Bielsa: la argumentación profunda

El “Loco” Bielsa volvió a ser noticia por su llegada al Bilbao y, desde una lúcida mirada española, el periodista Alberto Egea analizó la “huella de dinosaurio” que siempre deja el entrenador rosarino.

Marcelo Bielsa lleva más de 40 años en el fútbol, el 21 de julio cumplirá 67 años, casi toda la década del ochenta trabajó en inferiores de Newell’s Old Boys y desde 1990 en el profesionalismo. El plan del rosarino en las inferiores leprosas fue determinante para consagrar un estilo de trabajo que le daría logros deportivos y enormes dividendos económicos a la institución rojinegra. Bielsa dividió el mapa de Argentina en 70 partes de cinco apartados cada una con la intención de probar a más de 1000 jóvenes futbolistas para recoger a los más capacitados en su equipo. Los que cuentan esa parte tan rica de la historia de NOB dicen que recorrió 25.000 kilómetros viendo y analizando jugadores. Su capacidad de análisis, sacrificio y métodos diferentes para entrenar fueron los motivos para que un día se popularice como “El Loco Bielsa”.

En 1988 consiguió su primer título, el campeonato de División Reserva, dos años después conseguiría el primero como profesional, fue el Torneo Apertura 1990.  El plantel lo integraban jugadores surgidos de las inferiores del club y formaba con Norberto Scoponi; Julio Saldaña, Fernando Gamboa, Mauricio Pochettino y Eduardo Berizzo; Darío Franco, Juan Manuel Llop y Gerardo Martino; Julio Zamora, Ruffini y Ariel Boldrini.

Aquellas inferiores de los años ochenta y ese comienzo exitoso en 1990 al grito de “¡Newell’s carajo!” en cancha de Ferro lo llevaron al Loco a transitar años y años de fútbol, con subidas y bajadas en términos de resultados, pero siempre respetando una idea, el método Bielsa.    

Mirada española 

El 24 de junio hubo elecciones en el Athletic Bilbao, y uno de los candidatos a presidente, Aitor Arechabaleta, había prometido el regreso de Bielsa si le tocaba ganar. Fiel a su estilo, el Loco se puso a evaluar la plantilla apenas recibió la propuesta y contó detalles de su observación: vio los 45 partidos que jugó el equipo la temporada pasada y también los movimientos de cada uno de los jugadores. El dato: con sus colaboradores observó, por ejemplo, 580 acciones del delantero Alex Berenguer. Lamentablemente para el dirigente y el rosarino la masa societaria eligió a otro candidato.

Más allá de la derrota electoral, nuevamente el entrenador argentino estuvo en los primeros planos de los medios europeos, y fue el periodista español Alberto Egea el que tuvo la enorme lucidez de describir el extenso y valioso trabajo que realiza un prócer viviente del fútbol mundial.

Dice el comunicador español que “Marcelo Bielsa pertenece a la estirpe de técnicos que saben que su método marca diferencias. Sólo se podrá desarrollar con éxito si toda la institución rema en la dirección que él marca, por lo que no cederá lo más mínimo. El club que lo pretenda debe adherirse a sus condiciones.

Pocos presidentes están dispuestos a entregar tanto poder, algo que limita el número de clubes a los que puede aspirar, pero no le importa. Bielsa acepta que deberá bajar su estatus para dirigir un equipo menor o esperar el desespero de un grande en crisis que suspire por un mesías.

Bielsa sólo quiere un lugar donde desarrollar su idea en plenitud, priorizando clubes que aporten un marco (masa social, historia, estadio, arraigo de la ciudad con el club, cantera potente) que amplíe el potencial de su obra, que además de ganar busca agigantar la institución”.

Colectivo 

Egea analizó al rosarino y afirmó que “el modelo de juego de Bielsa es una exaltación de lo colectivo. Es el ‘uno para todos’ en ataque y en defensa. Sin privilegios. Es el fútbol del pueblo, el del equipo sin estrellas: conocimiento y esfuerzo solidario. Y la identificación del hincha con ese estilo es automática.

El ataque de los equipos de Bielsa se funda en movimientos prefabricados, en los que cada uno tiene su rol y donde la libertad individual no es más que la interpretación del juego en función de cómo responde la defensa a los desajustes que generan dichas coreografías colectivas.

La mentalidad de gregario que se exige para todos sin excepción en defensa (marcas al hombre a todo el campo) se extiende al ataque. Pesados ejercicios analíticos, de continua repetición, en busca de sincronización, timing y perfeccionamiento de la técnica de ejecución”.

Obsesivo, exigente y ejemplar

En esta línea de análisis del juego que propone “El Loco”, Egea manifestó que “la legitimación de Bielsa para exigir ese sacrificio físico y mental al jugador, como para demandar el cumplimiento estricto de sus compromisos al dirigente, nace del ejemplo que da con su dedicación obsesiva. Este círculo virtuoso dispara el nivel de exigencia del club.

A partir de aquí, su carisma está fundado en el conocimiento (cuando el jugador comprueba que ese trabajo se traduce en mejora, pasa a creer ciegamente) y en la plasmación en su día a día de una serie de valores dignos, no desde la predicación, sino desde el comportamiento.

El respeto por el periodista (prolonga las ruedas de prensa lo que haga falta), por el oficio de árbitro, por el rival, por la palabra dada, la iniciativa para asumir el error, la disculpa sincera y con propósito de enmienda (autodenuncia), la honestidad en la autocrítica. Valores de autenticidad llevados al extremo, que unidos a un fútbol ‘a todo trapo’ o a la reivindicación de la cantera como orgullo de club generan un sentimiento de pertenencia que, cuando lo salpica una dinámica positiva, te monta en un sueño del que no quieres despertar.

En el trayecto de este sueño y con la euforia desmedida como motor, sus equipos se ven capaces de ganar a cualquiera y sus jugadores alcanzan rendimientos que no podían ni imaginar, montados a lomos de un sistema que les tiende la alfombra roja para mostrarse en su mejor versión.

Estos jugadores mejorados por Bielsa incrementan el valor del patrimonio de la institución, pudiéndose vender, no por lo buenos que son, sino por los buenos que son en el equipo de Bielsa, generando plusvalías que hacen que la rueda de crecimiento del club no deje de girar.

Los que juzgan a Bielsa por los datos pueden mirar el precio por el que el Marsella vendió a Imbula, Thauvin, Payet o Batshuayi, o en qué equipos recalaron Javi Martínez, Llorente o Ander Herrera tras pasar por sus manos. O qué ofertas se manejan por Raphinha o Kalvin Phillips. O comprobar el puesto que ocupaba el Leeds en Championship (Primera B de Inglaterra) cuando Bielsa acudió a rescatarlo. O cuál era el último año que había disputado la Premier League. O cuántos de los jugadores del ascenso estaban en plantilla cuando finalizaron 9º en Premier la campaña siguiente. O los años que hacía que Chile no clasificaba a un Mundial (lo hizo en 2010). O si el Athletic tuvo una campaña mejor en este siglo que la 2011/12. O si recuerda la Selección Argentina una fase de clasificación con mejores números (ya no digo fútbol) que la del Mundial de 2002”.

La huella

Alberto Egea también le dedicó palabras elogiosas al legado Bielsa, “de cada sitio en el que se mantuvo al menos una campaña, Marcelo Bielsa generó riqueza para el club, dejó el campo sembrado para el que vino a sucederle y hundió una huella de dinosaurio en cada comunidad, que amó a su equipo más que nunca cuando estuvo representado por él.

Marcelo Bielsa es víctima de su propia obra. De elevar las expectativas hasta hacernos perder la perspectiva del club en el que está, de haber llevado a sus equipos a disputar unos encuentros o a encarar unas situaciones que por calidad y experiencia no debían estar a su alcance.

Son esos partidos y esas situaciones que superan de largo el objetivo inicial por los que Bielsa lleva siendo juzgado toda su vida. Eso y dos partidos en Corea que, tras dos años de juego arrollador, sólo vinieron a mostrar lo frágil que es el fútbol en torneos de formato corto.

Marcelo Bielsa es argumentación profunda y precisión en un mundo que resuelve problemas complejos con eslóganes. Es leyenda de vigencia atemporal donde se reciclan ídolos cada día. Es inaccesibilidad en medio del narcisismo. Como héroe fuera del sistema, carne de linchamiento.

Es más difícil ganar una ciudad o un país que un título. El palmarés de cualquier técnico está en Wikipedia, pero para conocer el de Marcelo Bielsa habrá que ir a Bilbao, Marsella, Leeds, Chile o Rosario. Otros tienen trofeos, él murales, estatuas y un estadio con su nombre”.

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