Tu vieja. La Ley Bases elimina la moratoria previsional: si el Senado la aprueba, sólo una de cada once mujeres en la Argentina podrá acceder a una jubilación. Un retroceso que sólo profundiza las inequidades de género.

“Con esto queda degradado el concepto de la jubilación. Por ejemplo, mi papá y mi mamá tienen la misma jubilación. ¿Cómo puede ser? Mi mamá no trabajó y mi papá sí. Él empezó a trabajar desde muy chiquitito. Bueno, el punto es que su jubilación debería estar en una determinada lógica del sistema previsional y la de mi mamá tendría que ser una asistencia”. Así adelantaba el presidente Javier Milei, en marzo pasado, su visión sobre las moratorias previsionales y, específicamente, aquella que les permitió a miles de amas de casa jubilarse. 

Si, lo sabemos, el presidente no quiere ni a su madre; y entiende que toda una vida dedicada a las tareas de cuidado y del hogar no son un trabajo que merezca un reconocimiento acorde, quizás sí alguna asistencia. Es decir, una mamá planera. 

Esa concepción sobre el acceso a un derecho universal tan básico como recibir una remuneración por el trabajo de toda una vida cuando ya no podés formar parte del mercado laboral, es la que hoy está plasmada en el proyecto de Ley de Bases y Puntos de Partida para la Libertad de los Argentinos, que tiene media sanción de la Cámara de Diputados y espera su tratamiento en el Senado de la Nación. 

¿Y cuáles son los cambios que esta ley establece en el sistema jubilatorio para darle más libertad a las y los argentinos? Bueno, ninguno. O si, tal como lo dijera Milei en aquella recordada entrevista-debate televisivo con Juan Grabois: “La libertad de elegir morirte”.

“Uno de los principales cambios en el sistema jubilatorio que establece la Ley Bases es la eliminación de la moratoria previsional que permitía que personas que tenían la edad de jubilarse, pero no tenían los 30 años de aportes requeridos, puedan jubilarse”, explica la economista María Eva Bellini en diálogo con Pausa

Para esto Anses realiza un cálculo de los aportes adeudados y establece un plan de pagos para cancelar esa deuda. “No es que se les perdona esa deuda, sino que acceden a la jubilación mínima o a la que les corresponda, y todos los meses se les va haciendo un descuento por el aporte que deberían haber hecho, es decir que tampoco cobran el 100% de la jubilación”, señala Bellini.

Con perspectiva de género

Desde la primera moratoria lanzada en 2004 (Ley 25.994), en la presidencia de Néstor Kirchner, se calcula que casi cuatro millones de personas se jubilaron gracias a estas normativas. Son más que quienes lo hicieron con la totalidad de los aportes realizados (3,2 millones). 

El gobierno de Milei considera a las moratorias “una injusticia” que resta recursos a aquellos que aportaron durante toda su vida laboral. Pero ¿quién tenía la responsabilidad de hacer esos aportes? Esto es una de las consecuencias del sistema de informalidad que rige sobre el mercado laboral en nuestro país. El Instituto Di Tella aseguró, en base a datos del Indec, que hoy más de un tercio de los asalariados no tiene aportes y casi un 50% si se tiene en cuenta a empleados dependientes y cuentapropistas. 

Según los datos de la Dirección Nacional de Economía, Igualdad y Género hasta diciembre de 2022, solo el 8,8% de las mujeres en edad jubilatoria cuentan con 20 años de aportes o más. El 50% de las mujeres en esta franja etaria carecen por completo de aportes, lo que significa que solo una de cada 11 podría cumplir con los requisitos para jubilarse. En el caso de los hombres, el número aumenta apenas a tres de cada 10. El 85,4% de las mujeres jubiladas accedieron a ese beneficio a través de las moratorias.

Las principales afectadas, si la Ley Bases se aprueba tal como salió de Diputados, serán efectivamente las mujeres. “Esto es así porque, como siempre explicamos desde la economía feminista, las mujeres tenemos menor participación en el mercado laboral, principalmente por nuestra sobrecarga en las tareas de cuidado”, señala María Eva Bellini. Efectivamente, la distribución del trabajo no remunerado es muy desigual: 9 de cada 10 mujeres realizan estas tareas, que les implican en promedio 6:30 horas diarias, mientras que los varones les dedican 3:40 horas diarias. 

Eso atenta directamente con nuestras posibilidades de estudiar, de capacitarnos, de pelear palmo a palmo un puesto o un trabajo con un varón que puede trabajar todas esas “horas extras” sin pensar en qué van a comer les niñes, quién los lleva al médico, cuándo va a comprar el regalo para ese cumpleaños al que tiene que ir el sábado, en qué momento irá a probarle un nuevo par de zapatillas porque las que tiene ya no le entran. Si, todo eso es tiempo que, mayoritariamente, las mujeres dedican a eso y sin ningún tipo de remuneración.

“Las mujeres que hoy están por jubilarse vienen de otros contextos laborales distintos, donde la participación de las mujeres en el mercado laboral era mucho más difícil que ahora. Muchas veces quienes tenían que hacerse cargo de sus hijos abandonaban el mercado laboral, si es que estaban formalmente, y después cuando se reintegraban perdían sus aportes. O volvían de forma precarizada, sin aportes. Por eso las mujeres son quienes más utilizaron el mecanismo de la moratoria”, explica la economista. 

La desigualdad y el sistema

Según el informe “El aporte de los cuidados al PBI. Las brechas de género en la economía argentina, 4to T. 2022”, en ese año el trabajo doméstico y de cuidados no remunerado representó un 16,8% del PBI. 

Ese cálculo refleja que el cuidado es la actividad que más aportó al PBI ($17.254.643 millones), seguida por el comercio y la industria. El aporte por género del trabajo no remunerado al PBI es desigual: el 70,2% del tiempo dedicado, corresponde a las mujeres. Esta distribución asimétrica influye en que las mujeres tengan menor participación en el mercado laboral que los varones y que tengan trabajos más precarios, con menor protección social.

Los números dan cuenta de eso que las economistas feministas vienen afirmando desde hace tiempo: ese trabajo que realizan mayoritariamente las identidades feminizadas es el que sostiene el sistema, es el sector invisible que sostiene la economía. 

Menos protección

Con los cambios que establece la Ley Bases, además, las mujeres deberán esperar hasta cumplir los 65 años para jubilarse si antes no cumplen con los años de aportes efectivos, ya que sólo podrán hacerlo a través de la Pensión al Adulto Mayor (PUAM) o de la Prestación de Retiro Proporcional (la nueva prestación que establece esta ley) en la que el haber dependerá de los años efectivamente aportados. 

“El primer impacto de la eliminación de la moratoria va a ser el empobrecimiento de las mujeres y varones que serían sus destinatarios, pero mayoritariamente de las mujeres porque el acceso al mercado laboral sigue siendo inequitativo”, señala Bellini. “Entonces, muchas mujeres que hoy podrían jubilarse, con la aprobación de la Ley de Bases, no lo podrán hacer y accederán solo a la PUAM, que es de menor ingreso, es equivalente al 80% de una jubilación mínima. Por ende, lo que va a hacer es agudizar la pobreza en términos de ingresos que ya tiene nuestro país”. 

“A futuro, en vez de fortalecer el sistema provisional, de esta manera se lo está destruyendo. Además, como política contracíclica macroeconómica, las personas que ya perciben una jubilación o que pueden acceder a la PUAM, son personas que justamente destinan la mayoría de sus ingresos al consumo. Entonces, si a esas personas les reducen sus ingresos, también va a caer el consumo. Es una mala política contracíclica en este momento de caída de consumo, de la actividad económica y de pérdida de poder adquisitivo de los ingresos. Me parece que a futuro todos los impactos son negativos”, concluyó Bellini.

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí