Las demandas más urgentes del personal de enfermería

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Dicen que no hay cantidad suficiente de enfermeras y enfermeros especializados en cuidados intensivos, lo que dificulta la atención en plena pandemia. Y piden que se reglamente la ley que los reconoce como profesionales de la salud para tener mayores incentivos en cuanto a formación y capacitación.

La pandemia del Covid 19 puso de manifiesto la precarización de los trabajadores de la salud. Salarios bajos, jubilaciones a muy largo plazo y una labor que, con la pandemia, se volvió muy exigente. La situación de los enfermeros, trabajo esencial dentro del ámbito de la salud, no escapa a las condiciones nombradas.

Según relatan Carlos Azoge y Raúl Zanutto, presidente y vicepresidente del Colegio de Profesionales de Enfermería de Santa Fe, muchos enfermeros y enfermeras se ven obligados a tomar segundos trabajos, no relacionados directamente con su profesión, porque no llegan a cubrir las necesidades básicas con el salario que reciben. Pausa entrevistó a los dos profesionales para conocer la situación del sector y sus respectivas demandas.

—¿Cómo está la situación actual de los trabajadores de la enfermería en la ciudad?

—Carlos Azoge: La situación es compleja porque los trabajadores están cansados. Hay un agotamiento psíquico, mental y emocional. El Colegio de Enfermería el año pasado hizo un trabajo de investigación sobre el síndrome de burn out o cabeza quemada (una patología de salud mental relacionada al stress cuya causa más usual es la sobre exigencia laboral). En ese estudio se pudo comprobar la hipótesis de que los trabajadores de enfermería de la Primera Circunscripción tenían una alta prevalencia de padecer este síndrome. Indudablemente el cansancio que tenemos los enfermeros guarda una relación con la doble jornada laboral que muchos compañeros afrontan día a día. Además, entre el 40 y el 50% de los enfermeros trabajan en dos lugares. Junto con el incremento de pacientes, y por las razones nombradas antes, se genera un cansancio adicional en esta etapa de la pandemia.

—Raúl Zanutto: La situación de la enfermería en Santa Fe es el agotamiento. Hace dos años no había el suficiente trabajo en la ciudad, muchos se iban a Rosario o a otras provincias. Ahora, en pandemia, no conseguís más enfermeros de los que están empleados. Lo que pasa es que el enfermero que se consigue no está calificado para meterlo en una UTI (unidad de terapia intensiva), en un cuidado crítico, o en una neonatología de emergencia. Necesitás enfermeros calificados y eso no los conseguís con un mes de práctica. Respecto al contexto de la enfermería, tenemos una ley que todavía no está reconocida, que no se reglamentó, es una de las luchas que estamos llevando los enfermeros para que nos consideren profesionales. Los enfermeros tenemos un título de grado y la Ley 9282 de la provincia tendría que reconocernos allí como profesionales de la sanidad.

—¿Cuáles son las principales demandas del sector?

—CA: Nosotros como institución tenemos dos demandas. Una es el reconocimiento profesional. En este sentido, en 2019, los dos colegios representados por la Asociación de Enfermería de Santa Fe logramos la sanción de la Ley 13.968, que incorporaba a los enfermeros con título de grado al escalafón profesional. Esa ley fue sancionada al final del mandato de Miguel Lifschitz. Pero aún hoy estamos esperando la puesta en vigencia de esa norma, por parte del actual gobierno, porque lamentablemente esa situación no se dio. El reconocimiento profesional tiene una importancia fundamental, no solamente para los enfermeros sino también para el sistema de salud. Pero, para los enfermeros, significa poder tener un incentivo, en este caso uno económico, para acceder a los niveles de formación de grado y posgrado. Hoy el enfermero no tiene ese incentivo, entonces está optando, en vez de seguir estudiando, por incorporar otro oficio o profesión a su práctica laboral para sumar económicamente. Actualmente, no hay una cantidad suficiente de enfermeros especializados en cuidados intensivos para hacer frente a esta pandemia. Si el enfermero tuviese el incentivo económico, estudiaría alguna especialidad, como cuidados intensivos. De esa manera, en el sistema de salud tendríamos enfermeros que estarían permanente capacitándose y actualizándose para poder cubrir las nuevas demandas que existen, como ocurre en pandemia. Por otro lado, reclamamos la reglamentación del artículo 25 de la Ley 12.501, que regula el ejercicio de la enfermería y que establece que la enfermería es una profesión de riesgo. Acá el Colegio tiene esa sentencia judicial firme, que le ordenaba al Poder Ejecutivo la reglamentación de este artículo. Esa situación lamentablemente no se dio. Es importante que se reglamente el artículo 25 porque les va a permitir a los enfermeros tener una licencia profiláctica o terapéutica, tener una jornada laboral diferencial reducida y tener un régimen jubilatorio diferencial. Estas tres cuestiones vendrían a mejorar la calidad de vida del enfermero y de su familia. Estos reclamos, que todavía no se lograron materializar, no fueron puestos en vigencia por parte del Poder Ejecutivo. Eso está generando una gran disconformidad y un gran malestar en el sector de la enfermería. Porque son reclamos que ya están agotados: en uno tenemos ley sancionada y promulgada, en el otro tenemos sentencia judicial firme. El no cumplimiento por parte del Poder Ejecutivo, en esos dos reclamos, genera un gran malestar en el sector de la enfermería.

—RZ: La situación de los enfermeros era crítica antes de la pandemia porque no tenían trabajo, al menos en la ciudad de Santa Fe. De alguna manera, a los enfermeros más chicos, la pandemia podríamos decir que los ayudó a conseguir empleo. Por otro lado, entre los enfermeros más nuevos y los que estamos hace muchos años en planta, como es mi caso, salarialmente hablando la diferencia es altísima. Que uno trabaje más y gane menos, tarde o temprano, lleva a una discordia. Monetariamente se nota la diferencia. ¿Le tenés que decir que son mano de obra barata? A mí me parece que no. Además, hay toda una incertidumbre respecto a lo que va a pasar después de la pandemia, porque muchos ingresaron con el conocido contrato Covid. Yo creo que los que tienen que tomar cartas en el asunto son los políticos. Y en nuestro caso particular, el Ejecutivo provincial, el gobernador tiene que firmar la reglamentación de la ley que nos regula.

—¿Y qué falta para eso, por parte del Ejecutivo provincial?

—RZ: Falta voluntad política para que la ley se reglamente. Además, en otro aspecto, nosotros tenemos dos grandes sindicatos, ATE y UPCN, que no nos ayudan mucho. Porque los sindicatos dicen que van a cuidar al personal de enfermería, pero sinceramente, de nuestro sector no se ocupan mucho. Lamentablemente es así. No reconocen, por ejemplo, que merecemos una jubilación más temprana porque hacemos un trabajo de desgaste, o que necesitamos la licencia profiláctica. Para que uno se dé cuenta de la magnitud del problema, la enfermería no tiene sindicato propio. Es por eso que no se pueden centralizar las demandas del sector o tener un propio escalafón. Tenemos un contexto muy en nuestra contra.

—¿Qué cambió en esta segunda ola respecto a la primera?

—CA: Es una situación muy distinta. En la primera ola, los aumentos de los casos eran en el tiempo. Entonces, permitía que el ingreso y el egreso de pacientes no sature el sistema de salud. Ahora tenemos ingresos bruscos en un corto tiempo, con un grupo etario distinto. Estamos hablando de personas de un promedio de edad de 50 años que tienen que estar un promedio de tiempo mayor respecto a la primera ola. ¿Cuáles son mis temores? Por lo que estoy viendo, que esto se nos vaya de las manos. Pero mi expectativa es que, en un horizonte cercano, tendremos vacunas en cantidad suficiente para lograr esa inmunidad de rebaño que nos permita salir de esta situación.

—¿Qué le dirían a la gente que le cuesta comprender las medidas de restricción de la circulación?

—CA: Como institución a la cuál represento, me gustaría decir que hoy la sociedad debe ayudar a todos los trabajadores de la salud asumiendo un compromiso social, evitar la circulación lo máximo que se pueda. Y en este sentido, entendemos que hay una situación socioeconómica que lo dificulta, que determinados sectores tienen que salir a ganarse el mango para subsistir, pero también es cierto que hay un sector de la comunidad que no tiene la necesidad de salir de su casa como lo hace. A ese sector es al que apelamos para evitar la circulación y, por ende, evitar la saturación del sistema de salud. Porque hay una correlación directa: mayor circulación trae mayor cantidad de casos y mayor ocupación del sistema de salud.

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