
Patada de Elefante vuelve a los escenarios y lo hace en Santa Fe, su tierra espiritual. El 30 de agosto en La Moreno, Tavo Angelini liderará un show único donde el “rock paquidermo” sonará como rito vital, memoria colectiva y promesa de renacimiento.
¿Por qué vuelve Patada de Elefante? La respuesta de Tavo Angelini es tan simple como demoledora: “Porque estamos vivos”. Esa afirmación, cargada de una urgencia casi existencial, es la clave para entender el esperado y único show que la seminal banda dará este 30 de agosto en La Moreno (Marcial Candioti 3341) desde las 21. Las entradas ya se pueden comprar online.
Más allá de la decisión de reunir al grupo, late una reconfiguración de prioridades, un motor emocional poderoso: la memoria de Leo Moscovich. “A mí la muerte de Leo me pegó muy fuerte, un chico de la vieja escuela como yo, gran guitarrista, un gran artista... y sobre todas las cosas una bella persona. Y bueno, entonces hay que tratar de que los momentos que tenemos para el disfrute sean en primera instancia... La vida es breve y creo que tiene que ver con eso también”. Esta conciencia de la finitud se convirtió en el catalizador que transformó una idea latente en una acción impostergable: aprovechemos que estamos y hagamos.
Para comprenderlo al Tavo, hay que desarmar el arquetipo de la estrella de rock. Debajo de la figura escénica habita un artesano. “No solamente toco música y canto”, explica al teléfono con Pausa, “me gusta pintar, me gusta trabajar con albañiles... Me gusta mucho la construcción, el diseño, la escenografía ". Esta diversidad de oficios es el fundamento de su independencia pues fue así que pudo estructurar su vida para que su arte no dependa del mercado. Jugar al tenis y actuar forman parte de su agenda de deseos, de necesidades existenciales, no económicas. “Desde que tengo 14 años que vengo tocando música y poniendo plata en mi bolsillo para grabar los discos y no me quejo de eso”. Ese espacio de autenticidad total es el escenario, donde se despoja de filtros y puede disfrazarse del Joker o usar un vestido de novia: “uno es en realidad arriba del escenario”. Su autenticidad no es una pose, sino el resultado de cultivar ese espacio de disfrute pleno como quien cuida un jardín.
Una noche bendecida: San Ramón y la voz que no se calla
Hay coincidencias que se convierten en presagios. Que el regreso de Patada de Elefante ocurra en la víspera del día de San Ramón Nonato es una de ellas. San Ramón es el patrono de los partos y los nuevos comienzos, el que bendice el renacimiento de una banda que guardó un largo silencio. Pero su historia resuena aún más con el espíritu de Angelini (que quiere decir “ligado al ángel”) : San Ramón es invocado contra la difamación, ya que sus labios fueron sellados con un candado para impedirle predicar. Este acto de silenciamiento forzado encuentra un eco en la filosofía de Tavo, cuya música confronta la injusticia. Justamente una de las canciones sobre las que se le consulta al Tavo durante la entrevista es “Hechicé”, que nació como respuesta a un violento episodio de intolerancia política.
Ese episodio ocurrió el 24 de marzo de 1999. Aquel día, la agrupación H.I.J.O.S., junto a Madres de Plaza de Mayo y otros organismos, organizó un "escrache" en San José del Rincón para repudiar al represor y entonces presidente comunal Mario Fascino. La manifestación, un acto de memoria y justicia popular, fue recibida con una violenta contramanifestación organizada por el propio Fascino, que incluyó bombas de estruendo y patoterismo para intentar acallar el reclamo. De esa jornada de tensión, impotencia y resistencia nació la potencia cruda de “Hechicé”, una canción que transforma el horror en un grito y se convierte en un mantra contra el odio y que podría ser descendiente de “We are the world” e “Imagine” pero con un tonito un poco apenas más iracundo y con una intro medio Héroes del silencio.
Sonido porteño con paisaje litoral
Patada de Elefante acuñó su propio género: “rock paquidermo”. La definición describe una música de piel gruesa y paso firme, abulonada con riffs contundentes y letras que cuentan historias con esa poética oscura, a veces traviesa pero que también constituye un universo propio a partir de una mirada particular del mundo. El sonido es denso y deliberado, que marcha sin apuro, pero con decisión. Es una traducción sónica del paisaje del litoral santafesino.
Tavo lo confirma al describir la isla, el río y su gente como una “musa... inspiradora constante” que impregna toda su poética, desde “Magnífico Alto Verde” con Carneviva, en “Costanera” en su disco solista Atávico y hasta en Rock paquidermo, cuya sexta canción es “Colastiné”: “Malabares de porrones/En el terraplén descalzo/Los palos al final del río/Se pierden de mi memoria”. Sobrevolando el álbum, además del río, los santos y los hechos, hay cameos de Pizarnik, momentos de murga, un partido en la radio.
A saldar la deuda
Para los seguidores del rock vernáculo, la cita es top tier: sábado 30 de agosto a las 21 en La Moreno (Marcial Candioti 3341). “Vamos a tocar el disco, obviamente, porque a Santa Fe es la primera vez que vamos”. Patada de Elefante, fundada en 2002, fue, en sus palabras, “una banda bien porteña que teníamos un circuito acá en Buenos Aires”. A pesar de que el ADN de Tavo está ligado al litoral, la logística impidió que el proyecto pisara un escenario en su ciudad natal.
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El repertorio no se quedará ahí: “También vamos a tocar temas de Atávico y va a haber sorpresas, obviamente. Va a ser un show extenso, así que vayan con ganas de escuchar mucha música”. Este concierto no es una simple reunión, será una nueva demostración del poder indomable del arte para hechizar la realidad.


