Desigualdad y feminización de la pobreza

Las mujeres ganan menos salarios y jubilaciones que los varones y están más precarizadas.

La desigualdad entre varones y mujeres es estructural y se puede medir en números. Las mujeres tienen empleos más precarios y de menores ingresos, realizan una mayor cantidad de tareas no remuneradas (“eso que llaman amor es trabajo no pago”) y acceden en menor medida al mercado formal del crédito.

Esas son las principales conclusiones del informe “El #8M en clave económica”, elaborado por las economistas, sociólogas y politólogas Julia Strada, Alejandra Fernández Scarano, Eva Sacco, María Ruiz Elvira, Cecilia Llabres, Estefanía Tosoni, Débora Ascencio, Nayla Bosch, Valentina Burke, Mariana Iñiguez, Pamela Gómez Bucci, Natalia Acosta, Yanina Giménez, Florencia Karita y Cinthia Giménez que forman parte del Centro de Economía Política Argentina (Cepa).

El estudio forma parte de los trabajos que viene realizando el Observatorio de Géneros de Cepa con el objetivo de cuantificar y visibilizar las desigualdades económicas en la sociedad argentina. En fechas similares de 2018 y 2019 se habían publicado los informes “Más precarizadas y con menores ingresos: la situación económica de las mujeres argentinas” y “Mujeres argentinas: entre la organización por la conquista de derechos y la profundización de las inequidades económicas”.

El nuevo informe se propone sistematizar y actualizar, a partir de mediciones de 2019, las principales desigualdades de género en la economía a la luz de las transformaciones de la etapa 2016-2020.

Entre las principales conclusiones del estudio, se menciona que a las desigualdades estructurales que sufren las mujeres para acceder al mercado laboral se agregó durante 2019 la profundización de la crisis económica: la tasa de desocupación femenina llegó a 11,2% en el segundo trimestre de 2019 (por encima del 10,6% promedio medido por el Indec) y entre las jóvenes de entre 14 y 29 trepó al 23,4%. El nivel de informalidad es alto: el 36,7% de las mujeres que trabajan no están registradas.

Otra manera de cuantificar las desigualdades económicas que afectan a las mujeres es la brecha de género en los ingresos. La brecha salarial y de ingresos se mantuvo alta durante 2019: si se considera la ocupación principal (vinculada a la actividad laboral), los varones ganan 26% más que las mujeres y esa brecha sube al 27% si se suman la totalidad de los ingresos personales.

“Esta situación se agrava más en el caso de las mujeres que tienen empleos informales: mientras que la brecha en entre el salario de las y los trabajadores formales alcanzó 17%, entre las y los trabajadores no registrados fue de 38%. Estos datos se calculan a partir de los ingresos que constan en las Encuesta Permanente de Hogares relevada por Indec”, indica el informe.

Además, el estudio derriba uno de los mitos en torno a que la brecha de género se debe a que las mujeres son peor remuneradas a igual tarea realizada por varones: “Aunque esto pueda suceder en la práctica en algunos casos, no explica el fenómeno macro. Entre las principales causas de la desigualdad salarial se encuentra la inequitativa distribución entre trabajo productivo y reproductivo (las mujeres dedican menos horas al trabajo remunerado porque deben atender al sostenimiento del hogar), lo que se refleja en la tasa de actividad: según el Indec, mientras que la tasa de actividad masculina es de 70,2%, para las mujeres es de 49,2%. Como contrapartida de la menor inserción laboral en el trabajo remunerado, las mujeres realizan mucha mayor cantidad de trabajo no remunerado al interior del hogar: según la encuesta de uso del tiempo de Indec del año 2013, dedican 46 horas semanales y los varones sólo 17 horas al trabajo doméstico y de cuidados”.

Qué hace el gobierno

La segunda parte del informe da cuenta de las principales medidas sociales implementadas por el nuevo gobierno nacional, en los primeros meses de gestión, tomando como punto de partida un enfoque de género. En ese sentido, se analizaron las jubilaciones, la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar.

En primer lugar, se concluye que las mujeres argentinas que se jubilan perciben haberes más bajos que los hombres y son quienes se jubilan mediante un plan de facilidades. Del universo de mujeres, el 86% de las que acceden a una jubilación lo hacen a través de la moratoria, es decir que solo el 14% lo hace por tener 30 años de aportes.

Del total de beneficiarios de jubilaciones, el 48,85% perciben el haber mínimo y, de ese total, el 82,19% corresponden a jubilaciones con moratoria. Si se tiene en cuenta que del total de beneficios con moratoria el 73,46% son percibidos por mujeres, se pone de manifiesto que las personas mayores que perciben haberes mínimos son, en su mayoría, mujeres.

Los bonos de hasta 5000 pesos otorgados en diciembre de 2019 y enero de 2020 a todas las jubilaciones y pensiones inferiores a 19.068 pesos, junto con el primer aumento general decretado para el mes de marzo por un monto de 1500 pesos más el 2,3%, tuvieron dos objetivos centrales: por un lado, reducir la brecha entre los haberes de menor y mayor poder adquisitivo y, por el otro, mejorar la situación de las mujeres jubiladas y pensionadas que son las que menos ingresos perciben.

Otra de las conclusiones del informe tiene que ver con la feminización de la pobreza: “Si bien no existen diferencias significativas entre el porcentaje de mujeres y varones pobres, la feminización de la pobreza aparece cuando se considera la maternidad, particularmente en aquellas mujeres que crían a sus hijos solas. El 27% de los hogares argentinos con menores son monoparentales, pero gran parte de estos se concentran en los deciles de menores ingresos. En el decil 1 el 37% de los hogares con menores son monoparentales (pasó de 34% a 37% entre 2015 y 2019). En el otro extremo, sólo el 8% de los hogares con menores que están en el decil 10 de ingresos son hogares monoparentales”.

“Esta información –continúa el estudio– se complementa con la siguiente: si bien los hogares monoparentales con niños/as menores de edad solo son el 27% del total, dentro de este universo el 66% son hogares pobres y el 60% de estos tiene jefatura femenina. Aquí tenemos evidencia empírica de la feminización de la pobreza en Argentina”.

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