Relato de Luis Emiliano Molinari, 13 años en abril del 2003, residente entonces del barrio Chalet.

Me llamo Luis Emiliano Molinari, todos me conocen por Emiliano, tengo 32 años, vivo en Capital Federal desde hace varios años. Actualmente trabajo en Trenes Argentinos, pero también me dedico a la actuación, al teatro, hago acrobacias.  

Cuando ocurrió la inundación tenía 13 años, vivía en el barrio Chalet en una casa que tenía dos pisos. En ese momento, vivía con mis padres y mis dos hermanas más grandes en la planta alta, mientras que mi abuela vivía en la planta baja. No eran viviendas separadas por papeles, era básicamente la misma casa. Hacía la secundaria en la escuela Padre Monti, que comparte el edificio con la primaria San Cayetano. Además, jugaba al básquet en el Quillá y estudiaba inglés en un instituto del centro. 

Del día de la inundación me acuerdo muy poco. Sé que se rumoreaba que iba a pasar algo, se esperaba una inundación porque había crecida de los ríos. De alguna manera llegaba la información, se comentaba. En casa estábamos atentos, mi mamá solía poner una radio AM de la ciudad. Era muy común que se inundara mi barrio, pero también se sabía que se venía algo más fuerte de lo habitual porque era un rumor que ya llegaba a la escuela. Ahí no tenía por qué llegar esa información, no era un tema frecuente en ese espacio. El dato es que la inundación se esperaba más del lado de Santo Tomé. Tanto mi barrio como mi escuela están relativamente cerca de esta ciudad vecina, hasta había alumnos que eran de ahí. Y se rumoreaba eso. Era como un rumor de algo grande que se venía. Era como si todo iba a pasar en Santo Tomé y por eso, en un momento dado de la mañana, liberaron a los alumnos de ahí para que se vayan o para que los vengan a buscar. Como teníamos 13 años, la mayoría se podía ir a tomar el cole. Después, más tarde en esa misma mañana, nos hicieron salir a todos.

Emiliano con la perra Sofi en la casa de su abuela, poco antes de la inundación.

Me acuerdo un poco más de cuando llegué al barrio. Tengo como pequeños flashes. Hay un detalle que es que mi casa es alta, tiene adelante unos tres escalones que hay que subir para entrar a la planta baja, así que está más o menos un metro más arriba en comparación con las casas de los vecinos. Hasta ese entonces mi casa nunca se había inundado. Si bien hace un tiempo hubo algunas obras, en esa época el barrio Chalet se inundaba muy rápido con lluvias fuertes. Siempre entraba un poquito de agua en las casas de algunos vecinos y cuando llovía bastante sí o sí se inundaban todos un poco. Por eso, era común tener tablones o bolsas de arena preparadas para poner delante de las puertas para trabar el ingreso del agua. Cuando se venía esto de la inundación, muchos vecinos llevaron muebles a mi casa que, como dije, nunca se había inundado. Así que me acuerdo de haber ayudado a algunos durante ese mediodía a cargar muebles y algunas pertenencias. 

Después terminamos todos en mi casa. Éramos un montón de vecinos, un montón de mascotas, un montón de muebles, todos amontonados en la planta baja. Nunca creímos que iba a superar ese metro de los escalones, pero una vez que el nivel de agua aumentó tratamos de subir todo lo más arriba posible. Algunas cosas las empezamos a poner en altura en la misma planta baja. Subíamos cosas arriba de la mesa o poníamos ahí las sillas y arriba de las sillas otras cosas. El agua subió y subió y entonces estuvimos apurados subiendo las cosas de los vecinos y de mi abuela a la planta alta. Fue tremendo, rapidísimo realmente.  Eso fue en el día. 

Me acuerdo que lo más loco es que todos nos estábamos preparando para que el agua venga por la calle. Como en mi barrio había zanjas, cuando había inundaciones se llenaba primero la zanja y después la vereda. Creo que ya había un poco de agua en la calle, pero en vez de entrar por el frente, el agua empezó primero a salir por las rejillas. Las napas estaban saturadas. Salió primero por ahí y después subió rapidísimo, no hubo tiempo de hacer nada. Pasó de ser un poquito de agua a estar a un escalón de la planta alta, era impresionante. 

Realmente, estábamos todos apretados en ese segundo piso, que encima es muy chiquito. Era un quilombo, todos apretados ahí, viendo que hacíamos. Desde ahí veíamos las calles que era todo agua, apenas se veían algunos tanques de esos que están en los techos, había casas de las que literalmente no se veía ni siquiera el techo, por ejemplo, la de mis vecinos que estaban con nosotros. La casa de al lado también era una casa de dos pisos. La familia de mis vecinos e incluso sus cosas y sus mascotas quedaron separadas, una parte con nosotros y otra parte en la casa de al lado. Durante la noche estábamos comunicados, hablábamos, nos gritábamos desde un patiecito a la terraza. 

Antes de que llegue el agua al tope, cuando poníamos las cosas lo más alto posible, habíamos subido arriba del asador del patio a tres loras que tenía mi abuela. No volaban, eran sus mascotas, ella las adoraba. Pero el agua al final subió tanto y fue una joda. O sea, tapó todo, llegó hasta el techo, sin darnos tiempo ni para subir las mascotas. Las loras se ahogaron. Una sola se escapó volando, la más joven de las tres, que no le habían cortado tan bien las alas seguramente. Se escapó del susto. 

Lo otro loco es que los animales estaban todos muy alterados, desde antes de que llegue el agua incluso. El mismo día antes de que llegara cualquier gota de agua ya estaban todos extraños, los loros, los perros, los gatos, todos muy asustadizos. Los animales, en general, estaban con un comportamiento alterado, asustados o yéndose antes de que llegue el agua. Ya lo percibían. 

Sé que empezó a haber evacuaciones de gente cuando ya estaba todo desbordado. Como no se esperaba tanta agua no hubo evacuación previa, la gente estaba en sus viviendas. Incluso, el intendente, entre otras cosas, horas antes había nombrado por la radio todos los barrios que no se iban a inundar y eso fue una catástrofe porque ocasionó eso. Cuando empezó a haber evacuaciones ya era de noche, el agua ya había empezado a tapar las casas. Estábamos a oscuras, con suerte con alguna vela,  porque no había luz, no había gas, se había cortado todo. 

Los que empezaron a ayudar fueron los vecinos de otros barrios que llegaban con botecitos. Primero evacuaban a los que estaban en los techos, que no se habían ido a otro lado. Nosotros al menos teníamos la planta alta, pero éramos pocos, es un barrio humilde, la mayoría de las casas tenían un solo piso. Entonces empezó a haber ese tipo de evacuaciones durante al final de la tarde. Primero se llevaban a la gente que ya no podía estar más en esa situación y nosotros nos terminamos yendo a la madrugada. En verdad, no me acuerdo qué día nos fuimos, tengo la sensación de que estuvimos mucho tiempo amontonados, aunque puede haber sido solo una noche muy larga. Qué lástima que no me acuerdo. 

Nos pasaron a buscar más tarde que a los otros, salimos de la casa por la única ventana que no tenía rejas. Nos llevaron hasta la ruta más próxima y de ahí a un centro de refugiados, centro de evacuados se decía. Había un montón de gente. Era un club en el que estuvimos poco tiempo, por suerte nos fuimos rápido. Enseguida vinieron los padres de mi ex cuñado y nos fuimos a su casa en Santo Tomé, a donde estuvimos un tiempo largo, no sé cuantos días, pero fueron varios. 

Creo que al principio nos fuimos todos de la casa inundada. Después volvió mi papá, seguro, con otro vecino. Me parece que los adultos empezaron a volver al otro día, cuando todavía había agua. Muchos no se iban para no dejar las cosas. Había miedo. Incluso hubo gente que no se fue ni teniendo la posibilidad de que los pasaran a buscar en bote, han preferido quedarse.

La abuela de Emiliano en la cocina de su casa, tiempo antes de la inundación.

Mi abuela falleció a los tres días de la inundación y eso fue una gran complicación para toda mi familia. Falleció porque no tenía más los medicamentos. Ella tomaba varios remedios para la presión y cosas por el estilo. No recuerdo cómo fue, pero estábamos en la casa de la familia que nos hospedaba, mi abuela se fue a bañar y tuvo una descompensación, algo así. Llamamos a la ambulancia y todo. Falleció en ese contexto. Sin embargo, no la cuentan como víctima de la inundación. Eso fue re trucho. Las muertes oficiales creo que son veintialgo, la verdad es que no recuerdo, pero fue muchísima más gente, obviamente, como es el caso de mi abuela.  

Me acuerdo de verla a mi abuela salir por la ventana. Ella vio su casa tapada por el agua, como le pasó a un montón de vecinos. Al estar ahí veías que el agua te tapó la casa. Fue muy triste. Lo más fuerte, lo que más me duele cuando me acuerdo, es que ella falleció a los tres días y obviamente fue por eso. 

Cuando pasó lo de mi abuela, me acuerdo de ir a la casa donde estaban los vecinos que esa noche de la inundación estuvieron con nosotros en la planta alta. Ellos también estaban evacuados en Santo Tomé. Mis padres me dejaron ahí, porque a todo esto yo era alguien chico a quien tenían que cuidar, seguramente habrán tenido que hacer trámites. No me acuerdo cómo fue lo de mi abuela, seguro no la habrán podido velar. Me acuerdo de que me fui con mis vecinos y que ellos también estaban mal. Yo digo vecinos, en general, pero engloba a personas jóvenes, adultas, mayores. Una de las vecinas era una señora muy amiga de mi abuela, siempre tomaban algo juntas en la vereda. Así que estábamos todos mal por la inundación, pero también por la muerte de mi abuela. Me acuerdo que cuando estaba ahí me sirvieron un mate cocido, que me lo pusieron en frente y que no pude tomar nada. No alcancé a dar un sorbo, lo tuve que dejar.  Me acuerdo de ese detalle. 

Además de nosotros, un montón de parientes se inundaron. Yo les decía primos, mis hermanas también, pero eran primos segundos o terceros, familiares más lejanos, más vínculo de mis padres de cuando eran chicos que otra cosa. Muchos se inundaron y algunos ya no volvieron al barrio después de eso. Aprovecharon y no volvieron. Arreglaron sus casas, las alquilaron y ya no regresaron. 

No me acuerdo cómo fue que se habilitó el paso por la autopista, porque al principio no se podía ir de Santo Tomé a Santa Fe. Pero cuando eso pasó nos mudamos al centro, una vez que empezó a bajar el agua. A mi papá le prestaron un monoambiente, un departamento muy chiquito, por unos días, hasta que él pudo alquilar algo un poco más grande, que era un departamento con dos habitaciones, por calle Moreno, cerca del centro. Ahí estuvimos seis meses.  

No sé cuánto tiempo estuvo el agua en el barrio, sí sé que duró mucho, alrededor de una semana. Cinco días fue con agua zarpada. Y cuando finalmente bajó el problema era que había que limpiar todo. No sé si le dieron licencia en el trabajo a mi papá. A mí no me llevaron a limpiar, yo no participé de eso. Me hubiese gustado enfrentarme, acompañar más a mi familia, estar más con ellos, ser parte también. Pero no me tocó, no me llevaron porque era el más chico y estaba sobreprotegido. Mis hermanas, en cambio, eran más grandes así que ayudaban más a mis padres, estaban más activas. No haber ayudado mucho es algo que me da pena. Y la otra cosa que me duele es no haber sido tan consciente. En ese momento yo no estaba tan mal porque no era muy consciente de la situación, pero sí me ponía mal ver a los de mi familia medio decaídos. Después, más adelante, sí me sentí mal pero por no haber sido parte del mismo dolor que ellos y por no haber podido ayudar tanto cuando pasó. 

Me acuerdo que se iban a la mañana a limpiar la casa de mi abuela y volvían al atardecer. Me acuerdo del olor y del barro que traían a cuesta, de ellos sacándose la ropa. Decían que estaban muy sucias las paredes y las calles. Yo tardé en ir a la casa, pero vi fotos de ese momento. No me acuerdo cómo fue volver ahí, seguramente fue mucho tiempo después. Todavía estaban las marcas en las paredes, porque las marcas quedaron. El agua estuvo en muchos niveles, donde más tiempo estuvo estancada quedó una marca. Sobre todo en el patio se veía más.   

Obviamente, en relación a las pérdidas materiales lo que más lamento es haber perdido fotos. Antes se sacaban muchas fotos y se revelaban, no era tan digital como ahora. Había fotos de mis hermanas de chiquitas, de mis padres, de mis abuelos, en blanco y negro. Teníamos dos bolsos de cuadernos y álbumes. Uno estaba arriba, el más moderno, y el otro estaba de mi abuela. Había otro bolso que tenía una colección de monedas y billetes antiguos de mi abuelo, si mal no recuerdo. Mi abuela tenía un montón de recuerdos. Era toda una casa llena de recuerdos que ella guardaba, cosas con mucho valor sentimental. Todo eso se perdió, la mayoría. Todo lo que había guardado mi abuela en verdad lamento que se haya perdido. Me acuerdo de estar en el patio e ir limpiando los billetes y las fotos, sacándoles el barro tiempo después. 

Para sobreponerse, una de las cosas principales fue el sentido del humor, que ayudó a llevarlo de buena manera, incluso aunque todos estaban muy mal. Todo era muy grave. Me imagino que para mis viejos era muy duro, se habían inundado sus vecinos, sus amigos, sus familiares y encima se sumaba el dolor por la muerte de mi abuela. Era mucha carga para los adultos en general. 

Emiliano con su familia en un momento de felicidad, aproximadamente a la edad que tenía en la época de la inundación.

Queda la anécdota de cuando Guito, un vecino, nos estaba ayudando a llevar un mueble al departamento donde estábamos parando de manera circunstancial. El vecino tenía una camioneta, porque se dedicaba a alquilar utensilios para fiestas, creo que es con esa camioneta que nos ayudó a trasladar un mueble. Cuando llegó al edificio, una señora concheta, grande, de edad, se paró medio sorprendida, preocupada con que se le llene el edificio con gente con barro y mi vecino le dijo algo como “usted no se preocupe señora que yo recién salgo de la cárcel”. Era mentira, una joda inesperada, así que nos matamos de risa. Cosas así nos acordamos con mi familia y mis vecinos cada tanto. El hecho de poder hacer chistes de ese tipo o cargar a alguien por haberle ganado un partido de cartas hacía todo más leve.  

Mis padres recibieron una ayuda económica. Creo que si la aceptabas quedabas inhibido de hacerle un reclamo judicial al gobierno, algo así. Y la gran mayoría aceptaba la ayuda porque era indispensable tener algo de plata en ese momento. Mis viejos la agarraron, aunque era muy poco. Igualmente si querías hacer juicio después seguramente se hubiera podido, no sé qué se decidió en mi casa. Habrán tenido otros quilombos. 

También me acuerdo que hubo ayuda con comida, se repartían guisos y platos de ese tipo. Me acuerdo de ir con mi hermana a buscar algo. No me acuerdo cómo lo daban, si eran viandas o qué, pero algo de eso hubo, aunque no era muy agradable. También daban ropa. Llegaban donaciones de otras provincias. Se hablaba que el Maxiconsumo era usado como lugar de depósito. Gendarmería o Prefectura, una de esas fuerzas, estaba ahí con camiones anfibios cubriendo la entrada. Algo me acuerdo que recibimos. Algunas cosas eran muy nuevas incluso. Tengo ese recuerdo. Una pavada. Pero si la ayuda existía era principalmente porque había solidaridad de la gente. 

En algún momento volvieron las clases. Tengo la sensación de que volvieron rápido, pero no me acuerdo tanto de esa vuelta. Sin duda había muchos alumnos afectados porque la escuela estaba cerca de la zona sur que estaba toda inundada. Me acuerdo que durante la inundación un compañero de la escuela se puso en contacto conmigo, sus padres me buscaron para ver cómo estaba, había mucha solidaridad. De todas maneras, éramos chicos, los compañeros que no estaban inundados ni se enteraban, en general no estaban muy preocupados.  

En cambio, cuando volví a entrenar al club de básquet me acuerdo que al entrar todos mis compañeros me aplaudieron, me estaban esperando, como que sabían de mi situación. También mi papá era amigo de los otros padres, había una comisión directiva. Seguramente otros compañeros de básquet se inundaron, pero creo que yo fui el último en volver. Me acuerdo de ese lindo gesto, aunque como era muy chico tampoco supe reaccionar.

La escuela de inglés no paró con la inundación, siguieron dando clases y yo no pude ir. Fue muy raro eso. No estaba muy interesado realmente, pero si no hubiera pasado esto, yo habría seguido yendo probablemente como algo cotidiano. Me parece raro que tomaran la decisión de seguir, porque la inundación afectó directa o indirectamente a todas las personas de la ciudad. Aunque estés en el centro, sí o sí tenés algún conocido que se inundó, es imposible que no te toque. Aparte llegaba solidaridad, camiones de comida y de ropa de todas las provincias. Que un instituto dentro de la misma ciudad haya seguido dando clases sin interrupción me parece muy mal. 

Si bien hubo mucha solidaridad, hubo gente que parece que no se enteró. La apatía de algo tan grande, eso me molesta. Por otro lado, a mí no me importa mucho la política, pero me parece muy chocante que no haya habido responsables condenados. Me acuerdo que en los medios mostraban la imagen satelital donde se ve que faltaba terminar una parte de la obra de la defensa, que es el lugar por donde entró el agua. Es increíble que Reutemann, que entonces era el gobernador, después haya sido senador como si nada. Está bien que vota toda la provincia, pero igual, es muy injusto, esa es la palabra. Me acuerdo de los diarios publicando su foto, Reutemann con cara de afligido con un piloto recorriendo una calle. Los años siguientes pasó por un montón de programas de televisión y ni se tocaba el tema. Como Santa Fe no es Capital Federal los medios nacionales ni se acuerdan. Los que se acordaban siempre eran los del movimiento Carpa Negra que lo buscaban por todos lados, le decían cosas, lo escrachaban. Ellos eran los más activos e incluso creo que alguno ahí terminó con causas. Al intendente creo que se lo apartó del cargo, no sé si después volvió a tener mucha relevancia, pero después de eso no pasó nada, siendo que había nombrado por la radio a los barrios que supuestamente no se iban a inundar, incluido Chalet. Hay gente que labura fija en el gobierno, seguro hay ingenieros, algo que tenga que ver con el agua, archivos tiene que haber. Pero en la ciudad hay como un pacto de poder. Primero ganó Obeid, insólito también, después ganó el socialismo, tampoco hicieron nada. Es muy difícil cambiar algo, mover alianzas. Queda como esa bronca de que no hubo justicia de verdad. 

Había una teoría de que dejaron que se inunden los barrios más pobres, “así nos quitamos de encima a los más pobres”, pero es raro. Me acuerdo que desde el gobierno empezaron a actuar más cuando el agua estaba por llegar a lugares céntricos. Me pregunto qué interés habrá movido a decir “no evacuemos” o qué tanto uno puede quedarse sin hacer nada, dejando que ocurra algo así, ya sabiendo que puede ocurrir. Porque la obra de defensa no estaba terminada, ¿verdad? Entonces no puedo creer, es muy increíble. ¿Cómo el intendente va a decir que no te vas a inundar si tenés la obra inconclusa? ¿Qué interés puede haber ahí? No lo puedo llegar ni a sospechar. Lo que más me sale cuestionar es qué tan impune te podés llegar a creer y qué tanto poder podés llegar a tener para minimizar cualquier responsabilidad y costo. 

En el 2007 no se inundó mi casa, pero se inundó el barrio, a mis vecinos sí les entró agua. En esa ocasión la broma era que ya estábamos re preparados. Jodíamos con eso, con los vecinos, decíamos que para la próxima ya la teníamos re clara. En esa inundación estuve más activo y en cierta medida lo digo orgulloso porque me había quedado mal de haber sido tan inocente e inconsciente en la inundación del 2003. Ya era más grande, por lo tanto menos ingenuo, y pude ayudar más. Íbamos con piragua hasta la entrada del barrio, alguien hacía torta fritas o panes y nosotros los llevábamos. Estuve cargando muebles, llevando cosas por los techos, ayudando a sacar agua con baldes, poniendo bolsas de arena. Porque claro que al principio la idea era que no entrara el agua en las casas. A veces se me mezclan los recuerdos de las dos inundaciones. Las dos veces me quedé unos días en la casa de los padres de mi ex cuñado. Me acuerdo que hubo un tiempo que pasé varios días sin poder bañarme y que cuando fui a esta casa me pude bañar. La memoria me juega una mala pasada. Seguro eso fue en el 2007. 

Me acuerdo que mucha gente fue al acto que se hizo en la plaza al primer año. Hubo casi un evento de violencia, gente queriendo entrar a Tribunales. Había un policía que conocíamos que era del barrio, que se había inundado y que estaba ahí teniendo que contener a la gente. Un tipo que no fue muy forro de decir repriman ya, pero estaba como en el medio, habiendo sido un inundado. En el acto del segundo año también hubo mucha gente. Y después, ya a partir del tercero, disminuyó. A los diez años volvió a aumentar la concurrencia otra vez. A mí me inculcaron esto de hacer memoria con cosas importantes, pero me acuerdo de compañeros que no querían ir a la plaza, que sus padres tampoco querían ir. Hay gente queriendo dejarlo atrás lo más rápido posible. Para mí, lo de las inundaciones es muy fuerte, muy triste, no estoy exagerando. A veces sale el tema y me pone mal, en algún momento hasta lo hablé con una psicóloga. Es una historia que me da impotencia y que va quedando en la memoria. No es algo que tenga muy presente todos los días, creo yo, pero cada vez que lo pienso me da bronca, porque lo de mi abuela fue muy injusto.

Entrevistas y edición: Larisa Cumin y Emilia Spahn.

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