China aprobó la soja HB4, tolerante a la sequía y al agrotóxico glufosinato de amonio, desarrollada por el Conicet y Bioceres. Es la primera vez que el gigante asiático aprueba un transgénico argentino.

China aprobó el último 29 de abril la soja HB4, tolerante a la sequía y al agrotóxico glufosinato de amonio, desarrollada en conjunto por el Conicet y Bioceres. Es la primera vez que el gigante asiático aprueba un desarrollo transgénico argentino.

La soja HB4 fue aprobada en la Argentina en 2015. Su comercialización estuvo supeditada a la aprobación de China, el mayor comprador de soja de nuestro país. El trámite de aprobación de la soja HB4 fue presentado en 2016 y, con la resolución que autoriza el cultivo país, China se suma a Estados Unidos, Brasil, Paraguay y Canadá, que ya habían aprobado su desarrollo. Dichos países representan aproximadamente el 85% de la producción global de soja.

A pesar de las restricciones comerciales, la empresa Bioceres ya venía sembrando soja y trigo transgénico en Argentina. En 2020 fueron 6000 hectáreas en cinco provincias, bajo un mecanismo de “identidad preservada”, dentro del Programa Generación HB4. Según la empresa, se hizo “aplicando protocolos que garanticen que la producción no se comercialice ni se mezcle con otras variedades autorizadas”.

Los creadores de la tecnología HB4 destacan la resistencia de los cultivos a la sequía y prometen mayores rindes: “El gen HB4 mejora la capacidad de adaptación de las plantas a situaciones de estrés sin afectar su productividad”. No obstante, las plantas genéticamente modificadas implican el uso de glufosinato de amonio, un agrotóxico más potente aún que el glifosato.

Investigadores del Laboratorio de Ecotoxicología de la UNL –donde también trabaja Raquel Chan– demostraron, en estudios publicados en 2012 y 2013, que el glufosinato es neurotóxico y genotóxico en anfibios. Es decir, que inhibe la transmisión del impulso nervioso (por eso se lo llama neurotóxico) y afecta la división celular (genotóxico). La relevancia del estudio realizado en anfibios radica en que estos animales tienen características similares a las de los vertebrados, entre ellos los seres humanos.

Sin embargo, las advertencias científicas sobre el riesgo de aplicar productos químicos cada vez más poderosos, cayeron en saco roto ante el avance de las nuevas tecnologías agropecuarias que “fomentan el ingreso de divisas”, tal como celebraron desde el gobierno nacional.

La decisión de China fue aplaudida en la Casa Rosada por su “gran impacto para la Argentina”, ya que el gigante asiático es el principal importador mundial del poroto de soja. Con la tecnología HB4, el gobierno avizora una posibilidad de aumentar la exportación de soja, en coincidencia con el Plan de Promoción Agroindustrial que impulsa junto al Consejo Agroindustrial Argentino, hasta alcanzar 200 millones de toneladas de cereales y oleaginosas en 2030.

La propia Raquel Chan destacó el impacto en la balanza comercial de la aprobación del cultivo de soja HB4: “Tiene un impacto simbólico, por un lado, ya que implica tecnología argentina que se exporta; y, por otro lado, por la cantidad de divisas que pueden ingresar al país”.

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