“Hay secretos”, de Canticuénticos, permitió develar un caso de abuso sexual. Integrantes del grupo explican cómo articulan educación y arte para las infancias.

“Hay secretos enormes que te vienen a asustar… No se tienen que guardar los secretos que hacen mal”. Los daños que sufren niños y niñas pueden ser muy difíciles para ser puestos en palabras por ellos y ellas. Los temores, la falta de comprensión exacta de los que les sucede, el retraimiento y la aflicción que implica un hecho tan espantoso como el abuso sexual requieren una mirada atenta del mundo adulto para develarse. Eso fue lo que ocurrió con “Hay secretos”, una composición de Canticuénticos que permitió develar el abuso sexual sufrido por dos nenas y una adolescente en Zapala, Neuquén, por parte de un vecino. El pasado 7 de abril, el hombre fue condenado a tres años de prisión condicional por aquel delito gracias a que la letra de la canción fuera comentada por una nena en su hogar.

Podría decirse que fue una historia con final feliz. Aunque no dejaría de ser una afirmación simplificada de todo lo que conlleva el trabajo del grupo musical santafesino en consonancia con la realidad de las infancias. Un trabajo que bien sabe ensamblar pedagogía y arte. Sobre esa cuidadosa labor, Pausa dialogó con Ruth Hillar y Daniel Bianchi, dos integrantes del grupo que se completa con Laura Ibáñez, Daniela Ranallo, Gonzalo Carmelé y Nahuel Ramayo.

—¿Cómo y por qué surgió la idea de escribir “Hay secretos”?

—Ruth: En 2017, sentí la necesidad de componer una canción que tratara de proteger y ayudar a nenas y nenes víctimas de abuso. Creo que las canciones pueden tener un poder enorme como para torcer ciertos rumbos y para influir en la vida de las personas y este tema era tan urgente que valía la pena intentarlo. Tuve asesoramiento de una profesional, Sabrina Medina, y escribí la letra a partir de la información que me compartió. Busqué que el lenguaje fuera sencillo y que referenciara sin nombrar. La canción se editó en 2018, en nuestro cuarto disco, y al año siguiente se editó en su formato audiovisual con un video muy bien logrado de Bichofeo Estudio. Desde el primer momento supimos que la canción empezaba a llegar ahí donde la estaban esperando, por los relatos y mensajes especialmente de docentes.

—¿Qué repercusión tuvo dentro de Canticuénticos lo ocurrido en Zapala?

—Daniel: Nos afianza en el camino elegido, nos da mucha confianza y ganas de seguir adelante. Nos emociona. También nos llena de responsabilidad saber que estamos ocupando un lugar muy sensible. Nos hace mirar hacia atrás y disfrutar orgullosos el camino que recorrimos como grupo en estos 11 años, tan lleno de crecimiento y aprendizaje. Por otro lado, viéndolo desde el rol de docentes de educación artística, la mayoría de nosotros lo somos, nos da la certeza cercana de lo importante que es el arte en la educación, ya que habilita la palabra en lugares donde la palabra sola no llega. También creemos que la ESI (Educación Sexual Integral) no se puede discutir más: tiene que ser implementada con toda la fuerza posible y sin medias tintas, porque estamos perdiendo tiempo en debates inútiles, y en ese tiempo perdido hay vidas e historias de vida que están esperando ser oídas y respetadas. ¡Con los chicos, sí! ¡Con mis hijos, sí! Así de claro debe ser el pedido.

—¿De qué manera trabajan los contenidos para las infancias? ¿Cómo se articula lo pedagógico, lo lúdico y lo artístico?

—Daniel: Tratamos de buscar el mix entre todo eso: habilitar el juego, lo corporal vinculado con el baile, lo divertido, pero también cuidar el aprendizaje, lo vincular, lo afectivo. La tarea es mirar el mundo con ojos niños y desde ahí ampliar la mirada de nuestros escuchadores: no evitar ninguna temática, ya que los chicos están continuamente preguntando por el mundo que les tocó habitar. Y hacerlo desde una mirada cercana, usando palabras y problemáticas cotidianas, que son las que nos definen y nos hacen únicos en medio de esta globalización que a veces es feroz. De eso se trata, creemos, ayudar a consolidar nuestra identidad.

—En ese camino, junto a la ESI, también aparecen cuestiones como el bullying y los estereotipos para prevenir.

—Daniel: El universo del niño es principalmente el juego: cualquier tipo de contenidos debe partir de ahí, para que los chicos lo acepten y lo incorporen. La ESI debe atravesar todas las áreas del conocimiento y trabajarse transversalmente: de qué manera puedo enseñar matemáticas, música, geografía, educación física desde una sexualidad respetuosa. Ese es el desafío para los docentes. Y el otro, que debe ser compartido por toda la sociedad, es reconocer un mundo diverso, rico y respetable, compartible, feliz desde la misma diversidad.

—Sobre los secretos, es interesante que las infancias puedan expresar sus sentimientos. El video de la canción cuenta con una delicada tarea de ilustración y animación. ¿Cómo se pensó esa idea en relación con la letra? ¿Por qué se eligió esa composición musical?

—Ruth: La idea de aprender a identificar los secretos, diferenciando los secretos chiquitos e inofensivos, como preparar una linda sorpresa para alguien, de aquellos que lastiman, que hacen mal, es lo que quiere transmitir principalmente la canción. Y que el miedo o la vergüenza que impiden contar lo que está pasando pueden superarse si del otro lado hay alguien que genera confianza, que transmite seguridad y contención. Quise hacer, además, ese llamado a los adultos que somos responsables de estar atentos, de ofrecer confianza, de brindar contención. Por eso en los estribillos cantan niñas, niños, hombres y mujeres. Los chicos pidiendo ayuda, los grandes haciéndonos cargo y asumiendo la responsabilidad de enfrentar el problema. Busqué, para la música, un género argentino que tuviera un carácter intimista y profundo y pensé que la vidala era la indicada. El arreglo instrumental estuvo a cargo de Nahuel (percusionista) y acompaña muy bien lo que se dice, desde la tímbrica.

—¿Se ha repetido que docentes trabajen con sus canciones y hayan descubierto realidades difíciles para niños y niñas?

—Ruth: La comunidad docente es y ha sido, desde los comienzos de Canticuénticos, gran difusora de nuestro material. En escuelas y jardines se han trabajado las canciones de nuestros cinco discos de maneras sumamente creativas y siempre nos llegan videos, fotos, mensajes. Los ocho libros de nuestra colección “Canticuénticos en papel” también son parte de las clases en cantidad de instituciones. Dentro de ese intercambio tan rico, nos han llegado relatos muy conmovedores, de situaciones que quisiéramos que nunca hubieran ocurrido. Pero sabemos que, mientras no erradiquemos estas violencias tan terribles, habrá una canción valiente que intentará volar lo más lejos posible tratando de ayudar a quien lo necesite.

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