Un Sheriff poderoso en un país inexistente

La ONU no reconoce a Transnistria, un territorio pro ruso que se separó de Moldavia en 1990 y hoy es noticia por un club que derrotó al Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Juega en la Champions en representación de un país que no habitan. Una historia de rusos y fútbol luego de la caída de URSS.

Abran la ventana y escuchen: todavía hace ruido la caída del poderoso Real Madrid.

Una de las más grandes sorpresas que se dio a lo largo de la historia de la Champions League ocurrió la noche del 28 de septiembre de 2021 en el mítico Santiago Bernabéu. La Casa Blanca del fútbol mundial fue testigo del inesperado triunfo del FC Sheriff, 2 a 1 frente al Real Madrid. El club más ganador del trofeo tan deseado en Europa cayó contra un equipo que hace su debut en fase de grupos y que representa a un país que no habita, Moldavia.

El FC Sheriff es el orgullo de Transnistria, la región separatista de Moldavia que ningún otro país reconoce, pero que tiene la suficiente estructura para tener la dinámica de un país consolidado (presidente, bandera, moneda, ejército). Y como todo país también tiene equipos de fútbol, y uno de ellos es el populoso Sheriff, pero al no existir una liga profesional en Transnistria el club que fue noticia mundial juega en la Liga de Moldavia. El dato sobresaliente en el aspecto deportivo es que, desde hace varios años, es el mejor equipo de ese país al que no pertenecen.

Ubicación e historia

Para situarnos en el mapa tenemos que ir a Europa Oriental, y vamos a encontrar a Moldavia entre Rumania y Ucrania, al noreste de los rumanos y al sureste de los ucranianos. Y la separatista Transnistria se ubica al este del río Dniéster, que actúa como una frontera natural con Moldavia, mientras que al este tiene un límite de 405 kilómetros con Ucrania. Es un territorio un poco más angosto que Chile y casi extenso de sur a norte como la provincia de San Luis.

La historia Moldavia está directamente ligada a la vieja Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, ya que era una de los tantos países de ese imperio. Luego de la disolución de la URSS, Transnistria declaró su independencia en 1990, lo que generó la “Guerra de Transnistria” hasta 1992. Hasta el día de hoy, la República de Moldavia no reconoce la secesión y considera los territorios controlados por la República Moldava Pridnestroviana (así se la conoce de manera oficial) como parte de la región autónoma moldava de Stînga Nistrului (literalmente, “la orilla izquierda del Dniéster”).

Históricamente, la parte occidental de Moldavia se sentía cultural y políticamente ligada a Rumania, mientras que la parte oriental, lo que ahora se conoce como Transnistria, seguía culturalmente ligada a lo que había sido la URSS. El conflicto desencadenó en 1992 una guerra civil que costó la vida a cerca de 1500 de personas y en la que Transnistria contó con el apoyo del 14º ejército ruso que todavía está presente en la zona, como muestra de apoyo y garantía de la influencia de Rusia en la zona independiente.

Aunque se haya mantenido el alto el fuego desde 1992, la situación de Estado político de Transnistria continúa sin resolverse, ya que no es reconocida internacionalmente. Pero más allá de todo lo sucedido, desde hace 30 años los separatistas armaron su propio gobierno, Parlamento, ejército, policía, sistema postal y moneda (rublo transnitrio). Sus autoridades redactaron una Constitución, tienen una bandera, un himno nacional y un escudo. La mayoría de los transnistrios son ciudadanos de nacionalidad moldava, pero también hay muchos con ciudadanías rusa y ucraniana.

Para la ONU no existe: es un territorio cuya soberanía no está reconocida internacionalmente, a pesar de ser administrado parcial o plenamente por algún organismo al menos potencialmente autónomo. Se lo reconoce como parte integral de Moldavia por la comunidad internacional.

Y juegan al fútbol

Más allá de los conflictos históricos, la falta de reconocimiento de la comunidad internacional y la guerra que todavía late silenciosa en ese rincón del mundo, la pelota rueda en Transnistria. Desde 1992, la región es simbólicamente comunista: en las calles conserva estatuas de Lenin, se alzan monumentos soviéticos y hasta la hoz y el martillo flamean su bandera. Pero su política real es tan capitalista como en el mundo occidental. Es más, el club Sheriff fue fundado por dos oligarcas rusos que hicieron fortuna tras el colapso de la URSS.

El Sheriff surgió en 1996 y en sus 25 años de existencia ya ganó 29 torneos moldavos (19 de la División Nacional de Moldavia y 10 de la Copa de Moldavia). Desde que apareció, se hizo amo y señor del fútbol moldavo. Vale destacar que en los tiempos del comunismo el equipo más importante era el Zimbru Chisináu, el club de la capital (Chisináu), que sería la parte “rumana” de Moldavia.

Casa de Gobierno en Tiraspol, Transnistria.

Semejante hegemonía se debe a que el equipo es parte de un conglomerado de empresas, llamadas Sheriff, y que fuera constituida por dos antiguos policías, Victor Gushan e Ili Kazmaly. La empresa domina absolutamente todo en Transnistria: estaciones de servicio, hipermercados, acero, alcohol, hoteles y mucho más.

La estrella del Sheriff está en el escudo del club y decenas de rincones de Tiraspol, ciudad que es capital de esta comunidad separatista desde el 2 de septiembre de 1990.

El club que nació en Tiraspol tiene en sus fundadores lazos muy fuertes con la política transnistria, por lo tanto, el éxito del club es, en buena parte, el éxito del país. El haber llegado al máximo torneo europeo y luego ganar en Madrid marcan un hito que tanto Sheriff como Transnistria perseguían como su gran objetivo para visibilizar su territorio en el gran escenario mundial.

En el poder político y económico está la explicación del fenómeno FC Sheriff, por ese poderío puede comprar jugadores de otros países y pagar buenos sueldos, algo que es casi imposible para el resto de los equipos moldavos. Pero ese dinero está lejos de la billetera que maneja el PSG francés, cualquiera de los Manchester, Inter, Bayern Munich o el derrotado Real Madrid. Más allá del poderío en tierras pro rusas, el imperio económico del Sheriff no se corresponde con la moderada cotización de su plantel.

Después de varios intentos, este año el Sheriff llegó a la fase de grupos de la Champions League y ya pegó el gran golpe. Esos tipos que fundaron el club (millonarios y ex miembros de la KGB, que tienen estrecha relación con la política separatista), hoy pueden navegar en sus yates por el mar Negro para saborear el éxito del Sheriff. Al fin y al cabo, son los laureles de la causa Transnistria.

Un paisano de cada pueblo

El Sheriff FC es una sociedad anónima que contrasta con una ciudad de 130 mil habitantes que no tiene un buen pasar económico. El club posee un campus deportivo de 40 hectáreas que incluye ocho canchas de entrenamiento, gimnasios, pileta, canchas de tenis, el estadio principal para 14 mil espectadores, otro secundario para 8 mil y un tercero más pequeño pero techado, ideal para los inviernos de nieve y temperaturas bajo cero. El presidente del club es Oleg Smirnov, hijo de Ígor Smirnov, quien fue presidente de Transnistria entre 1991 y 2011, años en que asentó su independencia sorteando conflictos civiles y bélicos permanentes. Lo que se dice una empresa con “sólidos socios” que llevan adelante una titánica tarea deportiva.

El dinero que manejan es importante para la región y obviamente para el fútbol de Moldavia, pero lo que destina la empresa al club es mucho menor que la gran mayoría de los clubes que juegan la Champions. Su goleador proviene de Mali, el DT es de Ucrania, hay jugadores de destinos exóticos como Malaui, Níger, Macedonia del Norte o Trinidad y Tobago, y también hay cuatro sudamericanos, entre ellos el capitán Frank Castañeda, su compatriota colombiano Danilo Arboleda, el peruano Gustavo Dulanto. El cuarto integrante es Cristiano, quien, por supuesto, no es CR7: este es brasileño y defensor. El Cristiano menos conocido circunstancialmente había dejado el fútbol profesional para arreglar barcos en un astillero de Río de Janeiro, pero un día volvió y ganó en el Bernabéu.

Además, en esta corta historia del Sheriff también hubo un santafesino, Nicolás Demaldé. El defensor que nació en la ciudad de Rafaela pasó dos temporadas (2006 a 2008) en el club de Transnistria, el resto de su carrera se resume a mucho ascenso criollo, desde San Telmo, pasando por Textil Mandiyú, hasta terminar su carrera en Libertad de Sunchales. Pero en su extensa carrera (2003-2015) nadie le podrá quitar al comprovinciano sus dos partidos en la fase clasificatoria a Champions League.

Hay confianza

“No vamos a ir de paseo, entramos invictos a la fase grupos y podemos dar la pelea, queremos seguir avanzando”, fueron las palabras del colombiano Frank Castañeda. Y el peruano Dulanto agregó: “El Sheriff es un club ordenado y con muchas comodidades. Lo único raro acá es cuando vamos a jugar a Chisináu, la capital de Moldavia, que cambia la cobertura del celular”.

Después de seis triunfos y dos empates que lo llevaron a la fase de grupos de la Champions por primera vez en su historia, luego el sorteo le deparó una zona muy dura: Real Madrid, Inter y, como si eso fuera poco, el Shakhtar Donetsk de Ucrania, de los más duros de la ex URSS.

El comienzo en el torneo de clubes con más rating del mundo confirma las palabras de su capitán: no están de paseo, están ganando. En el debut del grupo D derrotaron 2 a 0 a sus vecinos ucranianos en el Bolshaya Sportivnaya Arena, el coqueto estadio del Sheriff; y hace pocos días provocaron un sismo futbolístico en Madrid, con el 2 a 1 al Real. El martes 19 de octubre los sorpresivos punteros van a Italia. El poderoso Inter también quiere conocerlos.

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