ANUARIO 2025 | Las elecciones demostraron el apoyo que aún conserva la gestión libertaria, a pesar del ajuste desproporcionado, la inestabilidad económica y el incremento del desempleo. Cierra el año con un Congreso que promete vía libre para las reformas.
Si de algo podemos estar seguros es que el 2025 nos enseñó a no aventurarse con pronósticos tan taxativos en materia electoral y a no establecer causas y efectos entre elecciones legislativas provinciales y nacionales. Porque Javier Milei consolidó su proyecto de gobierno en su primera prueba electoral posterior al balotaje de 2023.
Si Milei ya venía logrando adhesión con o sin la billetera, con o sin barreras institucionales, ahora lo hará definitivamente sin mirar al costado en la segunda etapa de su presidencia.
El resultado de las elecciones nacionales fue claro: La Libertad Avanza obtuvo más del 40% de los votos a nivel nacional. Esto implicó una victoria en 15 de los 24 distritos, y así se llevó la mitad de las bancas de Diputados en juego y 13 de los 24 escaños del Senado.
Fiel a su estilo hiperbólico, Milei lo definió como un “día histórico para la Argentina”. Acto seguido, invitó a la “gran mayoría” de los gobernadores a discutir acuerdos. Está claro que, con los aliados oficiales y extraoficiales en Diputados, el Senado sigue siendo el terreno de negociación política para el Gobierno. Es el ámbito en el que las transferencias a las provincias siguen jugando un rol fundamental en un contexto de ajuste presupuestario.
Si ponemos el foco en las provincias, el resultado también demostró el impacto electoral de los proyectos que se presentan como federales. Provincias Unidas, la plataforma que reunió a gobernadores de seis provincias, ganó solamente en Corrientes y obtuvo apenas algo más del 7% a nivel nacional.
El efecto más inmediato parece ser la imposibilidad de generar un atractivo electoral a nivel nacional para las opciones que confrontan con Nación desde las provincias. Entonces, el proyecto de Provincias Unidas resulta acabado sin ni siquiera haber nacido. Pero tampoco resultará en una actitud diferente en relación al oficialismo, sino más bien una continuación de la misma dinámica: el acompañamiento casi total.
Por su parte, el principal adversario, Fuerza Patria y sus aliados, se posicionaron como principal oposición y superaron el 33% del total de votos emitidos. El peronismo kirchnerista ganó en ocho provincias (incluyendo al aliado Frente Cívico de Santiago del Estero). De este modo, el kirchnerismo cosechó 46 bancas en diputados y 9 en el Senado. Sin embargo, el panorama en el Congreso será profundamente crítico para la oposición real y ya comenzaron algunas fugas hacia el oficialismo.
El apoyo a Milei de cara a 2026
El año finaliza con los libertarios como la primera minoría en la Cámara de Diputados con un total de 95 bancas, frente a las 37 que poseían anteriormente. En tanto, el peronismo se redujo de 98 a 93 legisladores. Mientras que la suma de Provincias Unidas, PRO y UCR son 44 escaños. Es decir, ni LLA ni el peronismo tienen los números propios para abrir sesiones ni para imponerse en votaciones, pero con Provincias Unidas, PRO y UCR la balanza está inclinada hacia el violeta.
Otra realidad será el Senado: el peronismo es la primera fuerza, con 28 bancas, seguido por LLA, con 20. Luego, la UCR cuenta con 10 y PRO, con 4. Por lo tanto, ningún espacio alcanza el quórum de 37. Aquí será protagonista la presión de los gobernadores (y de la billetera nacional).
Fuera de la fotografía del Congreso, hay dos lecturas más que nos brindaron las elecciones nacionales de medio término.
Por un lado, la relevancia de destacar la gran caída en la participación electoral. Hubo una asistencia del 67,85%. Es uno de los valores más bajos desde el retorno de la democracia. Más de 11 millones de personas decidieron no votar.
Por otro lado, el interrogante sobre el futuro de un proyecto alternativo al libertario. Dicha inquietud no puede escindirse de la multiplicidad de especulaciones sobre las causas del revés electoral para el peronismo, tales como el rol de Donald Trump; la percepción o no de una crisis económica; el apoyo popular a un ajuste presupuestario; la consolidación y aglutinamiento de un voto “antiperonista”; la persistencia de la esperanza en el electorado volátil; el miedo a un regreso de la inflación descontrolada; la ausencia de una propuesta alternativa novedosa; la espera de una implosión del programa económico que no llega; entre otras.
Finalmente, restará por verse si la revalidación del apoyo electoral a Milei (que no es muy distinto a los niveles de Mauricio Macri en 2017) continuará luego del paquete de reformas regresivas que planean aprobar en el Congreso en materia fiscal y laboral.









