Unión por la Patria anunció lista de unidad para garantizar la estabilidad política de la alianza. ¿Por qué quien apuesta a la competitividad puede resignar estabilidad interna? La respuesta: el sistema Paso.

El cierre de listas para las elecciones nacionales acaecido durante el mes de junio trajo sorpresas para los adherentes y simpatizantes al oficialismo. Sergio Massa es el precandidato a presidente como resultado de una negociación que tenía como fin principal la constitución de una lista de unidad para competir electoralmente. Y así, lo que parece haber desaparecido es la aspiración de Alberto Fernández por una competencia abierta hacia la presidencia.

Ahora bien, lo que nunca tuvo en consideración el presidente de la Nación es que verdaderamente las Paso, desde que se implementaron, no lograron funcionar como una instancia competitiva para los cargos presidenciales.

En otras palabras, la estrategia de Alberto Fernández no contempla los efectos reales de las Paso en el sistema de partidos. Dichas consecuencias se vinculan al diseño de la reforma política de más de una década atrás, que parece enseñarnos que, si nos guiamos por la implementación de las Paso para cargos presidenciales, el que apuesta a la competencia pierde.

La reforma político-electoral impulsada por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner en 2009, con la sanción de la Ley 26.571 que introdujo las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (Paso) como herramienta de selección de candidatos, trajo aparejados una serie de efectos que a día de hoy continúan siendo analizados desde su implementación.

¿Para qué se crearon las Paso?

Hay dos elementos que indican la calidad de una democracia y de mutua incidencia entre sí: el sistema de partidos y el sistema electoral. Sin embargo, este último tiene mayor impacto sobre la vida política partidaria y las dinámicas políticas.

Por esta razón, la decisión de Cristina Kirchner de avanzar en una reforma política en 2009, dejando de lado las aspiraciones políticas individuales, se centraron en tratar de dotar de un marco más ordenado a la dispersa regulación previa en materia de campañas electorales, su financiamiento y el de los partidos políticos, y el mecanismo de selección de los candidatos.

Es así que se inició el “Diálogo Político para la Reforma Política” como ciclo de encuentros para discutir dicha reforma que, como señala el politólogo Martín Alessandro en La política en tiempos de los Kirchner, la reforma constaba de tres ejes centrales.

En primer lugar, la reducción de la fragmentación del sistema partidario, ya que en ese entonces la Cámara de Diputados estaba conformada por 45 bloques y el Senado por 21 bloques, mientras que la justicia electoral registraba inscriptos más de 650 partidos políticos en el país, que funcionaban prácticamente de meros sellos electorales. En este sentido, se fijó un mínimo de 4% de afiliaciones a nivel distrital para la construcción de partidos.

En segundo lugar, una mayor apertura de los partidos en la selección de candidatos a cargos nacionales. De esta manera, un partido (y un candidato) debe pasar por la primaria abierta, el ámbito donde se disputan las candidaturas. Esto respondía a un fenómeno más generalizado a nivel internacional de apertura de la sociedad a la selección de candidaturas.

Y, por último, la garantía de una mayor transparencia y equidad en las campañas electorales, a través de la configuración de espacios de publicidad en medios audiovisuales garantizados por el Estado de forma equitativa. Además, se prohibió la contratación privada de estos espacios. Así se otorgaron mayores capacidades a los partidos pequeños en relación a la publicidad de sus candidaturas. 

Sin embargo, la democratización del origen de las candidaturas políticas, la mayor representatividad del sistema partidario y el ordenamiento de la oferta electoral, que se planteaban como ejes fundamentales de las Paso, reflejaron resultados disímiles. 

Un repliegue ante un futuro sin emoción

La menor competencia

En Argentina, las primarias abiertas se celebran de forma simultánea, son reguladas y tuteladas por la máxima autoridad electoral del país y son financiadas por el Estado. 

Sin embargo, según la politóloga Ariadna Gallo, no favorecen la competencia por la candidatura presidencial dentro de cada agrupamiento, ya que la fórmula presidencial ganadora de las precandidaturas es inamovible y existe una cláusula candado que impide a quienes fueron candidatos por un partido a participar en otro. Estos efectos fueron buscados para promover la lealtad intrapartidaria o intracoalicional.

Desde la reforma se han dado tres elecciones presidenciales. En dos de ellas se resolvieron presentar candidaturas únicas en contexto de reelección presidencial (2011 y 2019) y de discusión en términos binarios de los apoyos.

Pero cuando decimos que la competencia interna está desincentivada está relacionada a que las distintas candidaturas presidenciales perdedoras en las primarias no pueden reformularse dentro de una candidatura posterior. La fórmula ganadora es la fórmula que competirá en las generales. De esta manera, es un juego de suma cero. 

Por eso, la estrategia de Alberto Fernández de resolver los conflictos internos del Frente de Todos –ahora Unión por la Patria (UP)– a partir de la presentación de candidaturas por parte de cada fuerza política no se conjugaría bien con los efectos de las Paso. En dicha competencia hay ganadores y perdedores, pero nunca una síntesis de la discusión interna de la alianza en una candidatura a presidente y vice. De nuevo, porque las Paso están funcionando como un juego de suma cero hacia el interior de las alianzas.

En cambio, la estrategia de CFK y otros sectores oficialistas sí parece estar en sintonía con un aprendizaje de las consecuencias de la reforma: la importancia de los acomodamientos antes de cada elección y que la competencia es interpartidaria no intrapartidaria. De ahí que lo importante sea confeccionar la lista de síntesis de los acuerdos internos de la alianza y no como resultado de medición de fuerzas individuales.

Entonces, si las Paso desalientan la cohesión interna de una alianza oficialista, ¿el problema son las primarias abiertas?

¿Reformar la reforma?

Según Ariadna Gallo, el desánimo para competir por las candidaturas se debe a la previamente mencionada inamovilidad de las fórmulas y la cláusula candado. Entonces, para promover la competencia, por ejemplo, el cargo de vicepresidente podría ser un espacio para cerrar negociaciones con los candidatos que perdieron las primarias, o incluso permitirles competir en otros cargos en disputa en las elecciones generales, tal como se da en el sistema uruguayo. 

El juego de suma cero que conlleva el diseño de las Paso tal como están no es menor. Si observamos Juntos por el Cambio, las tensiones que atraviesan entre las fórmulas presidenciales de los dos líderes del PRO, ¿qué sucederá con Bullrich si gana Rodríguez Larreta en las primarias? ¿Y si es al revés? ¿De qué manera se incentiva la cohesión de la alianza opositora para quienes ya perdieron?

Podríamos decir que Juntos por el Cambio decidió apostar por el riesgo, mientras que Unión por la Patria no. En este caso, el riesgo sería la desintegración y la fragmentación. Porque, de acuerdo a lo que señala Gallo en un análisis empírico en base a las elecciones nacionales entre 2011 y 2019 y las provinciales entre 2007 y 2019, el 0,49% de quienes consiguieron cargos ejecutivos y el 5,91% de quienes obtuvieron bancas legislativas en algún momento del período analizado, fueron electos en internas con competitividad.

En síntesis, JxC apostará a la competitividad a pesar de las estadísticas que desalientan la competencia interna por los cargos, mientras que UP apostó por una doble responsabilidad. Por un lado, las consecuencias inmediatas que tienen las Paso en un contexto de crisis económica, como enseñanza del 2019 (y que bien podría discutirse sobre la función que adquieren las primarias abiertas como prácticamente sondeo electoral y anticipo de las elecciones generales). 

Y, por otro lado, la responsabilidad sobre la preservación de la alianza política y que la mejor estrategia en nuestro sistema electoral actual es la negociación y el reparto de lugares de forma prematura, sin usar las Paso como instancia de selección de candidatos ni para resolver conflictos internos.

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