El 8M las mujeres vuelven al paro

“8M, nosotras paramos, nos paramos” es el lema bajo el cual el colectivo reclama por los derechos al trabajo, a la igualdad de oportunidades en los espacios de decisión, por políticas de educación sexual integral, por el aborto no punible y por mayores acciones de prevención en torno a la violencia y el femicidio.

Bajo la consigna “8M, nosotras paramos, nos paramos”, el colectivo de mujeres, lesbianas, travestis y trans alienta la “feminización de las resistencias”. Para ello convoca a tomar las calles nuevamente –tal como ocurriera el año pasado– el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. “Si nos paramos todas, la tierra se mueve”, afirman desde el colectivo Ni Una Menos.

Entre los preceptos que guían la iniciativa resulta relevante la situación de las mujeres trabajadoras y, particularmente “las más pobres, las indígenas, las migrantes, las viejas, las más jóvenes, las adolescentes, las zapatistas, las mujeres de los pueblos indígenas, las kurdas, las guerrilleras feministas, las negras, las refugiadas, las estudiantes, las detenidas, las presas políticas, las criminalizadas, las víctimas de trata y explotación sexual, las madres y las que no queremos ser madres, las mujeres con diversidad funcional y capacidades diferentes, las amas de casa, las empleadas domésticas, las cuidadoras, las trabajadoras sexuales, las jubiladas, las pensionadas, las docentes, las pibas, las enfermeras, las médicas, las trabajadoras del Estado, las de la economía popular, las luchadoras populares, las sindicalistas, las desocupadas, las precarizadas, las artistas, las taxistas, las plomeras y un largo etcétera de mujeres diversas: #NosParamos desde Alaska hasta la Patagonia”.

El lema del paro en cuestión no es otro que “si nuestras vidas no valen, produzcan sin nosotras”. “La huelga que se extiende por todo el mundo pero que es traccionada, principalmente, desde América latina y el Caribe donde el grito de Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos resuena como una estampida en todos los rincones del territorio. Uno signado por ser la región más desigual del mundo, donde el 10% de la población es dueño del 71% de la riqueza”, argumentan.

Femicidios

Y agregan: “Paramos para repudiar todas las formas de violencias machistas y por nuestro derecho a vivir libres de esas violencias”. En ese orden, aportan datos significativos sobre femicidio: sólo en 2016 se registraron 1.998 asesinatos en 17 países de la América latina y el Caribe. “Todos los días 12 mujeres son asesinadas por el hecho de ser mujeres en la región”.

Un factor alarmante indica que 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de femicidio están en América latina y el Caribe. “Los Estados no elaboran estadísticas completas y confiables que nos permitan tener dimensión del problema pero tenemos la certeza de que el número de femicidios está en ascenso. Tampoco hay políticas públicas serias, creativas, novedosas de prevención e intervención que estén pensando cómo actuar en estos casos, como acompañar a las amigas y a la comunidad que se quiebra tras el femicidio de una piba. En Argentina –resaltan– hay una menos cada 30 horas y se han cuadruplicado los femicidios de pibas jóvenes entre 16 y 20 años, y triplicado los asesinatos de víctimas de entre 11 a 15”.

En el reclamo también se incluyen las lesbianas, travestis y trans asesinadas, “a quienes el Estado ni siquiera registra en sus datos, contra el odio a las disidencias sexuales e identitarias”.

Desaparecidas

El colectivo también hace hincapié en que “sólo en Argentina hay 3.228 niñas, adolescentes y mujeres adultas desaparecidas, según los últimos datos oficiales. Si separamos esa cantidad por edades, el grupo con más desapariciones es el que está formado por chicas de entre 12 y 18 años”. Ante la contundencia de los números también se reclama una acción directa por parte del Estado y se platea el interrogante acerca de "¿cuántas de ellas faltan por colaboración de las policías o por la omisión de otras áreas del Estado?".

A propósito, se remarca que las víctimas de la violencia no tienen acceso a la justicia y se exigen un mayor aporte presupuestario del Estado “acorde a una problemática que es estructural y que afecta a los derechos humanos en general”.

Embarazo adolescente y aborto

Una realidad que no deja de preocupar indica que “Latinoamérica tiene las tasas de natalidad adolescentes más grandes del planeta después de África. En la Argentina, cada cinco minutos nace el bebé de una madre adolescente y cada tres horas el de una menor de 15 años. La gran mayoría de las madres adolescentes dejan sus estudios y pierden sus proyectos. Siete de cada 10 de ellas vive en un hogar pobre”. El reclamo, en este sentido, se centra en la educación sexual integral y la aplicación de protocolos de aborto no punible”.

No se puede soslayar, además, que el 95% de los abortos en Latinoamérica y el Caribe son clandestinos e inseguros debido a las leyes restrictivas para interrumpir aquellos embarazos que no son deseados o son productos de violaciones.

Presas políticas y trata

Otro motivo del paro son las presas políticas, las perseguidas, las asesinadas por defender la tierra y sus recursos de las empresas transnacionales y los Estados cómplices. A ello se añade el flagelo de la trata de persona. “Paramos por que el 79% de las víctimas de trata de personas identificadas en América Latina son mujeres y niñas.

Espacios

El colectivo también demanda “espacios para ser oídas y tomar decisiones sobre lo que nos afecta. Porque nuestra participación dentro de las estructuras tradicionales de la política, del sindicalismo y en el Estado aún son una expresión de deseo. En la Argentina, en el sector sindical las mujeres ocupan el 18% de los cargos pero pocas veces están sentadas en las mesas en donde se discuten salarios o finanzas”.

Trabajo

En cuanto a la situación laboral, “tres mujeres en la región no logra generar ingresos propios. El promedio de horas semanales dedicadas al trabajo no remunerado, obtenidas entre 10 países de la región, es de 13,72 horas en hombres y de 39,13 horas en mujeres. En Argentina las mujeres hacemos tres veces más trabajos domésticos y de cuidados no remunerados que los varones. Paramos porque las travestis y trans no consiguen trabajos formales”, subrayan.

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