El Festival Internacional de Teatro de Córdoba llegó a su edición 14. Del 2 al 8 de octubre, hubo 100 funciones de más de 60 obras. Esta es una mirada, desde la primera fila, con una entrevista al director del Festival, Raúl Sansica.

Fue en 1986 cuando asistí por primera vez al Festival Internacional de Teatro de Córdoba. Desde entonces no paré de viajar a la Docta a ver teatro; a aprender a apreciar por dónde andaban las novedades teatrales, los nuevos modos de teatralidad, quiénes eran los nuevos creadores, cuáles eran las nuevas corrientes y dónde se hacía el mejor teatro. Muchos nombres en la memoria juegan todavía para hacer conocer a quienes quisiéramos los nuevos carriles de la creación teatral. Esa profunda relación de crecimiento sólo quedó entrecortada por la pandemia, que asoló nuestras vidas.

El domingo pasado cerró la 14ª edición del Festival Internacional de Teatro Córdoba Mercosur, que desde el año 2000 nos permite seguir creciendo. Con más de 20.000 espectadores la actividad centralizó más de 100 funciones con 60 obras de teatro llegadas de diversas partes del mundo y desde el interior de la Argentina. Talleres, conferencias, presentaciones de libros y encuentros con realizadores permitieron una vez más el acercamiento entre quienes construyen teatralidad y el público, que con su presencia hizo que la magia se creara.

Hubo mucha actividad en salas oficiales, espacios no convencionales, salas de teatro independiente, bibliotecas, escuelas, cárceles y al aire libre.

Una vez más, como es ya una tradición, dialogamos con Raúl Sansica, el Presidente de la Agencia Córdoba Cultura y director del FIT Mercosur. Incansable, honesto, apasionado por el quehacer cultural y brillante hombre de la actividad cultural nos dice de entrada, con una preclara sinceridad, que en cada edición renueva una pregunta: ¿para qué los festivales de teatro?. “Tratar de dar respuesta a esta pregunta –enfatiza– ha sido el modo de generar una política de Estado, basada en una lógica que dé cuenta de la realidad del sector local, de sus públicos y las posibilidades que dinamiza el festival como paradigma de una celebración creativa que pondera y revitaliza los valores democráticos como pocas instancias”.

En estos 40 años de democracia, en las cuales la presencia de los festivales internacionales de teatro han tenido un papel preponderante en Córdoba, “podemos decir, a modo de balance, que esa pregunta que nos hicimos repetidamente antes de cada edición, permite concluir que los festivales siguen siendo un formato que produce grandes aportes tanto para el sector, como para la comunidad en general. Durante muchos años –puntualiza Sansica–, el Festival era la posibilidad concreta de ver y mostrarse con el resto del mundo. La globalización fue permitiendo asomarnos a las estéticas y miradas con mayor dinamismo, y pareciera, como sucedió durante la pandemia, que las barreras de la distancia podían franquearse con tecnología. Sin embargo, tal como la misma pandemia demostró, el teatro mantiene viva la experiencia vivencial como motor de su creación y ese elemento se torna insustituible a la hora de compartir con el otro una creación propia o ajena, escuchar y ser escuchado y cuando queremos expresar como artistas o sociedad nuestros gustos, inquietudes o búsquedas. Todo esto construye una comunidad más diversa y abierta a las miradas diferentes, una cultura que puede mirar y mirarse a través de esos encuentros. Podríamos decir que esa mirada es una mirada que nos completa, nos enriquece tanto en lo artístico como en lo comunitario”.

El valor indiscutido de una herencia

Raúl Sansica pone énfasis cuando destaca que son numerosas las muestras de los efectos positivos que estos encuentros fueron dejando en Córdoba, y “podemos decir con orgullo que la calidad de nuestras artes escénicas dan cuenta de ello con obras que se atreven a decir, actuar y preguntarse desde una libertad de pensamiento y estética como pocos espacios de nuestra comunidad”. 

“¿Cómo se democratiza, aún más, un espacio que se gesta a la par de nuestro regreso a la democracia y va creciendo en esos valores? Esa también fue una pregunta que tuvo su correlato en la incorporación de un programa existente, los Corredores Teatrales, a la logística del Festival y que hoy nos encuentra siendo uno de los pocos, o quizás, el único, que llega a tantas poblaciones en simultáneo, recorriendo toda la provincia y descentralizando su ejecución de la Ciudad de Córdoba. Porque las políticas de Estado se construyen durante todo el año y el Festival es mucho más que un evento aislado, su itinerancia se convierte en una marca registrada que nos enorgullece y que sigue creciendo como las apuestas estéticas de los creadores locales y de las que nos visitan”, finaliza con inocultable orgullo Sansica.

Corredores Teatrales

El preludio del FIT Córdoba Mercosur fueron los Corredores Teatrales, un programa que promueve las artes escénicas en todo el territorio provincial y que este año propuso 25 espectáculos en 24 departamentos provinciales. Desde el 27 de septiembre y hasta el 8 de octubre, subieron a escena obras de los géneros más variados (teatro de objeto, teatro, clown, sainete, narración oral, mimo, danza teatro, comedia, circo, títeres de mesa).

Cabe destacar que previo al Festival se realizó la séptima edición de La Noche de los Teatros, evento producido en conjunto con la Red de Salas de Teatro Independientes de Córdoba. En su edición 2023, propuso obras con entrada gratuita y salida a la gorra en más de 50 salas de toda la provincia. En todos los casos, con localidades agotadas.

Con estas tres acciones, la Agencia Córdoba Cultura del Gobierno de Córdoba generó en 15 días más de 200 propuestas teatrales en todos los departamentos de la provincia, dinamizando la actividad, generando nuevos públicos y jerarquizando la escena cordobesa en el intercambio nacional e internacional.

Algunas expresiones

Cabe consignar los enormes valores artísticos de algunas expresiones. Como todo el talento de César Brie en “Telón, las consecuencias del amor teatral”, un itinerario poético de dos grandes creadores en un escenario, a la hora de formular un balance de sus vidas. Tan singular como el suyo, o el mío. Dos actuaciones para el recuerdo, cargadas de emotividad.

Y, también, las excelencias relevantes de “El señor Puntila y su criado Matti”, de Bertolt Brecht, una ocasión histórica que la Comedia Cordobesa hace suya de la mejor manera, para acercarnos la obra de tan enorme dramaturgo, con dirección de Marcelo Lombardero y dos excelentes interpretaciones, las de Gonzalo Tolosa y Gabriel Coba, que se sacan chispas sobre el escenario.

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