Yuli: del barco al escenario

Yuli aprendió su oficio de músico en un taller infantil, empezó a cantar y fue precursor. En 2020 había cumplido 54 años en los escenarios. Foto: Rodrigo Rivero

A pocos días de su muerte, el recuerdo del cantante pionero de la cumbia santafesina.

Siempre que uno pesque juntas las palabras “cumbia testimonial”, es casi seguro que están hablando sobre el estilo del gringo Czeslaw Popowicz, que con su alter ego “Yuli” se convirtió en uno de los fundadores de este estilo tropical. Refugiado de guerra, nene de orfanato y después artista, fue la primera gran voz de Los Palmeras para después hacerse solista y recorrer un camino de perfil bajo y mucha entrega emocional: “Vos pasabas de un grupo al otro y cantabas los mismos temas. Pero más allá de eso a mí no me costó el traspaso, el público me siguió”, detalló entrevistado por Cumbia de la Pura en 2012: “Si hasta Cacho Deicas decía en su momento que lo que más quería era cantar como yo, porque las canciones la gente las tenía con mi voz”. Yuli murió el sábado 12 de junio a los 75 años.

El camino de Yuli tuvo muchísimas paradas en la pobreza, la tristeza y la soledad y eso se transmite en sus canciones. Nació en Bari, Italia, en 1946 en un campo de refugiados y ahí vivió hasta que se subió con su familia a un buque carguero y se bajó en Buenos Aires. Después de probar en Mendoza llegan a Santa Fe a seguir sobreviviendo en la miseria: vivieron debajo de puentes hasta que el Estado mandó a los chicos a un hogar.

Apenas estas palabras de reseña biográfica condensan algunos de los elementos más comunes en sus más de 30 discos. Además, las figuras de sus padres, la añoranza de un hogar que nunca tuvieron y de nostalgia en general sirven para referirnos, aunque sea vagamente, al ambiente en el que nos pone su sonido: guitarras sonando como dentro de un frasco y el acento exótico de este italiano por azar que también sufrió bullying por no hablar en castellano: “Nos costó mucho desprendernos del idioma polaco”, contaba.

Durante su infancia y adolescencia, se entusiasmó siempre con los talleres recreativos y artísticos, como el de aprender guitarra. Alberto Toto Fernández, acordeonista maestro de músicos, reclutó al joven Yuli para que aprenda a vocalizar “y a caminar el escenario” en su Orquesta Santa Cecilia. No pasó mucho hasta que se unió a Los Cumbiambas y también muy rápido ya se alistó en el recientemente formado Sexteto Palmeras. Miguel Carranza y Marcos Camino, respectivamente, también habían estudiado con Fernández, además tutor de un joven Darío Zanco.

En 1976 graba el primer disco de nuestra cumbia nativa: Los Palmeras, apoyados por el Chani Martín Gutiérrez, alcanza el éxito suficiente como para volver a viajar (“había que ir a Buenos Aires a grabar porque acá no había”) y hacer el segundo long play, Te regalaré mi vida. Hasta ese momento, los grupos de la zona interpretaban repertorios de otros artistas como los Wawancó o el Cuarteto Imperial, pero Yuli era de brazo caliente y quería cantar sus temas originales. Lo hizo y enseguida se identificó al grupo por eso, pero un disco más tarde la propuesta iba a ser como solista: Dime mi amor qué está pasando (1979) fue su debut como Yuli y Los Girasoles.

Por las complicaciones lógicas de las restricciones por la pandemia, quedó trunco el festejo por sus 54 años de trayectoria, que estaba programado para el 11 de septiembre en el Teatro Astros. El trabajo era su régimen de vida y nunca tuvo intención de dejar de cantar más allá y a pesar de todo: “Yo la peleé mucho. En el 90 privatizaron el laboratorio, ‘Gringo: afuera’. Pero con Yuli nos iba bien, llevaba el mango, edificaba. En el 2004 después de la inundación y de la operación del corazón, creí que no la contaba más. Tres metros de agua, perdí todo. Es una zona muy baja, a la que en aquel tiempo le fuimos ganando espacio. Yo era empleado público, me había casado, y la música fue en paralelo, peleaba en los tres frentes. Eso, en vez de salir un atorrante, porque el barrio marginado te puede llevar a eso ¿viste? Nada es imposible”, contó para una nota de Qué Sapa.

Un poco reacio a las entrevistas y al roce social, siempre repetía “les pido disculpas, pero soy aburrido, no tengo charla”, aunque siempre se mostraba dispuesto cuando se trataba de reconstruir la historia de cómo surgieron los primeros grupos de cumbia con canciones propias. Ahí sí le gustaba sumar su testimonio y nombrar a todas las personas que lo ayudaron y que él consideró importantes. Sus admiradores y sus colegas llenaron Facebook con fotos junto a este cantante humilde y de perfil bajo que cada vez que la vida lo azotó pudo salir adelante gracias a la música.

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