realmente

Jorge Valente y su máquina de los recuerdos, los sábados de junio en La 3068.

La extraordinaria vida de Jorge Valente se estrenó sábado 2 a sala completa y seguirá en cartel durante todo el mes en La 3068 (San Martín 3068), siempre desde las 22. Se trata del debut como director del también actor Javier Bonatti.

Las anticipadas se consiguen en Del otro lado libros (25 de mayo 2867). El proyecto fue distinguido en la categoría Producción Emergente de la Convocatoria 2017 del Programa Escena Santafesina.ç

A extraordinaria vida, extraordinario mundo

"Un artista total que busca la trascendencia con la muerte pisándole los talones", sería a trazos muy gruesos el móvil de esta puesta en escena en la que las preguntas son las que determinan las respuestas (¿son varios actores encarnando al propio Valente? ¿es Valente el que va eligiendo qué cuerpo ocupar? ¿cuándo recuerda y cuándo sueña?): "Todo lo que habita la escena es parte del mundo que Valente construye. Y esa construcción es absolutamente arbitraria, pero no por eso poco clara: cada elemento (luz, vestuario, objeto) cargará con lo profundo de una emoción que obligó a Valente a ponerlo en escena", contestan desde la producción.

La ficción y el plano onírico no son irreales, esa es la posición tomada y es en consideración a ello que las cosas van pasando: "La propuesta se esfuerza, no en confundir, sino en hacer de lo onírico un gesto político; lo que hay de real o lo que hay de ficción no es lo importante, lo importante es lo que trasciende, lo que conmueve, lo que perturba, lo que mata y lo que hace vivir."

El argumento

La obra se construye de momentos, de retazos de recuerdos de la vida de este “artista total” que en un momento de su vida decidió hacer su autobiografía y se dio cuenta de que el papel no le alcanzaba, de que la obra debía ser corpórea, de que sería una autobiografía teatral. Este momento elegido no es casual: Valente sabe con certeza que morirá a los 59 años y algo de lo mágico que lo habita supone que arriba de un escenario, quizás, la muerte no se atreva a llevárselo.

Es así como inventa un mundo de fragmentos de su vida, que muchas veces aparecen y lo toman por sorpresa, lo desbordan o lo ponen en conocimiento de hechos que desconocía. Y buscando este pasado, inventa un Dispositivo que le permite traer al presente sensaciones de esos momentos viejos, en un intento de que aquello no solo siga latiendo, sino que siga haciendo latir su propio corazón.
Los recuerdos se entremezclan con construcciones presentes que, lejos de desdibujarlos, les otorgan nuevos sentidos y los estallan emocionalmente. Viejos directores de TV dando absurdas indicaciones, editores inescrupulosos y amorosos, una madre enferma y un padre que de tanta ausencia se vuelve más y más corpóreo en sueños que no son tales, unos padre y madre adoptivos desbordados por el desborde creativo de un incontenible niñito Valente que no quiere irse a dormir, un amor pasado que de tan pasado se hace más y más presente y vuelve para volvernos a aquel patio ventoso donde Jorge y Nina juegan a las escondidas entre bandadas de pájaros.

Hacer teatro para sobrevivir.

“Mi nombre es Jorge Valente. Soy artista”.

Actuar, vivir.

Valente no se pregunta qué vino primero, porque no hay devenir de algo hacia un otro: es lo mismo.

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