Foto: Mauricio Centurión.

Por Guillermo Jerez*

El mensaje del Ejecutivo municipal –que cobró trascendencia en los medios– sobre la ampliación del relleno sanitario (construcción de un segundo módulo), es una de las discusiones más importantes que pasarán por el Concejo en este 2021 porque se relaciona de manera directa con nuestra vida cotidiana, con los residuos que como sociedad generamos. Por tanto, tiene que ver con la manera en que nos vinculamos cotidianamente con aquellos materiales que “carecen de valor estético, sanitario y/o económico”, que son aproximadamente 500 toneladas diarias que tienen como destino final el enterramiento.  Ciertamente, la basura es un problema urbano, ambiental, sanitario, económico, social y político. 

Se llega tarde al abordaje del problema, con un mensaje que acota los márgenes de maniobra de la oposición, puesto que los tiempos administrativos y operativos, en cualquiera de los caminos que se tomen, son limitados. Sumando a esto, se dan estrategias débiles por parte del municipio tanto en la concientización como en el retroceso que hubo con la separación en origen los días lunes y jueves (que hoy se hacen, pero la ciudadanía no lo tiene claro).

Esto evidencia una deuda de gobernantes y de la dirigencia local, que se ha tomado el tema con mucha liviandad. Algunos con buenas intenciones, otros con miradas más naif. Si estamos discutiendo la ampliación del relleno, es porque efectivamente fracasó el modelo vigente de recolección indiscriminada de basura y de enterramiento (las empresas recolectoras cobran por kilómetro recorrido y la que opera el relleno que cobra por tonelada enterrada).

Y si la discusión arranca justamente por el relleno, es decir, por la disposición final, lo que estamos haciendo es licuar las responsabilidades de quienes generamos basura (vecinos/as, comercios, industrias, etc.), concentrando la gestión en pocos actores (tres empresas: Urbafe, Cliba y Milicic), y recurriendo a costosas infraestructuras (que pagamos todos). 

Por eso hay que invertir el ángulo del abordaje, y debemos arrancar por el principio: la generación. O en otras palabras, que la discusión que se dé en el Concejo, sea el puntapié para modificar el modelo de gestión de residuos sólidos urbanos. Esta tiene que ser una demanda permanente por parte de la ciudadanía, que tiene que exigirnos a los/as representantes modificar el modelo de gestión de residuos urbanos. Que esto sea una política de Estado. Desde la banca de Barrio 88, así lo venimos planteando desde nuestro contrato electoral.

De lo contrario, estaremos contribuyendo tanto a la insustentabilidad ambiental como a la insustentabilidad fiscal (hoy la gestión de residuos se lleva el 13% del presupuesto municipal, suma mayor a lo que recauda por TGI).

De acuerdo a la propuesta elevada al concejo, en 7 años estaremos discutiendo el mismo problema agravado exponencialmente porque en nuestra ciudad no quedan más terrenos para la disposición final. Y si dentro de 7 años debemos trasladarlos a otra localidad se encarecerían enormemente los costos de logística.

Por otra parte, debemos incorporar los más de 1000 recuperadores informales que forman parte del paisaje urbano de nuestra ciudad, que son el eslabón más débil de las cadenas de comercialización de las que se benefician las grandes empresas de la industria del plástico, el papel, el cartón, las chatarras, etc.

Por eso decimos que es urgente la transición a un modelo de Gestión Integral, Inclusiva de Residuos Sólidos Urbanos. Las responsabilidades no son las mismas para todos/as: el municipio es el principal responsable, las fuerzas políticas opositoras también tenemos una gran responsabilidad en sentar las bases de este nuevo modelo, y para ello se necesita una fuerte participación ciudadana y de las distintas organizaciones ambientales y sociales.

Para encarar este desafío disponemos de un acervo de principios contenidos en distintas normas nacionales, provinciales y municipales: la precaución ante el riesgo ambiental, la progresividad de las metas, la responsabilidad del causante y la integralidad de la gestión.

Sumados a nuevos conceptos y principios: la economía circular (en contraposición de la economía lineal: producir, usar, tirar); basura cero (que resultó inaplicable: la ley nacional fijaba como meta para el 2020 el cese del enterramiento); y la responsabilidad extendida del productor (cuyo proyecto de ley hoy se está discutiendo en el congreso con un fuerte lobby de las empresas por parte de UIA y Amcham).

La integralidad tiene que pensarse desde la generación, desde el involucramiento de los vecinos/as con la separación en origen y la promoción del compostaje, sumando a los recuperadores urbanos a la recolección y traslado, y sobre todo con el tratamiento y valorización de los residuos que hoy es bajísima. 

Para ello vamos a proponer que en el complejo ambiental se construya un EcoParque de la Economía Social, la conformación de una comisión permanente de estudio y Gestión Integral de los Residuos Sólidos Urbanos, vamos a solicitar un estudio técnico-jurídico de tecnologías alternativas al relleno sanitario y que se reformulen las condiciones de adjudicación a los operadores de la basura, de manera tal que la búsqueda de maximización de ganancia de las empresas sean compatibles con los objetivos ambientales y la eficiencia del gasto público del municipio.

*Concejal por Barrio 88

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