Hacer de lo simple algo complicado

Una lectura contextualizada de algunos de los momentos más interesantes de la carrera de quien “siempre sintonizó un tiempo más fluido que el que vive la gran mayoría de sus coetáneos”.

Un disco, un tema de Charly, nunca lo pude poner en un momento cualquiera. Charly no funciona como música funcional. Si en un bar entra a sonar como música de fondo, la mesa que comparto con quienes estoy cambia el tema de conversación y lo nombra a él. Si fui al bar solo, con un libro, no puedo seguir leyendo. En casa la cosa es ya directamente una decisión a partir de una necesidad real: tengo que estar bien o mal, nunca más o menos o en nada, y por lo general anhelando bastante algo de inspiración para encarar una brava, una de esas que demandan inteligencia, atención, mucho humor (por caso, las peores encerronas de la pandemia: “Estamos juntos en la prisión/ No hay forma de salir/ El mundo es un patio de prisión/ ¿Adónde querés ir?”, de Kill Gil, 2010, mantra en 2020).

Lo que más me impresiona cada vez que escucho a Charly, además de la compaginación segundo a segundo, nota a nota, sílaba a sílaba, de música y letra, es la sencillez del léxico. Diría incluso la simpleza. Es alguien a quien se aplica a la perfección la famosa frase de Bukowski: “Un intelectual es alguien que dice algo simple de un modo complicado; un artista es alguien que dice algo complicado de un modo simple”. Charly es como paradigmática, arquetípicamente el artista que aparece en ese retruécano. “Yo tenía tres libros/ Y una foto del Che/ Ahora tengo mil años/ Y muy poco que hacer:/ ¡Vamo’ a bailá’!”. ¿En quién hay que pensar para empardar ese grado de autoironía y eficacia en la expresión, por cierto rimada? No querría exagerar, pero de verdad no se me ocurre nada que no sea un clásico de la literatura universal. ¿Qué es eso? ¿Un haiku de Kobayashi Issa?... En fin, que el lector complete el juego intelectual a piacere.

Otra de Charly que me resulta un imán de abducción total de la atención es el efecto narrativo sobre la Historia argentina de toda su obra, tomada en conjunto. Al menos hasta sus penúltimas producciones, los discos se pueden ordenar cronológicamente como las unidades de un programa de estudios académicos sobre la realidad nacional. Fue poniéndole nombre y criterio de interpretación, en simultáneo y sin delay, a cada una de las etapas que atravesó el país en todos los órdenes, cultural, social, político, económico, tal vez también religioso. Con todo, es probable que su mayor o menor éxito o suceso en el momento dependió de la –por así decirlo– velocidad de su sensibilidad: Charly siempre sintonizó un tiempo más fluido que el que vive la gran mayoría de sus coetáneos, al menos por estos lares, y algunas veces le pasó adelantarse demasiado a la mente aterida, a la falta de humor y la hipotensión anímica que se padece en la tierra del tango eterno. Tomarse en joda la Guerra no se la perdonaron hasta bastante después de los sucesivos delirios de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los Indultos, cuando toda racionalidad del relato devino ya impracticable. Igual se ve que no le importó tanto la incomprensión, porque dos años después del “No bombardeen Barrio Norte” siguió insistiendo en anticiparse a la década por venir, tirando en plena Apertura Democrática: “Ya no quiero criticar/ Sólo quiero ser un enfermero” (“Raros Peinados Nuevos”, Piano Bar, 1984). Otra vez: ¿quién intuía el fin del pensamiento crítico justo en esos años de experimentación y esperanza social? Hasta en las altas alturas abstractas de la intelección filosófica pura y dura el debate Modernidad-Posmodernidad, uno de cuyos ejes más importantes es el agotamiento de la crítica, llega a estas latitudes recién a mediados de los 90’s… En definitiva, podés entenderlo a destiempo, pero eso no quiere decir nunca que el tipo que dijo de sí mismo “Yo soy tan loco que parezco irrompible” (“Correte Beethoven”, El Aguante, 1998) no tenga siempre la visión menos alienada y más lúcida de lo que pasa cuando pasa. O mejor: ni bien se anuncia.

Hoy Charly cumple 70 y quien garabatea estas notas 46. Esta noche habrá doble brindis con amigos que vuelven a sus discos y reportajes todas las veces que sienten que otra vez, y siempre, “Están pasando demasiadas cosas raras/ Para que todo pueda seguir tan normal”. Vamos a escuchar qué nos dirás esta vuelta, Charly, para recordarnos o inspirarnos, bailando y celebrando “Bajo tu influencia”, la mejor que nos pudo haber tocado, y por suerte todavía lo sigue haciendo.

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