We are the champions, my friends

El oficialismo (con el invaluable aporte de los Macri boys) cumplió con los designios de Trump: logró teñir de violeta el mapa de casi todo el país. ¿Le alcanza para sumar las bancas que necesita?

“El día que dejemos de creer que la democracia puede funcionar es el día que la perdemos”, sostiene la magnífica Padme Amidala en esa trilogía de Star Wars que los tontos se saltean. Para los que no la vieron: la democracia de la República termina con un golpe de estado. En su lecho de muerte, en medio de una guerra galáctica (que le da nombre a la saga) Padme da a luz a los mellizos Skywalker, Luke y Leia, héroes de la nueva era. Su marido es Darth Vader. Todo esto para decir: cuando parece que una historia se cierra, siempre hay una que comienza.

Miren hasta donde nos fuimos para encontrar un pedazo de algo que no tenga este sinsabor a desesperanza.

En algún lugar de la galaxia, Donald Trump se regodea: el pequeño perro de cuatro camperas al que le dio su apoyo, su fibrón y su dinero logró ganar la elección. Esa que a priori parecía imposible. Esa que asustaba a todos en Casa Rosada, y que llenaba de esperanza a quienes queremos sentir que no estamos tan solos en el universo, que en algún momento el pueblo argentino iba a decir “basta”. No será en este domingo. No al menos en esos términos.

El país votó. Con el nivel de participación más bajo de la vuelta de la Democracia para acá, pero votó. En qué está pensando ese 34% que no fue a votar es la gran incógnita (una de las tantas, en realidad) de la jornada. Con más o menos candidatos, con boleta única o sábana, con elecciones provinciales desdobladas o el mismo día, el resultado es el mismo: hay argentinos que no quieren votar. Esa es la mayor de las desilusiones.

La polarización venció a un gobierno provincial que otra vez iba a plebiscito

Con el 96% de las mesas escrutadas, los datos resultan casi inapelables: La Libertad Avanza consigue el segundo triunfo nacional de su historia con casi el 41% de los votos. En segundo lugar, Fuerza Patria acumula el 31,6%, ganando sólo en las provincias de Catamarca, La Rioja, Formosa, Santa Cruz, La Pampa y Tucumán tanto con el sello nacional como con alguna variante provincial. Provincias Unidas, ese espacio que pretendía escaparle a la polarización y que nuclea a gobernadores de distintas provincias, no ganó en ningún distrito.

El verdadero triunfo, hasta ahora, es el que cosecha La Libertad Avanza en la provincia de Buenos Aires, ese espacio en el que hace menos de dos meses sufrió una derrota durísima en las elecciones provinciales. La trama de Espert con el narco Machado no parece haber tenido impacto alguno en el electorado. Es un caso de estudio: el mileísmo gana en el distrito más difícil con una boleta encabezada por un candidato que no podrá asumir porque fue retirado de la lista. Con el diario del lunes (o los resultados del domingo) la discusión sobre si había que reimprimir o no las boletas resulta irrisoria. Con Espert y sin Santilli, La Libertad Avanza gana. Pero Espert no asume, y asume Santilli. Nos encantaría ver cómo le explican esto a Donald Trump.

Quien debe estar observado con atención es, como siempre, Mauricio Macri. El oficialismo y sus aliados lograron consolidarse como la primera minoría, con poco más de 100 diputados en la cámara baja. La pregunta es cuántos de esos diputados, que originalmente le responden al PRO, seguirán siendo “oficialistas”. Es decir, cuánto va a durarle a Mauricio esta nueva tregua. “Él sabe mi número, si necesita algo me va a llamar”, declaró esta mañana el ex-presidente al salir del cuarto oscuro. Vale también preguntarse si por estas horas y con estos resultados no es Mauricio el que tiene que llamar a Milei. Al menos para felicitarlo.

En el PJ hasta ahora se impone un silencio casi respetuoso. De confirmarse estas tendencias, el peronismo tendrá 93 legisladores, ocho menos de lo que tiene en la actualidad. Será más importante que nunca que pueda mantener las alianzas estratégicas que sostuvo en estos casi dos años de Milei, y que en el último tiempo le permitieron aprobar proyectos importantes en ambas cámaras. Sobrevuela la inevitable pregunta: ¿acaso Cristina tenía razón? ¿Son los resultados generales, y sobre todo los de la provincia de Buenos Aires, producto del desdoblamiento de las elecciones? También vale preguntarse cómo se articuló (si es que así sucedió) la campaña a nivel nacional, que hizo que en muchísimas provincias el PJ participe con otros nombres y armados, incluso con varias listas, dificultando la elección general.

Y después, claro, quedarán las lecturas del oficialismo. Ese oficialismo que sin obra pública, sin paritarias, sin inversión, sin promulgar ni reglamentar las leyes de Emergencia en Discapacidad, Emergencia en Salud Pediátrica o de Financiamiento Universitario logró ganar. Milei, sin políticas de género y con escasa política de “seguridad” que no incluya la represión, logró ganar. Milei, sin ningún gobernador “propio” y con un puñado de aliados logró ganar. Milei, con el dolar “flotando entre bandas” y el salario mínimo vital y móvil por el piso logró ganar. Milei, el que insulta a todas las minorías y destrata a los jubilados, logró ganar. Milei, el que prometía volar por los aires el Banco Central y ahora lo tiene intervenido por dos estados. Milei y Trump.

Milei, el que ahora estará convencido de que su show en el Movistar Arena le dió el empujón final a la campaña. Y los resultados indican, muy a nuestro pesar, que tal vez puede no haberle sumado votos, pero al menos no se los hizo perder.

¿Cuál es la clave, entonces? ¿Cómo se le hace frente a lo que a priori parece una fuerza inamovible? Con más democracia, quizás. Más debate, más charla, más escucha. En 2023 aprendimos que hay una fracción de este pueblo que no habla, no vocifera, no grita, no comenta en Facebook ni se pelea en la calle: sólo se expresa a través del voto. Expresaron que quieren que Virginia Gallardo sea diputada.

Que la fuerza nos acompañe.

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