Pablo Benito fue uno de los periodistas que primero dio a conocer que "Reutemann sí lo sabía", en la tapa de la revista Tercer Mundo y en el libro "29A". A 22 años, dice: "el pueblo santafesino desconoce su propia historia".

Santa Fe es un pueblo que no conoce su historia, y esta afirmación es tan dura y contundente como debe serlo el compromiso de quienes vivimos el 29 de abril de 2003 y sabemos –no "creemos"– que lo ocurrido fue un crimen hídrico.

Lo sucedido ese día, los días posteriores, y el aprovechamiento que el poder político hizo de la vulnerabilidad de una ciudad shockeada, configuró la alevosía del delito.

"29A", crimen hídrico y una foto como prueba

El caso periodístico documentó y probó que "Reutemann sí lo sabía".

Durante su primer gobierno, en 1994, había licitado el Tramo 1 de la obra de defensa de la Circunvalación Oeste, desde la Ruta 11 hasta el puente de la autopista Santa Fe-Rosario.

La obra fue adjudicada a Gualtieri –conocida como "Duhaltieri". El Tramo 2 fue adjudicado –ilegalmente– a la misma empresa como “ampliación de obra”, por un monto que superaba en más del 50% al original, violando la Ley 5188 de Obras Públicas.

La prueba del crimen, que reúne a sus responsables en la foto de inauguración de la obra, demuestra la flagrancia del delito.

No hay que buscar más que el título del acta de recepción de la obra, a partir del cual se le pagaron a la empresa los 25 millones de dólares: "Obra Avenida Circunvalación, Tramo Alto Nivel Ruta Nac. 11 hasta Avda. Blas Parera".

Obeid también lo sabía

“…hasta Avda. Blas Parera”, rezaba el propio título de la obra. Sin embargo, esa conexión no se cumplió hasta seis años después, cuando el agua del Salado ingresó violentamente por los 500 metros faltantes, trayendo dolor y muerte a miles de santafesinos.

La obra fue recepcionada el 2 de noviembre de 1997, durante la gobernación de Jorge Obeid, y constituye una evidencia de corrupción.

La placa descubierta por responsables y beneficiarios —sonrientes en la foto— es una verdadera confesión de parte.

Sobre el mármol blanco, en letras doradas, se leen los nombres de "Ing. Jorge Alberto Obeid, Gobernador; Carlos Alberto Reutemann, Senador Nacional; y Dr. Horacio Rosatti, Intendente", junto a la fecha de la inauguración de la obra inconclusa, totalmente abonada: jueves 11 de diciembre de 1997.

El propio Reutemann lo reconoció

Reutemann reconoció en diálogo con LT10: "Yo estuve aquí", en el corte del anillo sobre el hipódromo, "el domingo 27 de abril a la noche, cuando empezó a entrar el agua".

Ese mismo día debía celebrarse –a como diera lugar– el acto electoral que definiría la presidencia de Néstor Kirchner, tras la renuncia de Carlos Menem a presentarse al balotaje.

Las autoridades de la UNL también lo sabían

Mientras el agua avanzaba, el gobierno de Reutemann intentaba cerrar de forma improvisada una obra inconclusa por apenas 500 metros, causal directa de la catástrofe.

La defensa no cedió, no hubo filtraciones, ni el agua sobrepasó el nivel del anillo: simplemente estaba abierto.

Durante 2190 días, el riesgo latente de "ahorrar" dinero en una constructora amenazó a 130.000 habitantes.

Esta situación había sido alertada por un estudio realizado por la UNL para Vialidad Provincial, revelado recién después del desastre por el entonces rector Mario Barletta.

Nunca fue denunciado públicamente por una "cláusula de confidencialidad" entre el Estado santafesino y la UNL.

Además, fue desde la emisora universitaria donde el entonces intendente Marcelo Álvarez llevó falsa tranquilidad a los vecinos de los barrios del oeste.

Meses después, el rectorado de la UNL fue allanado por orden del juez Diego de la Torre, tras la negativa inicial de aportar pruebas.

Los medios independientes denunciamos los hechos, pero los grandes medios tradicionales de Santa Fe prefirieron ocultarlos.

La construcción de la memoria colectiva

El 27 de mayo de 2021, la Legislatura de Santa Fe instituyó el 29 de abril como el "Día de la Memoria y la Solidaridad por la Inundación de Santa Fe y Alrededores".

Aunque fue un logro impulsado por ONG con buenas intenciones, el relato oficial e institucional también tiende a apropiarse de la memoria colectiva hacia el futuro.

En abril de 2003 hubo una crecida importante del río Salado, pero eso no explica la catástrofe que arrasó con viviendas, vidas y recuerdos en el casco urbano oeste de la ciudad.

No fue una inundación del Salado

No fue la crecida del río la que afectó a 130.000 santafesinos y causó la muerte de 158 personas. Fue la muestra fiel e irrefutable de que la corrupción mata, y que la manipulación de los relatos encubre los crímenes.

Las muertes y el desastre se produjeron dentro del anillo de defensa oeste –que actuó como "ofensa"–, a partir de la obra inconclusa.

Desde la zona del Hipódromo hacia el norte no hubo víctimas fatales, ni pérdidas de mobiliario. La crecida natural del Salado –alimentada, sí, por otras intervenciones humanas– generó evacuaciones paulatinas, como históricamente ocurre en la región.

De haberse cerrado el anillo de defensa, como se hizo ante la crecida de 1998 por los mismos funcionarios que habían recepcionado la obra inconclusa, podría haberse evitado la tragedia.

Una semana antes, el cierre en seco era perfectamente posible.

Tal como demostramos junto a Luis Moro y Claudia Moreno en el libro "29A", la catástrofe no fue producto de una inundación, sino de omisiones criminales y obras públicas corruptas.

A 22 años de la peor tragedia

A 22 años de la peor tragedia —infringida, no natural— por dirigentes políticos blindados por el poder y la manipulación de la ignorancia, debemos tomar conciencia de que el pueblo santafesino desconoce su propia historia.

Y, a partir de ello, late la condena de volver a repetirla...

Una y otra vez.

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