Cooperativas locales ponen en marcha una planta de tratamiento de residuos electrónicos.

La basura electrónica es un problema que crece exponencialmente en todo el mundo. Tras una discusión trunca en el Congreso de la Nación que data de 2012, Argentina navega en un limbo legal y, en la actualidad, grandes cantidades de chatarra se exportan, otras se acumulan. A nivel local, dos cooperativas buscan abrir una planta piloto de Recuperación de aparatos Eléctricos y Electrónicos (RAEE) para hacer tratamiento y reciclaje de los dispositivos que descartan los santafesinos. “Nuestra característica y principal fortaleza como proyecto es que somos dos cooperativas: Coprinf por la parte técnica y la Cooperativa de Cartoneros de Santa Fe por su experiencia y fuerza laboral”, destacó el ingeniero electrónico Juan Carrique, miembro de Coprinf.

Leonel Méndez, presidente de la Cooperativa de Cartoneros de Santa Fe, que se constituyó en 2010, explicó a Pausa que “venimos del movimiento de cartoneros, la cooperativa fue una resultante no proyectada en ese momento. Nacimos defendiendo nuestro trabajo ante el avasallamiento que provocaba la ley Sarmiento, utilizada para quitar los caballos”, dijo en referencia a la ley nacional Nº 2.786 sancionada en 1891, precursora en lo referido a maltrato animal.

“Constituirnos de este modo fue un desafío interno. Hoy estamos en un proceso de integración, reconocimiento social y resignificación de las palabras cartoneros, recicladores y servidores públicos”, expresó Méndez. Los cartoneros cuentan con dos galpones de trabajo, uno de ellos ubicado en el Camino Viejo a Esperanza al 7000 y el otro en Estanislao Zeballos 4898. Las familias involucradas son 120 y trabajan de forma directa 78 personas, con perspectivas de crecimiento a futuro. “Es un proceso largo. Ahora estamos con mucho trabajo y desafíos para mejorar”, señaló el presidente. Por su parte, Coprinf es una empresa cooperativa de base tecnológica que ofrece servicios de desarrollo de sistemas, diseño y comunicación, y soporte técnico, conformada por profesionales con diferentes perfiles.

Cada año se generan, en promedio por persona, unos 20 kilos de chatarra informática y electrónica que puede ser reutilizada.
Cada año se generan, en promedio por persona, unos 20 kilos de chatarra informática y electrónica que puede ser reutilizada.

En 2012 la Cooperativa de Cartoneros y Coprinf hicieron el primer contacto. “Siempre me movilizó el tema de recuperar materiales y tenía un proyecto personal en este sentido. Después de conocernos, nos organizamos para armar algo más ambicioso, que es tener una planta RAEE con recicladores y personal técnico. Cada vez que nos juntábamos a hablar, la posibilidad de concretarla se veía más latente. Este proyecto puede mejorar las oportunidades de mucha gente, me emociona ver el trabajo de los recicladores”, comentó Juan Carrique.

Sobre la marcha del proyecto, el ingeniero electrónico especificó: “Como una prueba pública de concepto, este año llevamos adelante una campaña donde convocamos a la población a donar material y tuvimos muy buena repercusión, juntamos muchísimas cosas para trabajar en la Feria de Ciencias y Tecnología. Y aprovechamos ese espacio para lanzar la campaña ‘Hacé tu papel’, para reivindicar el trabajo de los cartoneros. Ahora estamos avanzando en una etapa de consolidación del proyecto, que significa escribirlo, revisar la legislación, hacer un análisis económico y convocar a distintos actores del Estado y a empresas”.

“Nuestra idea es realizar otra campaña medioambiental antes de finalizar el año para difundir un poco más el proyecto y concretar nuevas acciones para hacernos visibles. Pensamos hacerla en la peatonal con hijos de cartoneros, porque queremos generar el contagio de la responsabilidad social ambiental, por ejemplo eligiendo elementos amigables con el medio ambiente a la hora de hacer las compras en el supermercado. Para 2016 tenemos previsto llevar la campaña ‘Hacé tu papel’ a nuevas escuelas”, agregó Leonel Méndez.

—¿Qué hace el Estado con la basura electrónica?

—Lo desconocemos  –contestó Juan Carrique–. Lo que puede estar sucediendo es que se acumule. Realmente no creemos que haya una gestión completa. Sabemos que la basura electrónica no puede ser introducida en el relleno sanitario porque es peligrosa, tiene materiales altamente tóxicos como el plomo, presente en los viejos monitores de tubo. En otros puntos del país acumulan todo mediante programas provinciales, algunas partes se recuperan y el resto se exporta como basura. Diría que el trabajo del Estado es latente. Se genera mucha basura, se acumula otro tanto y se procesa muy poco.

“Según las estadísticas que manejamos, hace unos años se acumulaban 20 kilos de basura electrónica por familia cada año. Hoy esa cifra es igual pero contada por persona. Hay que analizar la cuestión exponencial porque estos residuos crecen en cantidad: se consumen más aparatos electrónicos y cada vez duran menos, lo que obedece al proceso de obsolescencia programada. Ya tenemos una situación problemática y va a agravarse con el correr de los años”, añadió.

La planta ideal

Consultado sobre el trabajo que se realiza en una planta RAEE, el Ing. Juan Carrique contó que “se toma el material, se recupera lo que se puede, el resto se mete en una trituradora y se hace minería a partir de los desechos. Acá es donde pongo el foco y señalo que nuestra participación es reutilizar las partes para usos no previstos. En este sentido, tenemos un proyecto denominado Reduino, que trabaja a partir de componentes de computadoras para armar kits de robótica educativa y otros artefactos para hacer diversos desarrollos. Así como yo me desafié como ingeniero electrónico, desafío a otros ingenieros para que tengamos basura cero. Esta pata puede ser tomada por el diseño industrial para hacer bijouterie o mobiliario, por ejemplo. Es interesante complementar las propuestas existentes generando nuevos objetos, donde también se incluyen disciplinas como el arte. Creemos que con los años nuestra capacidad de resolver problemas será mayor porque, además de la posibilidad de exportar o trasladar material a las plantas, vamos a tratar de reutilizar partes, lo que implica mano de obra y trabajo para mucha gente”.

En este sentido, explicó que “cuando recibimos las piezas, se catalogan en función de los materiales reciclables. Se necesitan máquinas para quitar los circuitos integrados y, por ejemplo, para aprovechar una plaqueta hay que desoldar los componentes. Son muchos procesos, es la inversa de la fabricación, sólo que acá se hace a mano lo que en China se fabricó en lote. Y hay que separar una tonelada de plástico para que rinda algo de dinero. Es una inversión grande de tiempo y dinero, y para esto necesitamos compromiso. Si logramos armar una computadora que sirva, que eso genere un ingreso económico, aunque sea marginal, y además estás formando a una persona, este proyecto nos cierra. Y lo queremos hacer porque entendemos que es necesario”, reflexionó el representante de Coprinf.

—¿Qué volúmenes creen que podrán procesar con la planta funcionando a pleno?

—Depende mucho de la inversión. En este proyecto puede haber dos grandes contribuyentes: el Estado como inversor, y las empresas con apoyo del tipo de responsabilidad social, algo que tendremos que trabajar.

Por su parte, el presidente de la Cooperativa de Cartoneros objetó que “no se cuantifica lo que hace el cartonero por el medio ambiente, a ellos se los califica como vagos y lúmpenes. Los electrodomésticos hechos en empresas monopólicas se fabrican con lo que llevan un montón de compañeros de todo el país por monedas, para que las fábricas vendan clavos y chapas a precios altos. Pero a los monopolios no les interesa visibilizar de dónde vino el material sino maximizar las ganancias. Y la verdad es que los cartoneros hacemos una tarea prácticamente gratuita, no tienen reconocimiento social ni económico”, completó Méndez.

[quote_box_left]Leonel Méndez: "Hoy estamos en un proceso de integración, reconocimiento social y resignificación de las palabras cartoneros, recicladores y servidores públicos”. [/quote_box_left]

“Hay que preguntarse cuánta basura seguiremos generando como sociedad. Tenemos que tomar conciencia: lo que generamos contamina y somos responsables. La mayoría de las personas creen que se desprenden de los residuos y no pasa nada. Cuando planteamos mejorar la calidad de vida, también tenemos que cuestionar la forma en que vivimos. Es insostenible el nivel de consumo, no tiene sustentabilidad económica ni ecológica. El planteo es mucho más amplio, nosotros sólo desarrollamos un proyecto que sirve para incluir y mejorar, pero lo que deseamos es hacer un click en la gente para que reaccione, porque nosotros tendríamos que estar presentes lo menos posible. Si nos agrandamos, significa que algo anda mal”, finalizó Leonel Méndez.

Publicada en Pausa #165, miércoles 11 de noviembre de 2015

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