UN AÑO DE MACRI | Las alianzas y los acuerdos de Cambiemos frente a la dinámica de un muy complejo 2017 de elecciones.

Hasta el frenazo del impuesto a las ganancias, el gobierno logró sus principales objetivos en el Congreso con el apoyo cerrado del radicalismo y la fragmentación del justicialismo. Con los gremios obtuvo acuerdos paritarios por debajo de la inflación y, también, la permanencia ampliada del impuesto a la ganancias. La temporal quietud de los movimientos sociales, acuerdo mediante, calmó la calle. El PJ aisló al kirchnerismo, que se expresa más con Sabbatella o Kicillof que con figuras de paladar pejotista, fuera de irrecuperables como Aníbal Fernández, Guillermo Moreno o Julio De Vido. Como si la derrota bonaerense total de 2015 no hubiera pasado.

Durante 1999 la operatoria del PJ tuvo similitudes. Dejó hacer y apoyó, hasta el punto en que entró como tromba. Más que conducción política del Ejecutivo, el panorama muestra las habituales reacciones de los gobernadores buscando tranquilidad administrativa y al PJ replegado y en reorganización. Su primer gesto coordinado provocó el tembladeral que ahora desvela al oficialismo y la exposición de una nueva traición a una de sus promesas de campaña más centrales y concretas.

Los políticos, como clase, sector social o profesión en sí misma, existen como tales. Tienen que reproducir sus condiciones de trabajo y mantener su empleo: ganar elecciones, encontrar conchabo en alguna gestión, acumular poder. En todos los casos, dependen de cómo la sociedad aliente, soporte o repudie su existencia. El año se va con una inédita crisis económica, la sociedad no recordaba semejantes aprietos desde el 2009. Los políticos vienen con la inercia de los años ascendentes, todavía hay desorientación hasta en los más baqueanos. ¿Qué estará pensando realmente a gente? ¿Cómo impactó el ajuste? ¿Cómo pegará su continuidad? ¿A quién se llevaría puesta una nueva ola antipolítica general? Pero nada hay claro hacia 2017. La tensión está en la espera porque hay una variable ineludible en el humor social y la adhesión política: cómo llegará la economía a otoño del año que viene, cuando el calendario electoral se acelere. 

La UCR tiene mucho por cobrar de su cerrada banca. Los ejecutivos reciben masas de recursos que jamás vieron, pero si el pago no implica abundantes candidaturas en las listas de 2017 la relación puede erosionarse, mal que le pese a las figuras del PRO en las provincias. Todavía un ingreso mayor a los ministerios parece vedado. Las últimas convulsiones de un gabinete que acumula internas, lentitud y torpes festejos de sus aprendizajes aún no quebraron el monolítico perfil empresarial de la gestión.

La recesión también talla en cómo reaccionará la calle a las paritarias: el gobierno ya le puso el techo del 17% de inflación estimada en el presupuesto. Un nuevo golpe al poder adquisitivo caldeará por abajo. Durante el año las organizaciones mostraron su fuerza y, al mismo tiempo, cómo es encauzada. La calma de los sindicatos no garantiza el triunfo del oficialismo, su oposición es garantía de una derrota. ¿Pero frente a qué?

La polarización interna entre los filo massitas, los filo cristinistas y los “ya veremos” cubre cientos de horas de TV, tanto como su actual unidad transitoria. Poco explica sobre cualquier territorio que no sea la provincia de Buenos Aires. Y 2017 es una elección de diputados, sin lapicera única que arme las listas. Cada coto tiene sus alfiles y sus lógicas particulares.

Frágil y dependiente, la paz hegemónica de Cambiemos necesita de una amplia victoria en 2017 para que al menos Diputados se acomode gracias a los propios y no a las estrategias de la oposición. Del otro lado, el parche nostalgioso y la proximidad de ideas y estilos dejan un batifondo confuso que no se ordena ¿aún? con las consignas del nuevo gran actor político de 2016: Francisco.

Un solo comentario

  1. " La temporal quietud de los movimientos sociales, acuerdo mediante, calmó la calle"
    Una falacia. Los "movimientos sociales", que no son otra cosa que movimientos políticos populares, fueron quienes garantizaron que la avanzada no sea superior, poniendo en agenda temas que ni los multimedios hegemonicos ni los alternativos que relativizan y suavizan la coyuntura, quieren tocar. Y no solo fue un tema de agenda, sino que tuvo su correlato en varias movilizaciones masivas, como el 7/8 y el 18/11.
    Hablar de "quietud acuerdo mediante" es seguir con la falsa dicótomía "Macri-Kirchner" que nos ha llevado a la lona. Tendencioso y mentiroso, al día de la fecha los "movimientos sociales" siguen a la vanguardia, en las calles, para resistir de la mejor manera.

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