¿Las cosas en su lugar?

Analizar los tarifazos con las categorías de Perry Anderson o del periodismo oficioso, esa es la cuestión.

 

En una de esas madrugadas en que pinta insomnio, me puse a leer comentarios en los foros de Clarín, de La Nación y de Pausa, sobre el tema del tarifazo de la luz. Siempre trato de poner bajo vigilancia mis ideas y convicciones, porque no quiero que se naturalicen en mí de forma rápida. Quiero tener argumentos sólidos para mí, pues uno intercambia conversaciones, por lo general, con gente afín; hemos llegado a un punto en que evitamos confrontar con amigos, porque creemos que los queremos más allá de ideas y creencias. Lo que es falso, por supuesto, pero el  amor es obstinado y una, que cree que la discusión no hace más que reforzar los lazos, entiende duramente que no todos tenemos la misma sensibilidad ante el desacuerdo. A mí me resulta estimulante,  pero sé que otros se deprimen o se ofenden o se enojan.

De manera que la curiosidad me guía cuando me pregunto cuáles son los argumentos macristas frente a ese tema. Encontré varios, pero me parece que éste es muy contundente: “No voté a Macri pero estoy feliz con su gobierno. Está cumpliendo todas sus promesas y va a poner todas las cosas en su lugar. No era posible que un simple laburante ganara más de 30 lucas y fuera a trabajar en auto, encima quejándose por pagar impuestos. Además va a ralear gran parte de la clase media que se cree de la gran burguesía y la va a volver al vulgo donde nunca debió salir. Todo esto con sus propios votos. Sino en este país parece que todos somos iguales!!!!”.

Vale aclarar que el comentarista usó mayúsculas en todo lo dijo; seguramente todos entendemos el valor enfático que se le otorga al enunciado al utilizar ese recurso. Es importante consignar que apareció en el diario Clarín en enero, donde hay una abundancia importante de comentarios similares, como: “Pensaron que la fiesta era eterna, se creyeron que manejando un remis, o repartiendo pizzas en un delivery o quizás recibiendo un plan vaganciar todo iba bien ‘porque a fin de mes la boleta me llega con subsidio del Estado Nacional’.”

[quote_box_right]Quiero tener argumentos sólidos para mí, pues uno intercambia conversaciones, por lo general, con gente afín; hemos llegado a un punto en que evitamos confrontar con amigos, porque creemos que los queremos más allá de ideas y creencias. Lo que es falso, por supuesto, pero el  amor es obstinado y una, que cree que la discusión no hace más que reforzar los lazos, entiende duramente que no todos tenemos la misma sensibilidad ante el desacuerdo.[/quote_box_right]Como todos entendemos estos enunciados en toda su extensión y profundidad, voy a pasar a otros, menos explícitos, pero igual de contundentes. En este caso se trata de un artículo de un periodista local, que perora del siguiente modo: “Entiendo las razones por las que un gobierno decide aplicar un tarifazo. Hay ciertas leyes económicas que, como las de la gravedad, son inexorables. A ningún gobierno le gusta recurrir a estas medidas que inevitablemente golpean el bolsillo de las clases medias y las clases populares en general, pero se sabe que en economía los ajustes son tan necesarios como la expansión, la cara y ceca de la misma moneda. Dicho con otras palabras, los ajustes son desagradables, entre otras cosas porque son inevitables. Si un país gasta más de lo que produce, si sus deudas son superiores a sus ingresos, en algún momento el ajuste se impone”. No sé si es obvio; lo es para mí: en los dos casos, se dice lo mismo, pero con diferentes niveles de abstracción y casi diría, de complejidad.

En lo que yo entiendo, la lectura del artículo de este periodista me recordó los diferentes niveles de abstracción de las leyes de la física, como, por ejemplo, la de la dilatación de los metales.

Sabemos que una ley es digna de este nombre porque enunciar una verdad de la naturaleza permite predecir el comportamiento de la materia. Ahora bien, toda ley aspira a la matematización, antiguo anhelo de todo científico. Allí arriba flotan los espíritus más etéreos del conocimiento, ningún engaño ni vulgaridad los roza. En el caso arriba mencionado tenemos por lo menos tres niveles:

  1. Los sólidos aumentan de volumen cuando se incrementa su temperatura y disminuyen cuando ésta desciende.
  2. El movimiento de los átomos que componen un cuerpo sólido, vibra con mayor o menor amplitud al incrementarse o al descender su energía por efecto del calor.
  3. Coeficientes de dilatación de materiales obtenidos de modo experimental y, como interesa conocer las longitudes inicial y final en función de dos valores de temperatura extrema, tenemos la siguiente fórmula:

Lf  = Li .(1 + a . ΔT)

 

Tocamos el cielo con las manos. Sin embargo, no es difícil discutir la ley del ajuste mencionada por el periodista. Porque, para balancear gastos y deudas, un gobierno podría haber decidido continuar con las retenciones del campo, de la minería, de la industria, etcétera, en vez de ajustar tanto las tarifas.

Entonces, mi amigo Andrés Cammisi me aporta algo inesperado y valioso, y citarlo convierte a mi enunciado en el nivel más bajo de abstracción, y, de paso, lo legitima con una autoridad como Perry Anderson: “La observación clave de T.S. Eliot fue que todo gran sistema de creencias constituye una jerarquía de diferentes niveles de complejidad conceptual, que incluye construcciones intelectuales sumamente sofisticadas –accesibles sólo para una elite educada– en la cima, versiones más amplias y menos refinadas en niveles intermedios, y las simplificaciones más crudas y elementales en un nivel popular. Todo esto unido, sin embargo, por un lenguaje único y apoyado por la correspondiente serie de prácticas simbólicas…”.

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