El pensamiento ambiental y la perspectiva de género fueron temas abordados en un panel que abrió la discusión sobre la mirada a la naturaleza como un sujeto de derecho.

 

Desde ADUL, como parte de la conmemoración del Día internacional de la Mujer, se realizó el panel “Conocimiento y pensamiento ambiental: aportes desde el derecho, las teorías críticas de género y los movimientos sociales”, donde disertaron la investigadora e historiadora Teresa Suárez y la doctora en Derecho Valeria Berros.

Al comenzar la actividad, Suárez repasó aspectos del antropocentrismo de la modernidad, que privilegiaba al ser humano por sobre la naturaleza y los animales, hasta la aparición del ecofeminismo, un movimiento que apareció en la década del 50 y se fortaleció en los 70, que ve una conexión entre la explotación y la degradación del mundo natural y la subordinación y la opresión de las mujeres.

Asimismo, indicó que “consideramos también el conocimiento que forma parte de la experiencia social de los pueblos aunque estén fuera del ámbito universitario, educativo, etcétera. No aceptamos como neutro el conocimiento que se difunde y nos damos la libertad de impugnar aquello que no se ajusta a la realidad de los pueblos. A veces, dentro de la Universidad, se pierde de vista la sociedad, sobre todo si no se está participando de las formas en que la ciudadanía se interesa y se manifiesta por los problemas que le competen. Por ello participamos de algunos movimientos sociales que van creando su propia conciencia y difunden la manera de interpretar el mundo circundante que no se limita al conocimiento académico”.

Cosmovisiones

Valeria Berros comenzó su exposición con una reflexión de la activista hondureña Berta Cáceres, asesinada el pasado 3 de marzo a los 42 años, perseguida por su destacada militancia ecologista: “En nuestras cosmovisiones, somos seres surgidos de la tierra, el agua y el maíz. De los ríos, somos custodios ancestrales el pueblo lenca, resguardado además de los espíritus de las niñas que nos enseñan que dar la vida de múltiples formas, por la defensa de los ríos, es dar la vida por el bien de la humanidad y de este planeta”.

“Las ideas de Berta dan cuenta de cierta diversidad que existe al momento de pensar lo ambiental, que se las relaciona al color verde, que tiene muchísimas gamas y además es la combinación de dos colores. Es una buena metáfora para el derecho ambiental y de cómo el derecho se aproxima a la cuestión ecológica”, dijo Berros.

“Hay una visión más monopólica que otras y cuando nos aproximamos al campo jurídico, la visión que encontramos tiene que ver con una más bien antropocéntrica: tenemos derecho a un ambiente sano, eso dice la Constitución Nacional y la mayor parte de las convenciones internacionales. La idea de proteger nuestro ambiente, por una parte, nos pone en un lugar de superioridad que podemos interrogar. Y para proteger este ambiente al que todos tenemos derecho hay que lograr un incentivo económico. O pensar al ambiente en una especie de balance entre lo social, lo económico y lo ambiental, que es la idea original del desarrollo sustentable”, puntualizó la especialista en derecho.

Seguidamente, dijo que la categoría de desarrollo sustentable fue perdiendo trascendencia y su reemplazo es la llamada economía verde y su marketing, “que crea algún tipo de incentivo económico, haciéndonos pensar que de esa manera estamos en condiciones de proteger el ambiente. Es una visión más monopólica del derecho ambiental, que se traduce en una serie de dispositivos que forman parte de los plexos regulatorios de todos los niveles”.

La tierra, sujeto de derecho

Más allá del marketing verde, Ecuador y Bolivia empezaron a permear en el campo jurídico con diversas leyes aprobadas en los últimos años, en una vuelta a las raíces y como alternativa al capitalismo, reconociendo a la naturaleza –Madre Tierra y Pacha Mama en cada caso– como sujeto de derecho. “Para el derecho occidental esto es revolucionario porque la naturaleza siempre tuvo un lugar de objeto, de dominio de los hombres sobre lo otro. Luego apareció el reconocimiento al derecho a un ambiente sano y en el siglo XXI se dio lugar a algo que se venía cuestionando desde la década del 70 y cambia el estatuto referido a la idea de propiedad sobre los animales, donde se discute acerca del estatuto moral que debemos tener en consideración para pensar nuestro vínculo con ellos. Una de las estrategias que se usó en Argentina, entre otros países, es la presentación de acciones de hábeas corpus para liberar animales encerrados en zoológicos”, especificó Valeria Berros.

A partir de los casos latinoamericanos, la discusión comenzó a trasladarse hacia otros países. “De a poco este tema se coloca como un ítem más en el desarrollo sostenible. Las leyes aprobadas en Bolivia, por ejemplo, otorgaron la base para un proyecto de directivas de la Unión Europea que se relaciona con el derecho a la diversidad de la vida, al agua, al aire limpio, al equilibrio, a la restauración y a vivir libres de contaminación. Sin embargo, la iniciativa es cientificista en sus partes regulatorias y no remite a la diversidad de saberes que hay disponibles y siempre quedan opacados”, cuestionó.

Y reflexionó: “Cuando se plantean estas ideas, como contrapartida suelen decir que no sirve para nada porque no dan soluciones, pero si miramos lo que ocurrió con la cuestión ecológica de un tiempo a esta parte, los resultados no han sido muy positivos con la visión más verde del derecho al ambiente sano y la economía verde. Y no se quiere dar oportunidad a perspectivas diferentes. Hay distintas maneras de pensar una misma cuestión. Siempre que tenemos el monopolio del conocimiento científico estamos dejando afuera otras voces que son valiosas en los temas ambientales que nos tocan de cerca, como el caso de los agrotóxicos: los primeros en denunciar fueron los mismos afectados, las madres de Ituzaingó en Córdoba, los médicos, y desde el sector científico Andrés Carrasco tomó esa bandera. Pero si analizamos lo que se discute en términos de agrotóxicos al interior de la ciencia, estamos muy lejos de todo esto. Hay que incentivar la reflexión sobre las perspectivas más marginales para que no sigan quedando invisibilizadas”.

El Día de la Mujer

Berros finalizó su presentación apuntando hacia el eje del panel y a la figura de Cáceres: “Se suele pensar que la naturaleza como sujeto de derecho se circunscribe a la discusión sobre el vínculo entre lo humano y el animal, pero lo interesante es que la discusión es mucho más larga. Berta Cáceres, que encarnaba la perspectiva de defensa de los derechos de la madre tierra y las cosmovisiones ancestrales, cerraba sus presentaciones diciendo ‘dar la vida de múltiples formas para la defensa de este planeta y de la humanidad’. Y finalmente a ella les quitaron la vida, por eso me parece bueno recordarla en el Día de la mujer”.

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