Protesta de estatales en Misiones. Foto: Somos Télam.

Si bien su tratamiento parece empantanado en el Senado, la Ley Bases avanza por la desesperación de los gobernadores, que negocian con Javier Milei por sus exhaustas cajas. Deberían observar cómo le soltaron la mano a la aliada Misiones, y por qué el presidente es incapaz de ceder en su ajuste, por dogmatismo o impotencia.

¿Por qué gobernadores y senadores le creen al presidente sus promesas, si Misiones está en llamas?

El gobierno nacional está a poco de lograr uno de los objetivos principales de su gestión, la aprobación de la Ley Bases. Tal como ahora está, e incluso con los retoques, mayores o menores, que se impongan en el Senado, la Ley Bases empuja a una inédita transformación estructural regresiva de la economía nacional y de las capacidades del Estado, de lo público y de la política.

Con una ínfima fuerza legislativa propia, Javier Milei le va a desfigurar la cara al país gracias a la oposición que con él sí que es razonable, dialoguista y donante de gobernabilidad. Su modo de negociación es básico: quitó todo financiamiento a las provincias y universidades e hizo pública la amenaza de que los votos en contra se traducirán en desfinanciamiento eterno.

“Látigo y chequera”, se le decía en otro tiempo a esa estrategia, que nunca implicó el recorte a cero de la infraestructura o la apropiación, para pago de deuda, de los fondos que por ley le corresponden en transferencia directa a los docentes o al transporte público de las provincias. Milei alcanza otro extremo inusitado que, sin embargo, hasta se le celebra.

Con las cajas exhaustas, las obras públicas paradas y en deterioro ante la vista de todos, la detonación hasta de los servicios más básicos y todas las paritarias públicas a la baja, los gobernadores necesitan con urgencia de la Nación. Voten la ley, impone Milei. Y de a poco va decantando apoyos.

La pregunta, de todos modos, es una: ¿Por qué confían así en Milei? ¿Realmente creen en un tipo que no tiene ningún compromiso político (o humano) real? ¿Es que todavía no ven a Misiones en su espejo?

Protesta de estatales en Misiones. Foto: Somos Télam.

Un irresponsable sin ataduras

Milei no debe nada a ninguna estructura política ni a ningún apoyo institucional. No tiene a nadie en ningún ejecutivo relevante en ningún lugar del país. Es imposible de apretar por ningún lado. No tiene ataduras institucionales ni partidarias. No tiene nada que perder.

El incendio en Misiones es la referencia. El 13 de abril, la provincia recibió 11 mil millones para los trabajadores de la educación. Toda una excepción respecto del resto de las provincias. Pocos días después, el ministro del Interior, Guillermo Francos, visitó Posadas y se hizo las fotitos con el gobernador, Hugo Passalaqua. Junto a Francos estaba el poderoso Subsecretario de Gestión Institucional, Eduardo “Lule” Menem, próximo a Karina “El Jefe” Milei. Finalmente, el bloque completo de diputados misioneros apoyó la Ley Bases en la Cámara Baja.

Menos de un mes después, Misiones arde. Unas 12 cuadras de la avenida Uruguay (algo así como la Freyre en Santa Fe o la Ramírez en Paraná) están tomadas por un acampe que conjuga a las extremidades vivientes del Estado: docentes, salud y policía. Hasta se les unen yerbateros empobrecidos. Los piquetes se extienden en las rutas nacionales principales (la 12 y la 14) y en las localidades del interior. La protesta rechaza las propuestas paritarias del gobierno, se mantiene firme y avanza casi todas las noches sobre la Cámara de Representantes (la Legislatura) o la casa privada del gobernador.

De lejos, ahora, Francos dice que “Es un tema al que claramente tiene que buscarle una solución la provincia” y que la Nación “no puede meterse a tratar de solucionar los problemas porque ellos tienen sus metodologías, sus formas”. El vocero Manuel Adorni se lavó las manos “Los docentes dependen del gobierno provincial, no del gobierno nacional, por lo tanto no podemos interferir en esa negociación ni en ese conflicto que es entre partes, donde el Estado es una de ellas”.

Passalaqua está librado a su suerte. La plataforma digital de operaciones La Política Online dice que detrás de los manifestantes está la mano de los eternos capangas Puerta, ahora libetarios. Chi lo sá. Lo cierto es que el gobierno nacional te suelta la mano, incluso con una votación en el Senado que todavía no está saldada.

Déficit cero e impotencia

El ancla del dólar, la motosierra y la licuadora –el ajuste del Estado, es decir– son el corazón de toda la gestión Milei, cuyo único objetivo parece ser mostrar que la cifra de la inflación baja mes a mes, no importa que sea gracias a la disparada del hambre, la pobreza y la degradación de la infraestructura.

Protesta de estatales en Misiones. Foto: Somos Télam.

Con ese berretín de subdesarrollado, el gobierno frenó la continuidad de las obras del Gasoducto Néstor Kirchner para llevar gas hacia el norte del país. Los gobernadores norteños lo habían advertido en el verano, el aviso fue en vano. Por no poner unos 15 millones de dólares, ahora el Tesoro necesita pagar 500 millones de dólares para importar gas licuado en barco.

El faltante de gas ya provocó que haya corte a la provisión industrial y al transporte, en función de mantener el abastecimiento a las cocinas y calefones de las viviendas. La industria tenía apenas en funcionamiento el 53,4% de sus máquinas a marzo, una parálisis cercana a la de crisis de 2001. Un rubro pesado y estratégico, como la metalmecánica (excluida las automotrices) está en 38%. Textiles y caucho y plásticos están en 38,5% y 44,1%, respectivamente. Fueron plantas de tejido y de plásticos, entre otras, las que se quedaron sin gas.

Con semejante recesión y parate, el gas no alcanza. El gobierno no sabe ni siquiera cómo hacer para poder sostenerse dentro de los límites de su marco teórico.

La razón de fondo quizá esté en su impotencia burocrática. Milei ni siquiera terminó de nombrar todos los funcionarios necesarios para que el Estado funcione. No llenó el organigrama. Se sabe, buena parte de sus dependientes son, en verdad, empleados de diversas corporaciones. Un loteo de funcionarios es, también, la traducción de un conflicto entre empresas.

¿Habrá alguien en el gobierno de Milei que sepa cómo llevar adelante el farragoso papeleo de controles, certificaciones, licitaciones y auditorías que implica hacer avanzar una obra pública? El apagón en el sector impide dar una respuesta certera. Sí hay una cosa clara: no cede ni un centímetro en este punto.

Capaz no hay tanta distancia

Por razones político institucionales, de dogmatismo económico, de ignorancia administrativa, por sus zigzagueantes antecedentes más próximos, todo indica que Milei no tiene motivos para cumplir cualquier promesa hecha a cambio de los votos que necesita para sacar la Ley Bases en el Senado.

Este razonamiento se puede hacer rápidamente; gobernadores y senadores seguramente lo tienen en sus cálculos desde hace tiempo. La pregunta verdadera, entonces, no es por qué confían. La pregunta verdadera es si hay una distancia real entre los gobernadores y senadores que apoyan la Ley Bases y la visión económica del gobierno de Javier Milei.

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