En una entrevista de 1997, pero publicada recién en 2012, Saer decía: “Cuando se agrega un elemento, todo el sistema, las relaciones, las proporciones de las distintas partes, se modifican, cambian”. La frase me hizo pensar que su obra, y en realidad cualquier obra, podía pensarse en términos geométricos.
En “Los paseos”, el primer texto de sus inéditos de juventud, me dio gracia descubrir que ya aparece la calle San Martín. Esa calle, que luego se repite en cuentos y novelas (“Nochero” y La vuelta completa son dos ejemplos), es uno de los centros de su obra, que no es un círculo, sino una elipse. Una elipse se define por dos focos. En Saer, esos focos serían la calle San Martín (Glosa) y su casa en Colastiné (El limonero real, Nadie nada nunca, El entenado).
Si en lugar de analizar el conjunto observamos obras concretas, también podemos encontrar elementos geométricos. Glosa (1986) es una línea recta que Leto y el Matemático recorren a lo largo de veintiún cuadras. En La vuelta completa (1966) hay un triángulo (amoroso) entre Marcos Rosemberg, Clara y Rey. En La ocasión (1987) ese triángulo está marcado con líneas más gruesas en el centro de la trama. Nadie nada nunca (1980) son círculos concéntricos en los que el párrafo inicial, que se repite exacto, es el centro fijo. El limonero real (1974) es un espiral: aquí también la narración se reinicia (“Amanece y ya está con los ojos abiertos”), pero con variaciones. En La grande (2005) hay dos cuadrados importantes: el del inicio, que Gutiérrez y Nula cortan por una diagonal, y el de la manzana, donde viven el doctor Riera y Lucía.
Entrevistada para la ocasión, la profesora de Matemáticas Margarita Guadalupe Garau, que se jubiló en la escuela Almirante Brown, pero que supo hacer una pasantía en el Colegio Nacional de Santa Fe al que asistió Saer, recuerda que el alumno rechazaba el cálculo numérico, aunque se inclinaba por la geometría analítica, en especial, por el dibujo.
En los papeles del Fondo Saer, estudiados a fondo por Julio Premat, aparecen en los márgenes cuadraditos, triangulitos, circulitos y, una forma que aunque más compleja, igualmente puede representarse mediante fórmulas matemáticas: florcitas.




