El boom de la semaglutida estalló a raíz de una gran cantidad de celebridades que bajaron de peso en muy poco tiempo. Su nombre comercial es más conocido: Ozempic. Testimonios sobre su uso, en tiempos donde la delgadez extrema otra vez se volvió un accesorio de moda.

Por Agustina Labath

Una inyección para bajar de peso casi milagrosa, así se ve en una gran cantidad de tiktoks y reels con millones de vistas y comentarios, pero ¿qué es esta droga de moda llamada Ozempic?

La medicación viene empacada en forma de bolígrafo con una aguja en la punta y se indica para bajar de peso en casos de diabetes y, según recientes estudios, en obesidad. Su principio activo es la semaglutida y funciona imitando una hormona llamada GLP-1, que ayuda a regular los niveles de azúcar en sangre.

La droga actúa estimulando la liberación de insulina cuando los niveles de azúcar en sangre son altos; reduciendo la cantidad de glucosa que produce el hígado y disminuyendo el vaciamiento gástrico, lo que ayuda a controlar el apetito. Se suele administrar mediante una inyección subcutánea, generalmente una vez a la semana.

Ozempic: efectos y abordaje integral

En las redes sociales se observan varios videos de personas que cuentan sus experiencias al usar Ozempic para bajar de peso. Sin embargo, en la mayoría de los casos sólo hablan de los beneficios y los comentarios estallan de personas, principalmente mujeres, preguntando cómo acceder de la forma más sencilla.

Además, no solo se promocionan medicamentos, sino también dietas, cirugías, intervenciones y todo tipo de procedimientos médicos con el foco en lo estético y en el rejuvenecimiento; y poco en lo realmente saludable.

Virginia Yodice, magíster y licenciada en Nutrición (MP 619) dialogó con Pausa y comentó sobre esta problemática: “Probablemente la popularidad se debe a que combate el obstáculo más frecuente, el control sobre la ingesta. Quienes utilizan Ozempic o sus alternativas hablan sobre no tener hambre y es frecuente la referencia en la actualidad a no poder parar de comer. Podes pasar muchísimas horas sin ingerir nada, por supuesto que la intensidad de este efecto depende también de la dosis”.

“La cuestión es que ese descenso tiene un costo metabólico en la mayoría de los casos: se pierde masa muscular, porque en definitiva el quitar el hambre y retrasar el vaciamiento gástrico tiene como consecuencia que generalmente se consumen muy pocos nutrientes, entre ellos proteínas, vitaminas y minerales. La pregunta fundamental es si es una asistencia o termina siendo un espejismo que seduce, genera pérdida de kilos (y músculo) pero no soluciona los orígenes de esa obesidad”, agregó.

–¿Es seguro usarlo con fines estéticos o de control de peso?

–Siempre hay que valorar una herramienta como lo que es, y considerar el costo/beneficio. Para llegar al verano, ¿tiene sentido perder músculo? Para perder o controlar peso, ¿no hay otras alternativas? Porque si no se cambian los patrones alimentarios, se está expuesta a una doble desnutrición: se come mal y poco.

–¿Cuáles son los efectos secundarios más comunes?

–Hay mucho por conocer aún, porque los medicamentos se ven en el uso, más allá de haber superado pruebas clínicas. Pero en los casos vistos aparecen náuseas, asco por algunos alimentos y sensación de estar permanentemente satisfechos. Lo que más vemos es que se asigna la medicación como un recurso “único” y no se indica expresa precaución por el cuidado de la composición corporal. No estoy en contra de la medicación, pero creo que debe ser utilizada con mucho criterio.

–¿Existe riesgo de dependencia o efecto rebote al dejar de tomarlo?

–Muchas personas que atiendo refieren haber utilizado análogos de GLP-1 y recuperado el peso, porque no solucionaron la base de su ansiedad por la comida, que a veces tiene que ver con la canalización de emociones. Si bien hoy hay variantes, la mayoría de las obras sociales no la cubren o lo hacen parcialmente y es frecuente que muchas personas (pacientes y gente que uno conoce) comience estos tratamientos, los discontinúe por no poder sostenerlo económicamente y si no hizo el trabajo de cambio de hábitos, vuelva a subir de peso, esta vez arrancando con menos masa muscular.

–¿Qué opinas sobre la creciente demanda de Ozempic para la pérdida de peso en redes sociales y entre celebridades?

–Creo que se reduce el peso corporal a una cuestión biológica, cuando ya sabemos que existe predisposición, hormonas, ambiente y cuestiones que no podemos controlar tanto como quisiéramos. Pero la mayor parte tiene que ver con el consumo de ultraprocesados, la falta de ejercicio, descanso y el estrés crónico. Ni hablar de celebridades que claramente no tienen ni sobrepeso ni obesidad fomentando más presión sobre cuerpos que parecen nunca ser lo suficientemente delgados. Es algo que debería regularse.

–¿Estás al tanto de que existen versiones truchas del medicamento que se toman sin supervisión? ¿A qué pensas que se debe esto?

–A que no hay una política de Estado seria para acompañar el sobrepeso, la obesidad y prevenir trastornos de la conducta alimentaria. Por un lado, seguimos sosteniendo ideales de cuerpos hegemónicos y juventud eterna, que genera mucha presión, en especial sobre las mujeres. No sólo en adolescentes, también en mujeres adultas jóvenes, de 40 o 50 años, que sienten una necesidad de tener “el cuerpo de antes”, que les cuesta aceptar que el cuerpo cambia y es normal, generando una profunda angustia. Esto es el sistema, no en vano Argentina es el segundo país con más trastornos de conducta alimentaria del mundo. Claramente hay “mercados negros”, pero lo que lleva a una persona sin tener una razón médica real a consumir esto, es en gran parte debido la obsesión por la delgadez a toda costa, así sea ilegal.

Mujeres que usaron Ozempic

Pausa habló con dos mujeres que utilizaron la medicación y contaron su experiencia.

Elisabet, docente santafesina de 51 años, comentó que comenzó a utilizar Ozempic debido a una recomendación de su nutricionista: “Anteriormente ya había probado con dietas súper restrictivas para bajar de peso, anfetaminas y recetas desesperadas. Nada me servía”, expresó.

“Este año comencé un tratamiento integral que incluye nutricionista, psicólogo y actividad física, debido a la necesidad de bajar de peso y no haber encontrado la solución con otros métodos. Acceder a la mediación me fue fácil, pero no económico”, sostuvo.

Por otro lado, Andrea, que tiene 28 años, trabaja como analista en una empresa de seguros en Buenos Aires y tiene diabetes tipo dos, conversó con Pausa sobre su vivencia.

“En 2023 fui a una consulta de rutina con mi ginecóloga, y además de hablar temas referidos a la especialidad, me consultó sobre mi peso y me contó sobre la experiencia de su esposo, que siempre tuvo diabetes y se atendió con una profesional que le recetó Ozempic y bajó muchísimo de peso. A partir de su recomendación, pedí turno con esa doctora y comencé el tratamiento. Lo que me motivó fue haber visto tantos casos en internet”, manifestó.

Andrea aseguró que acceder al medicamento no fue fácil por la falta de disponibilidad y problemas con la obra social: “En mi caso no lo cubrían porque consideraban que no estaba tan enferma como para tratarme. Pero la doctora me dio una unos bonos que me hacían el 20% o 30% de descuento”. Sin embargo, afirmó que en su caso no fue efectiva la medicación, debido a “estar tan atareada y estresada con el trabajo y otros temas privados".

“Por eso siento que perdí tiempo y mucho dinero, porque no logré el objetivo. Bajé un par de kilos, pero como no hice el acompañamiento debido, los terminé recuperando y algunos de más. No creo retomar el tratamiento más adelante, porque es muy caro, prácticamente impagable para mí”, concluyó.

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