Un freno a tiempo

javier milei plan económico

Los peligros de Milei presidente estuvieron expuestos en la campaña y una amplia mayoría eligió ponerles un freno. Sin embargo, no está dicha la última palabra.

Que Javier Milei no haya ganado las elecciones en primera vuelta es la mejor noticia para la democracia, para la Argentina y para toda la región.

Los peligros inminentes de un (des)gobierno libertario estuvieron expuestos con crudeza durante la campaña y una amplia mayoría de argentinas y argentinos eligieron ponerle un freno.

Sin embargo, es un error suponer que acá termina el proceso político que favoreció el crecimiento de una expresión de extrema derecha como nunca antes se había visto en democracia (sus antecedentes fueron marginales y minúsculos).

Con sus cantos de sirena (dolarizar la economía y barrer a "la casta"), Milei pudo consolidar un 30% del electorado y quedó competitivo de cara al balotaje. No es poco para un espacio que apenas tiene dos años y medio de recorrido formal.

Más aún, cuando un visible sector de Juntos por el Cambio observa con buenos ojos una posible alianza con el libertario. Primero para sumarle votos, luego para aportarle gobernabilidad.

Es responsabilidad de los partidos de tradición democrática, como la UCR, poner sobre la balanza los dos factores en discusión y decidir qué pesa más: si el antiperonismo o la posibilidad concreta de que un fascista sin equipo ni proyecto acceda al poder.

Los riesgos a los que nos expuso Milei siguen ahí. Su programa es imposible desde el vamos y solo podría conducir a la violencia, la ingobernabilidad y el caos.

Con un amateurismo que roza lo infantil, el líder libertario pretende convencernos de que es posible adoptar la moneda de otro país (sobre el cual no tenemos ningún tipo de injerencia) para frenar la inflación, que tiene otros orígenes. También pretende instaurar un sistema de falsas libertades basado en la posibilidad de comerciar cosas que no son bienes de cambio: niños, órganos, ríos, derechos...

Es llamativo, para un país con la cultura política que tiene la Argentina, que un candidato outsider haya llegado tan lejos con un discurso anclado en un mundo que ya no existe: Milei habla en los mismos términos que se podían utilizar durante la Guerra Fría, observa la acechanza del socialismo y el comunismo por todos lados, considera posible romper relaciones comerciales con nuestros principales socios (China y Brasil) por razones ideológicas... Un disparate atrás de otro.

El mundo imaginario que sostiene el corpus discursivo de Milei ya no existe más. El mundo cambió (varias veces) pero el libertario parece no haberse enterado. Aquí una disyuntiva: si efectivamente Milei piensa que se puede abordar la política del siglo XXI con las categorías del siglo pasado, directamente no conoce aquello que pretende cambiar; si no cree en ello, entonces es un farsante que quiere convencer a sus seguidores de dar una pelea imaginaria contra algo que ya no existe más. Las dos cosas son posibles (no al mismo tiempo) y las dos son peligrosas.

El estancamiento electoral de La Libertad Avanza, que apenas pudo sumar una porción muy menor de los nuevos votantes que no habían participado en las primarias, es una buena noticia, pero todavía no está dicha la última palabra.

Dos candidatos quedaron en carrera para el balotaje del 19 de noviembre. Expresan dos modelos bien distintos: de un lado, la liberación absoluta de todos los resortes de la economía y una desregulación que solo puede llevarnos a la disolución social, la violencia y la marginación de millones de personas; del otro lado, un Estado presente (aún con una infinidad de limitaciones e imperfecciones) para tratar de equilibrar las asimetrías que produce el mercado.

El desafío ahora no pasa solo por ganarle a Milei en las urnas: es necesario recuperar la confianza de una amplia (muy amplia) cantidad de personas en la democracia como sistema y en la política como instrumento para mejorar las cosas.

El crecimiento de Milei y de La Libertad Avanza demuestra que, a 40 años de su recuperación, todavía es necesario apuntalar la democracia y recordar aquello que gritamos de una vez y para siempre: Nunca Más.

Nunca Más a la violencia, a la mentira y a la intolerancia.

 

Dejar respuesta

Por favor, ¡ingresa tu comentario!
Por favor, ingresa tu nombre aquí