El diario no hablaba de ti

Hace unos días se convocó a un #Banderazo a favor de la propiedad privada, la Constitución Nacional y la familia Vicentín; y en contra de todo lo demás. La cosa es que tras el manto del slogan “Todos somos Vicentín”, desfiló un bricolaje de reclamos a favor de lo que dicen en la tele. O en contra, no importa.

En lo que a frases fundantes refiere, el 2001 nos dejó el “Que se vayan todos”. Del 2008 y el grito de De Angeli heredamos “El campo somos todos”. Me despierto un domingo de junio de 2020 y de golpe resulta que me apellido Vicentín porque “Todos somos Vicentín”. Sin embargo, y a juzgar por el saldo de mi Cuenta Sueldo, como mucho debo ser pariente lejano de don Héctor porque compartiremos apellido pero no los millones. No, los 18 mil millones de pesos que les debe al Estado tampoco. Qué loca esta nueva normalidad. Antes del Covid portar el apellido de un estafador era una deshonra; ahora es revolucionario. Una familia que le debe de manera deliberada a sus acreedores un total de 1350 millones de dólares resulta que es una víctima del gobierno comunista y oscurantista de Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora. ¿Parece un chiste? Sí. Pero sentate porque cuando te cuente que no es lo que parece te caés de orto.

Aparentemente, de forma espontánea (guiño) y en un montón de ciudades del país, la gente salió a la calle en pleno ascenso de la curva de contagios a meter banderazo por los ítems ya mencionados. Las manifestaciones más difundidas fueron las de Buenos Aires y Avellaneda (Santa Fe). Yo accedí a la cobertura del canal TN en diferido. Y escuché con mis propios ojos algunos de los reclamos de quienes violaron el aislamiento en CABA. También escuché otras cosas que no califican como reclamo pero que representaron el 80% de las cosas contra las que se protestaba y que me encantaría transcribir.

“El virus vino a curarnos”. Esto es un claro ejemplo de negación del segundo principio de la Lógica, el de no contradicción. Si es virus no cura y si es cura no es virus. A lo sumo te inmuniza… si no te mata antes, claro. ¿Pero qué tiene que ver con Vicentín? Andá a saber.

Un masculino sexagenario profesó que todo esto es “un plan del diablo” (sic). Y lo fundamentó (sí, lo fundamentó) en una teoría numerológica con el 6, claro. Pero siempre a partir de sumar 3 + 3. Dijo algo de que el FMI tiene 3 letras y que Jesús se murió a los 33 y que entonces FMI 3 + 3 del 33 dan 6. ¿A qué refería con “todo esto”? A la pandemia. Una señora habló de una medicina germánica y de que existe el virus pero no el contagio. Otra vez lo de la lógica: si es virus, contagia. Es tautológico señora, no me haga poner nervioso. Otra doña dijo que había que “cuidar la libertad y cambiar la alimentación”. No faltó, claro está, el buen ciudadano que está cansado de “bancar chorros con la plata de mis impuestos”. Otro que cuando se entere que la plata de sus impuestos se la fugó Vicentín en los créditos que le dio el Estado se cae de orto. ¿Habrá habido inquilinos e inquilinas en el #Banderazo a favor de la propiedad privada también?

Hubo quienes aprovecharon el Día de la Bandera para vociferar que la nuestra “es celeste y blanca y no roja como la comunista”. Sí, salieron a protestar contra el comunismo. Nico del Caño se sintió en los Oscar por una noche. Y Venezuela. Y chavismo, el gran fantasma bolivariano. La obsesión de la clase media: no ser Venezuela.

Fácil es echarle la culpa de las declaraciones anteriores a la idiotez, ignorancia o fanatismo. También al clasismo, al egoísmo o la avaricia capitalista. Hacer memes con eso es fácil. Pero un poco más difícil es ver qué discursos reproducen. Qué es lo que está detrás movilizando la idiotez, la ignorancia o el egoísmo. Y ahí es donde los medios de comunicación, casualmente, dejan de mirarse el pupo. Porque en este odio e ignorancia, el periodismo tiene mucho que ver.

A nadie le surge espontáneamente odiar o ser ignorante. Tampoco defender multimillonarios que estafaron al Estado, con complicidad del Estado. Durante noviembre de 2019, el Banco Nación le otorgó a Vicentín casi un crédito por día. Más de 86 millones de dólares en un mes que no se sabe dónde están. ¿Los tendrán quienes salieron a proclamarse vicentines en el banderazo patrocinado por Vicentín? Yo saldría a cacerolear en contra de esos créditos.

Pero como dijo Joaquín Sabina, aunque a Baglietto le sale mejor: “El diario no hablaba de ti”. O sea, en Clarín de esos créditos ni jota. Entonces no me enteré. Y por lo tanto no me indigné. Y si no me indigné, ¿por qué voy a protestar? ¿Por qué voy a odiar? ¿Por qué me voy a sentir engañade? Si no accedo a la información, ¿cómo no voy a ser un ignorante?

Mientras tanto, en el videograph del noticiero siguen diciendo que a piscis y a acuario les toca el vinagre y la hiel.

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