La concejala Jorgelina Mudallel afirma que los gobiernos de Néstor y Cristina recuperaron la esencia de Perón y de Evita.

Por Jorgelina Mudallel (*)

Cuando pienso en Néstor Kirchner, enseguida se me viene una frase a la cabeza “el amor vence al odio”. Néstor para mí es eso. Es la persona que me interpeló y me hizo dar cuenta de que si realmente yo quería cambiar algo, tenía que involucrarme de otra manera, priorizando el bienestar de la gente, desde un lugar de empatía, generosidad y vocación de servicio.

Cuando digo de otra manera, me refiero a la idea de reconocer en la política, la verdadera herramienta de transformación. Néstor abrió las puertas para que miles y miles de jóvenes podamos reconciliarnos con la palabra “política” y la adoptemos como forma de vida, sin miedos ni prejuicios.

Si bien a lo largo de mi vida milité en distintos ámbitos, mi militancia política partidaria empezó el 27 de octubre de 2010. Recuerdo todo, como si hoy estaría en ese mismo lugar haciendo lo mismo.

Era el día del Censo Nacional, estábamos estudiando en la casa de Lichi, un compañero de la facu. Tocan el timbre, llega la censista con la noticia de que había fallecido Néstor Kirchner. En ese momento me quedé paralizada. A pesar de que puedo reconocer en las transformaciones ocurridas a partir de “la 125” como hecho fundacional, no fue hasta el día de su fallecimiento que comprendí que había llegado la hora de dar un paso más.

Yo siempre digo que soy peronista por herencia y elección. Provengo de una familia peronista, aunque mis padres, al igual que muchas personas de su generación, habían atravesado una especie de “divorcio” con el justicialismo. El que sí me hablaba de peronismo y mencionaba a Perón y Evita como lo mejor de su vida era el Coco, mi abuelo.

El Coco fue empleado del Ferrocarril en San Cristóbal, peronista de esos que votaban al justicialismo sin darle demasiada importancia a quién era el candidato. De hecho en mi casa siempre se discutía por Carlos Reutemann y le decíamos a mi abuelo que nos había inundado y yo le repetía que si lo votaba a él “estaba todo mal”. El viejo Coco vivió los primeros años del kirchnerismo muy atento a todo lo que pasaba y me repetía constantemente: “El tuerto ese sabe hacer las cosas”. Coco me introdujo en el peronismo y Néstor Kirchner en la militancia.

Las generaciones que nos sumamos a la política durante el kirchnerismo incorporamos una visión más crítica de quienes nos representan. No somos juventudes que vamos a las urnas sin cuestionar, como hacían nuestrxs abuelxs, que reconocían en ese acto la lealtad más pura hacia el justicialismo, el movimiento que les había dado todo. Nosotrxs somos juventudes críticas, formadas desde las ganas de protagonizar, y desde mi total convicción aseguro que eso lo inició Néstor, o de alguna manera es posible afirmar que continuó el legado de esa generación a la que el mismo perteneció.

Yo le adjudico a la figura de Néstor el comienzo de una nueva política, una política que tuvo la capacidad de atraer y de sumar a muchxs jóvenes después de décadas de descreimiento sin poder encontrar un lugar que nos haga sentir parte y nos represente, como así también de reconciliar a otras generaciones que se habían alejado y no pensaban volver a sentir eso hasta mayo de 2003, cuando todo cambió. Néstor lideró el nacimiento de un Nuevo Peronismo, el Peronismo del Siglo XXI. Y estoy convencida que de la misma forma que mi abuelo me contaba de Perón y Eva, yo les hablaré a las generaciones que vengan sobre Néstor y Cristina.

(*) Concejala de Santa Fe

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