Todos los meses, unas 100 personas se reúnen alrededor de juegos de mesa modernos para compartir un momento de ocio. Un corte necesario en la semana para que los adultos y adultas disfruten como niñes.

Es una noche de jueves bastante fresca en Santa Fe, pero en Demos eso casi ni se siente. A lo largo del espacio que va casi desde la puerta de entrada del lugar hasta el escenario, hay mesas llenas de gente. Pero no hay un show, ni una presentación de un libro o una charla. Hay gente, adultos y adultas, jugando juegos de mesa. 

“Tenemos un cupo de 100 personas por una cuestión operativa nuestra, pero siempre se llena enseguida y cada vez nos queda más gente afuera”, cuenta Augusto Marini en diálogo con Pausa. Augusto es integrante de la Cofradía Lúdica, un club de juegos de mesa de la ciudad de Santa Fe que organiza estas veladas. 

“La Cofradía arrancó a fines de 2015 pero surgió de un grupo de amigos que teníamos una peña de juegos de mesa desde 2013”, cuenta. “Por cuestiones de la vida, por afinidades y porque Santa Fe es chico, habíamos ido conociendo gente que compartía el hobby y cada une tenía su ludoteca. Nos juntábamos a jugar dos o tres veces por semana y llegó a haber un grupo de 25 personas que iba rotando. En 2015, estando en una de estas reuniones, empezamos a pensar en que teníamos que abrir este espacio que era tan lindo e importante para nosotros, y que era necesaria la divulgación, para que cuando a una persona le pregunten por un juego de mesa no te diga El Estanciero o el TEG, sino juegos de mesa modernos”.

–¿Qué son los juegos de mesa modernos?

–En 1995 salió en Alemania un juego que se llama Los colonos de Catán, que fue el que dio el puntapié inicial de esto que hoy llamamos “juegos de mesa modernos”. Fue una revolución por varias cosas: no tiene eliminación, los participantes que comienzan la partida son los mismos que la finalizan, nadie queda a mitad de camino afuera. El Catán es una carrera de puntos, donde va a ganar alguien, pero lo revolucionario fue que, en cada turno, por cómo están hechas las reglas del juego, no hay una sola jugada que te permita ganar, sino que les jugadores tienen opciones que van complementando su estrategia y donde todas son válidas. Por ejemplo, en el Monopoly ya se sabe, por cómo son sus reglas, que hay cosas que no conviene hacer, como invertir en propiedades que rinden poco dinero. En Catán esas cosas no están predeterminadas, las estrategias para hacer puntos dependen de la situación actual de cada partida y no de las reglas en sí. Entonces esa variación, que no haya eliminación y que en todos los turnos haya algo interesante para decidir, lo hicieron revolucionario. 

Foto: Vicky Campana.

Mientras esta charla continúa, en el escenario de Demos están los protagonistas de la noche: cajas y cajitas de todos los tamaños, colores y en diversos idiomas invitan a la exploración. “Tenemos entre 30 y 40 juegos en nuestra ludoteca y también traemos nuestros propios juegos”, cuenta Sandra Ramos, otra integrante de la Cofradía. Y no, efectivamente no se ve ni el Monopoly, ni el Juego de la Vida o El Estanciero, estos son otros juegos. 

“Los juegos de trivia, como El carrera de mente, tienen ese problema de que envejecen mal. Se quedan en el tiempo, las consignas quedan viejas, te terminás aprendiendo las respuestas. Hay juegos de trivia que siguen saliendo, que se venden mucho y son válidos, pero tienen esas limitaciones”, explica Augusto. 

Otra de las características que tienen estos juegos modernos, según señalan estos entusiastas jugadores, es que son productos culturales que tienen autoría. “Si vos agarrás un Ludo o un Carrera de mente como mucho te va a decir de qué marca son. Pero los juegos modernos tienen un valor intrínseco porque te dicen que alguien los pensó, los diseñó, los testeó, los ilustró y son valiosos en ese sentido”. 

Además hay una diferencia clave con esos otros juegos que casi todes hemos tenido en casa o jugado alguna vez y así lo explica Augusto: “Es esto de que si un jugador la está pasando bien, otro la está pasando co-respectivamente mal. Y eso pasa por ejemplo en el TEG, donde por lo general a la hora de juego ya sabés quién va a ganar por los territorios que tiene, y el resto de la partida, que puede durar 5 horas, es un montón de gente evitando que ese gane y no lográndolo, y así todos terminan cansados, alguno enojado. Los juegos modernos, en general, tienen rejugabilidad, no se agotan en una partida, suelen ser más rápidos y cada vez que jugás descubrís cosas nuevas”.

Vamo’ a jugar

Los clubes de juego parecen estar en auge en el país. La Cofradía Lúdica hoy tiene unos 13 miembros pero en estos eventos mensuales reúne a un centenar de personas, y además han viajado por la región y encontrado espacios similares en Esperanza, Rafaela, Rosario y Paraná. Según comentan, en el país hay unos 30 o 40 clubes y ese número crece constantemente. 

Este 16, 17 y 18 de septiembre, de hecho, se realizará el 11 Encuentro Nacional de Juegos de Mesa y la sede es Rosario. “Es un encuentro de los diseñadores y creadores con los clubes, con las empresas y con el público, y siempre surge algo muy interesante porque se llevan prototipos de juegos, se presentan novedades, se hacen charlas”, explican desde la Cofradía.

La idea rectora de este grupo, más allá del puro disfrute por el juego, es el de la divulgación. Por eso pasaron de jugar entre amigues, en domicilios privados, a estos eventos públicos donde intentan contagiar a otres ese gusto por lo lúdico. En estas noches de juego, el equipo de la Cofradía orienta a cada grupo en la elección del juego o los juegos, enseña reglas y hace sugerencias. La idea es ir rompiendo cada vez más con esta cosa de nicho, de algo para “nerds” –dicho despectivamente–, que siempre han tenido quienes se declaran fans de los juegos de mesa y de rol. 

Consultados respecto de este mote de nerds-ñoños, Augusto dice: “Si, la idea todavía existe, pero ya no es un estigma. Es más, la estética de lo friki, de lo ñoño, vende un montón. Stranger Things, por ejemplo, es una celebración de todo eso y es total y absolutamente mainstream. Claramente una cosa es que te gusten los juegos o ver una serie y otra tener una habitación cuyas paredes están hechas de juego de mesa, pero no lo sentimos como un estigma. Justamente la Cofradía tiene entre sus misiones la divulgación, mostrar que hay que darle una oportunidad a los juegos de mesa porque pueden ser mucho más que esa cosa que está relegada a la infancia”. 

Foto: Vicky Campana.

Además de esa idea de la infancia como casi la única etapa de la vida donde es válido jugar, hay cuestiones de género que también atraviesan el mundo lúdico pero que, junto con los cambios culturales y sociales que motorizan los feminismos, también comienzan a ser dejadas atrás. “Esos frikis más clásicos eran principalmente varones, sin embargo hoy en día, por lo que vemos a partir de grupos donde nos movemos y de lo que pasa acá en la Cofradía claro, es que ahora hay muchas más mujeres que se han entusiasmado. El entorno de los juegos de mesa y de los hobbies “frikis” era súper masculino, pero eso no es un fiel reflejo de la realidad y está cambiando”. 

La llave

El entusiasmo y las ganas de quienes se acercan a estos encuentros crean un clima lúdico desde el vamos. Eso se ve y así también lo sienten Sandra y Augusto cuando les preguntamos qué es la Cofradía para elles: “Ver gente divertirse, algunos que no se conocen y se juntan, el distraerse un poco del trabajo, de los problemas, es muy gratificante para mí”, apunta Sandra, y Augusto completa: “A mi lo que más me gusta del grupo es la capacidad de divulgar algo que es fabuloso a muchos niveles. Es como tener la llave de un reino mágico y, en vez de guardártela, ir a tu casa y disfrutar de eso con tus amigues del palo, abrirlo y compartirlo. Hay que patear la puerta, que entre todo el mundo, porque mientras más seamos, más diverso y más divertido va a ser”.

Recomendados

Desde la Cofradía Lúdica recomiendan los siguientes juegos de mesa:

• Código secreto. Juego de adivinación de palabras. Entre el equipo se coopera, pero se compite con el otro grupo. 

Just one. Juego colaborativo que en 2019 ganó el premio a Juego del Año.

El saboteador. Juego de mesa de roles ocultos, nadie sabe si sos el malo o el bueno.

 

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