Roca, Benetton y la muerte de Maldonado, por Julio Saquero

Julio Saquero es un referente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de Chubut. Desde el primer día estuvo cerca de la familia Maldonado y, con la APDH, es querellante por la desaparición de Santiago.

"Decir que estoy viviendo en una pesadilla es poco. Son momentos muy angustiantes realmente, ayer estuvimos desde las 8 de la mañana hasta las 12 de la noche en el Pu Lof y hemos sentido, en consonancia con la comunidad mapuche y la familia Maldonado, impresiones que marcan de por vida". El relato de Julio Saquero es del 18 de octubre, un día después de que se encontrara el cuerpo de Santiago Maldonado en el río Chubut.

La historia más conocida de la desaparición y muerte de Santiago Maldonado comienza el 1° de agosto. El contexto por el cual cerca de cien gendarmes desataron su furia represiva sobre apenas ocho manifestantes no es, acaso, tan conocido. Para comprender las razones políticas e históricas de la muerte de Maldonado, conversamos con Saquero en Pausa en el Aire.

–¿Cómo se configuró el contexto de la desaparición de Santiago Maldonado?

–Hace dos años y ocho meses, un 13 de marzo de 2015, un grupo de mapuches decidió recuperar el territorio que sus ancestros que habían sobrevivido a la Campaña del Desierto y negociaron con el general Roca a través de uno de sus lonkos (caciques) históricos, Miguel Ñancuche Nahuelquir. Actualmente estos territorios son el departamento de Cushamen, en el noroeste del Chubut, que cubre toda la extensión de las estancias de Benetton y que antes habían sido apropiadas por la empresa inglesa Tierras del Sud Argentino. Es una lucha histórica que viene desde que fueron exterminados casi totalmente durante la Campaña, cuando los expulsaron de sus tierras ancestrales y nuevamente ahora que les quieren expropiar lo que han conseguido con ese acuerdo con los propios genocidas. En ese momento los confinaron a ese lugar porque era considerado un desierto inhabitable. Obviamente que tampoco en ese momento existían los alambrados de lo que el gobierno, en su momento, dio a llamar Colonia Agrícola Pastoril Cushamen. Yo vivo a 30 kilómetros de ahí y se siente verdaderamente como un territorio mapuche-tehuelche, un cruce que surge desde el casamiento de Nahuelquir con la hija del cacique tehuelche Casimiro. Desde allí provienen familias como la Jones Huala que están sufriendo todo tipo de persecuciones por parte de Gendarmería, que presumimos está actuando en conjunto con las fuerzas de la provincia de Chubut, con los servicios de inteligencia de la Agencia Federal de Investigaciones y otros. Así es que Facundo Jones Huala sigue preso ilegalmente desde junio, que primero fue liberado por el juez Otranto y, una vez libre yendo a visitar a su madre, lo paran y como todavía seguía vigente el pedido de Interpol (que Otranto tendría que haber anulado), lo detienen nuevamente sin causa alguna. Además, el juez Villanueva dijo que no tiene tiempo de leer el expediente de liberación de Facundo porque son 800 fojas. En su momento también declaró que dudaba de si mandarlo a Neuquén pero resolvió derivarlo a Esquel para que esté más cerca de su familia. Y ahí lo recibe Otranto, el juez que lo había liberado en primera instancia lo volvía a tener bajo su jurisdicción, una cosa de Kafka parece.

–¿En qué año llega Benetton?

–Ellos llegan en los 90, gracias al menemismo. Los alambrados empezaron a crecer, sobre todo de noche, de repente ya constaban en expedientes y contaban con el aval de fiscales y jueces. En fin, existe en una historia de sucesión que marca un camino de injusticias y complicidades entre poderosos de lo empresarial, de lo político y lo judicial que llega hasta el ministro de Gobierno Marcos Peña, que es Braun, ligado a los Menéndez Behety. Todas estas extensiones de tierras que eran fiscales y destinadas para las comunidades indígenas las fueron transformando en una empresa de la familia Benetton, que ahora pidieron derecho de cateo y exploración en casi 900 mil hectáreas para practicar la minería. Nunca se supo qué precios pagaron, todo fue expropiado y es lo que reclaman de vuelta las comunidades mapuches-tehuelches, obviamente que además están totalmente en contra del extractivismo. Las comunidades no piensan aceptar lo que sus antepasados debieron hacer para sobrevivir, no quieren agachar la cabeza. Imagínense ustedes que, cuando mis hijas eran chicas, estuvieron insistiéndome en que querían aprender a cabalgar así que me puse en búsqueda de elementos de montura y ahí doy con un señor muy mayor que había sido peón toda su vida en las estancias inglesas. Resulta que, como no le daba más el cuerpo, perdió el trabajo y estaba vendiendo todos sus aperos, que era lo más valioso que tenía y que lo había hecho todo él mismo. "Esto es todo lo que me quedó de toda una vida de trabajo, no tengo más nada para vender", vivía en una piecita al fondo de la casa de su hija. Nos terminamos haciendo amigos, pero cuando estábamos resolviendo esa compra me dice "Yo le voy a hacer un regalo, por amistad" y me da una boleadora que había trabajado él mismo. No le alcanzaba con lo que le pagaban trabajando, así que salía a cazar para darle de comer a su familia. Así fue que los jóvenes también se fueron alejando de acá, al terminarse el negocio de la lana empezaron a emigrar hacia las ciudades. Así es la vida de los mapuches-tehuelches y de los Jones Huana en particular y de sus primos y el resto de su familia. En verdad estas comunidades son grandes redes familiares que se van agrandando, esas caracterizaciones de que hay mapuches buenos y malos, que si son del lado argentino o el chileno son hipótesis que han esgrimido históricamente antropólogos al servicio de intereses bastardos, como Rodolfo Casimiquela, que hizo un museo pagado por Benetton. Es triste que científicos argentinos como él, como el perito Moreno y Clemente Onelli, no hayan trabajado para la liberación de los pueblos, sino para su opresión.

–¿Cómo cree que va a seguir esta cuestión de ahora en más?

–Yo seguí muy de cerca toda esta historia de lucha de esta comunidad. La ley 26.160, sin ir más lejos, está ahora esperando a ser prorrogada por cuatro años más que prohíbe los desalojos forzados a las comunidades originarias, obliga a los gobiernos nacionales y provinciales a relevarlas, medir sus tierras ancestrales y darles sus títulos. Nada de esto se hizo en los 11 años que la ley lleva vigente y tiene su correlato de violencia y maltratos contra campesinos. Así que la lucha va a seguir enfocada por mantener la recuperación territorial. Desde hace dos años y ocho meses, ni la policía provincial ni los servicios de inteligencia o los grupos especiales han podido efectuar el desalojo. Cada vez más graves son los episodios, en enero vino la Gendarmería seguida por la infantería chubutense y baleó a pocos metros y apuntando a matar a dos integrantes de la comunidad: a un hermano de Facundo Jones Huala le estallaron los huesos del cráneo de un balazo en la nuca y a un primo suyo le dispararon en la mandíbula, obviamente ellos hoy están con muchísimas dificultades para hablar y escuchar, realmente es gravísimo lo que están haciendo. Los policías estaban desenfrenados porque tenían vía libre. Después está lo que pasó con el gran allanamiento ordenado por el juez Otranto, durante dos días cercaron un territorio muy grande cortando la ruta nacional 40. Eso fue el 31 de julio y el 1 de agosto, cuando pudimos llegar a la comunidad, nos encontramos con que habían cercado todo el predio de la comunidad, que pasó de ser de 200 km2 a 50 km2. Ese día fue el que desapareció Santiago. En ese momento nos quedamos en las tranqueras suplicando por información a los gendarmes, incluso les dijimos que los políticos que los estaban ordenando después se iban a quedar callados e iban a tener que ser ellos mismos los que iban a tener que ir a dar explicaciones. Claro que también sabemos de la alta responsabilidad de altos funcionarios políticos como Pablo Noceti, que se presentó con mucha soberbia por el lugar, nosotros ya lo conocíamos por haber sido defensor de los genocidas del '76. Pero ojo que esta no es una problemática que afecta solo al sur, nunca dejemos de recordar lo que pasó con los indígenas desplazados, explotados y perseguidos por La Forestal.

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