La ruta del litio y la visita de Ivanka Trump

En septiembre, durante su visita a Jujuy, la hija de Donald Trump anunció inversiones por 400 millones de dólares para transportar litio.

Tensión entre Bolivia y Estados Unidos por el litio.

La explotación e industrialización del litio significó para Bolivia la apertura de importantes acuerdos comerciales en el último año, pero también estimuló las tensiones con Estados Unidos. En septiembre, Ivanka Trump, la hija del presidente estadounidense Donald Trump, arribó a Jujuy junto a funcionarios del gobierno para anunciar el financiamiento de una nueva vía comercial que incluye en su itinerario la denominada “ruta del litio”.

China y Alemania se convirtieron en socios estratégicos de Bolivia a partir de la explotación de una de las reservas de litio más importantes a nivel mundial, ubicada en el salar de Uyuni. Mientras el país de Evo Morales optó por tender sus lazos comerciales con el gigante asiático y una de las principales potencias europeas, Estados Unidos no se quiso quedar afuera.

Previo a las elecciones presidenciales en Bolivia, y ante la creciente tensión política con el país norteamericano, Ivanka Trump llevó adelante una visita a la localidad jujeña de Purmamarca junto a una comitiva que fue recibida por el gobernador Gerardo Morales.

El arribo de la “misión” norteamericana a la ciudad que limita con Bolivia contó con la presencia del subsecretario de Estado, John J. Sullivan, la viceministra de Defensa, Lisa Hershman, y el Jefe de la agencia USAID, dependiente del Pentágono.

Durante su estadía en Purmamarca, Ivanka Trump anunció una inversión de 400 millones de dólares destinada a obras viales, cuya traza, según explicaron empresarios ligados al gobernador jujeño, debería incluir un itinerario por la denominada ruta del litio.

Un informe del periodista Jorge Elbaum para La Tinta dio a conocer que dicha inversión se canalizaría a través de la Compañía de Inversiones Privadas en el Extranjero (Opic, por su sigla en inglés), agencia gubernamental autárquica con sede en Washington.

La Opic sería la encargada de canalizar los aportes para construir rutas cuyos beneficiarios prioritarios serían automotrices trasnacionales, con un financiamiento a costas de los impuestos de los ciudadanos argentinos.

El triángulo del litio, territorio donde la Opic busca desembarcar con sus inversiones, es la zona donde limitan Argentina, Bolivia y Chile, que concentra el 75% del mineral existente en todo el mundo.

El salar de Uyuni, en el sur de Bolivia, es la reserva de litio más grande del mundo. Fotos: Civitatis.

La mayor reserva del mundo

Los intereses económicos del mundo están puestos en Bolivia, un territorio que posee una de las mayores reservas de litio, componente clave para el desarrollo de baterías para autos eléctricos. De acuerdo a un estudio reciente, Uyuni cuenta con casi 21 millones de toneladas de ese recurso.

Si bien el plan para industrializar su propio litio se retrasó en el último tiempo, la firma Yacimientos de Litio Boliviano (YLB) tendió lazos con distintos socios estratégicos. Ya en 2018 el país sudamericano había generado un acuerdo con la firma alemana ACI Systems que posibilitó la explotación del salar de Uyuni.

Luego el gobierno boliviano generó una nueva instancia de negociación con un consorcio de empresas chinas. Las firmas Xinjiang Tbea Group y Boacheng acordaron con el entonces gobierno de Evo Morales obtener un 49% de participación en el proyecto que demandó unos 2,3 millones de dólares.

En ese momento Xinjiang Tbea venció a seis rivales que también buscaron asociarse con Bolivia en Coipasa y Pastos Grandes, incluidos ACI, Uranium One, una subsidiaria de la compañía nuclear estatal rusa Rosatom, y la compañía irlandesa Clontarf Energy Plc.

En su momento, Evo Morales destacó que “hay un mercado garantizado en China para la producción de baterías”. A su vez, el embajador chino en Bolivia, Liang Yu, reconoció que necesitará 800 mil toneladas por año para 2025 para apoyar su floreciente industria de automóviles eléctricos.

El denominado “oro blanco” se convirtió en un activo de crecimiento económico para el país del altiplano a partir de su creciente demanda a nivel mundial. A su vez, su utilización significó decisiones que marcaron una postura estratégica, ya sea con quienes el gobierno democrático decidió tender puentes, como con quienes no.

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