“Han pasado algunos días. Yo he deseado no mover más los recuerdos y he preferido que ellos duerman, pero ellos han soñado”. Felisberto Hernández

Todo empezó con la visita del alienígena. Pensé que eran unos días pero luego se convirtieron en meses. Al principio no entendía para qué vino, en realidad sigo sin entender. Lo miro y no descubro nada. Quise prepararme y pensar las preguntas. Intenté planificar posibles respuestas para profundizar en la búsqueda.

No todos los días uno puede hablar con un ser de otro planeta y debe ser preciso. Al menos lograr la mejor entrevista. No podía arrancar con el cuestionario de Proust y decirle: ¿Tiene un lema? ¿Debería tutearlo o tuitearlo? Tampoco puedo arrancar diciendo: qué libro te llevás a una isla desierta. De todas maneras por momentos pareciera que sabe lo que pienso. Si me viene una pregunta la respuesta aparece en mi cabeza. Siempre se anticipa. Está ahí sentado y observa.

Dicen que para lograr una buena entrevista uno debe conocer a su entrevistado. Por suerte desde muy chico y por falta de buenas recomendaciones leí: Recuerdos del futuro de Erich von Däniken. Y no conforme con eso, fui a charlas con especialistas de la talla de Fabio Zerpa. Ahí mediante un VHS me explicaron el origen de las bases subterráneas en el Cerro Uritorco.

Aún no había hecho mi viaje de séptimo grado a Carlos Paz, empresa que realicé gracias al azar.

Mi vieja tenía el sueldo congelado, debíamos varias boletas de la luz y la hija de la dueña de la despensa venía a cobrar con la libreta en mano a la puerta de casa. Era un anticipo del homebanking. Mandábamos cartas al programa de Susana con etiquetas de productos que no recuerdo. Guardábamos tickets de un supermercado porque sorteaban un auto. Llegamos a la final. Ganamos un mate de plástico con el logo del súper impreso y vimos a Las Primas en vivo.  La suerte y la ausencia de control hizo que con mi hermano compráramos una raspadita (la Vaquita) y ganamos $ 10000 australes que estaban mutando a $ 1000 pesos. Pagamos las cuotas vencidas, hicimos una reestructuración de deuda con la despensa, me compré zapatillas, un jean y viajé a Córdoba. Siempre tuvimos suerte, incluso más de la que pensábamos tener.

Preparo el mate. Creo que es el tercer termo. Contra las indicaciones de Amaro Villanueva, le pongo yuyos porque para acidez ya están los medios. Hoy me prometí dejar de fumar y llevo armados tres de tabaco suelto. Creo que el extraterrestre sonríe o me parece a mí. Es bastante inexpresivo. Sigue sin entender mi obsesión con la temperatura del agua. Y me pregunta cuántas pandemias tienen que pasar para que seamos humanos.

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