Las cámaras, aún lejos de la paridad

(Julieta Ferrario)

La ley de paridad tuvo su debut, pero la rosca de las listas sigue favoreciendo a los varones.

En la madrugada del 23 de noviembre de 2017, casi sin aviso, diputadas de todos los bloques articularon una exitosa estrategia que permitió dar sanción definitiva a la ley de paridad de género para candidaturas legislativas que había tenido media sanción del Senado en octubre de 2016. La ley fue aprobada con 169 votos a favor y solo 5 en contra.

La normativa comenzó a regir en estas últimas elecciones, donde se renovó poco más de la mitad de la Cámara de Diputados y un tercio de la Cámara de Senadores. Las
candidaturas, efectivamente, presentaron paridad: las boletas intercalaban candidates de ambos sexos (lejos estamos aún de salir de este binarismo e incorporar, por ejemplo, un cupo trans).

Pero como la renovación de las cámaras no es completa, los varones siguen siendo mayoría en el Congreso. Y a esto se le suma otro factor: si bien las listas respetaron la paridad, en su gran mayoría fueron encabezadas por varones, con lo cual se aseguraban su entrada, pero no la de la compañera que los secundaba.

Unas más, una menos

El próximo año, la Cámara baja incrementará el número de mujeres respecto de la conformación actual: de las 257 bancas, 104 serán ocupadas por diputadas y 153 por
diputados. En el Senado, recinto que siempre huele un poquito más a naftalina, habrá un retroceso: el número de mujeres bajará de 29 a 28. Los varones siguen siendo amplía
mayoría con un total 44 sobre 72.

Quizás el dato que puede hacer la diferencia en la Cámara alta es que ya no la presidirá Gabriela Michetti y su lugar lo ocupará una mujer que, de mínimo, sabe el reglamento y cómo funcionan las cosas ahí adentro: Cristina Fernández de Kirchner.

Mucho más que dos

En tiempos de revolución feminista, a casi 10 años de la sanción del matrimonio igualitario, con una lucha sin tregua del colectivo trans por el reconocimiento de sus derechos más básicos (trabajo, educación, salud, vivienda) y con la emergencias de nuevas formas identitarias que buscan y necesitan representación, la ley de paridad parece llegar tarde y ya un poco antigua. Hay mucho más que varones y mujeres en la sociedad que vivimos y queremos construir.

El portal de noticias Agencia Presentes realizó un relevamiento para conocer a les candidates del colectivo LGBTIQ+ que serían parte de las elecciones del pasado 27 de octubre en diferentes jurisdicciones y cargos (diputades, concejales, intendentes).

El medio encontró a 21 candidates que se reconocían abiertamente como gays, lesbianas, trans, bisexuales y no binaries. Para el Congreso de la Nación sólo hubo una mujer trans postulada, Paula Arriaga, en el puesto 10 de la lista de diputades del Frente de Todos de Ciudad de Buenos Aires. No entró.

Quien sí logró renovar su banca en la Cámara baja fue Leonardo Grosso. El legislador, también del Frente de Todos, de la provincia de Buenos Aires, tendrá su primer mandato como marica, tal como él reconoce su identidad que hizo pública en noviembre del año pasado. “Tiene que ver con una historia de sororidad marica con las compañeras trans y con resignificar un término que se usó mucho tiempo de forma despectiva para construirlo en una reivindicación orgullosa de la construcción de la identidad autopercibida”, señaló a Presentes.

También tendrá su primer mandato como diputado nacional Maximiliano Ferraro, gay, primero en la lista de candidatos de Juntos por el Cambio en Capital Federal. Ferraro viene de ser legislador porteño, donde presentó una modificación a la Ley de Sangre para que no se requiera información a donantes respecto de su identidad de género, orientación sexual o cualquier información que resulte discriminatoria. Según declaró, está a favor del aborto legal y de la Educación Sexual Integral.

La tercera de esos 21 en conseguir un cargo es Carolina Pedelacq, la única lesbiana que forma parte de este relevamiento. Pedelacq será concejala del Frente de Todos en la localidad de San Martín, Buenos Aires.

Es poco probable que entre los 257 diputados/as y los 72 senadores/as no haya más gays, lesbianas o bisexuales. Es casi imposible estadísticamente. Pero los prejuicios parecen estar, aún, muy arraigados en los máximos puestos de poder y seguir en el clóset parece ser lo más seguro y/o conveniente para muches.

Representación santafesina

La provincia de Santa Fe renovó 10 de sus 19 bancas en la Cámara de Diputados: cinco quedaron en manos de Juntos por el Cambio, cuatro para el Frente de Todos y una para Consenso Federal. Las cinco listas que se presentaban en la provincia tenían a varones encabezando, por lo cual, una vez más, se quedaron con la mayoría de los cargos en disputa: serán seis varones y cuatro mujeres.

Por el oficialismo nacional ingresarán Federico Angelini, Ximena García, José Carlos Núñez (que va por su segundo mandato), Carolina Castets y Juan Martín. Por el Frente de Todos renovaron sus bancas Marcos Cleri y Vanesa Massetani, e ingresarán por primera vez Alejandra Obeid y Germán Martínez. Finalmente, el socialista Enrique Estévez será el único representante de Consenso Federal.

Agenda feminista

Para los desprevenidos, sólo basta con mirar los enormes listados de temas que se abordan en los talleres de los encuentros plurinacionales de mujeres, lesbianas, trans, travestis y no binaries, para entender que la agenda de los feminismos es mucho más que el aborto legal (aunque claro, también lo es).

Pensar que el voto del movimiento de mujeres se dirime, solamente, en una lucha de colores -celestes y verdes- es subestimar a una de las fuerzas revolucionarias más potentes que hay hoy en el país y el mundo. No se olviden chiques que las mujeres le hicimos el primer paro a Macri, el 19 de octubre de 2016, y que ese hecho movilizó la construcción del primer Paro Internacional de Mujeres el 8 de marzo de 2017.

Esa expresión de hartazgo se desató luego de una semana en que las encuentreras habían sido ferozmente reprimidas en Rosario y de los femicidios de Lucía Pérez, Marcela Crelz, Nuria Couto y Natalia Grenbenshicova. Pero también ante la aplicación de un modelo económico que ya precarizaba y pegaba aún con más fuerza en mujeres, lesbianas, travestis y trans. Inflación acumulada del 40%, el desempleo siempre más alto para las mujeres (10,5 frente al 9,3 promedio) y la falta de acceso total a derechos básicos de las trans/travas. “Si mi vida no vale produzcan sin mí”, fue la frase que se convirtió en consigna.

La ley de paridad ha sido uno de los reclamos de los feminismos. Necesitamos ocupar esos espacios de decisión, de representación, tener voz propia, poner en agenda temas que de otra manera -sin nosotres- jamás llegarían: la brecha salarial, la educación sexual integral, el acceso a métodos anticonceptivos, el aborto legal, las licencias por maternidad/paternidad, la distribución equitativa de las tareas de cuidado, el cupo laboral trans, la feminización de la pobreza, el acceso pleno a la salud de las personas con VIH, los derechos sexuales, el medio ambiente, el uso de agrotóxicos, las migraciones y muchos temas más que están hoy en los debates y las consignas del movimiento de mujeres y disidencias.

Ahora son los partidos políticos los que tienen que asumir una doble responsabilidad: por un lado dar lugares de poder real a las mujeres de sus espacios y, por el otro, que esas mujeres sean quienes lleven al Congreso la agenda de los feminismos. Sino será solo un conteo de vaginas y penes pero con las mismas formas arcaicas y patriarcales de ejercicio de la política y el poder.

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