Resultado de la la alta demanda de especialistas en psiquiatría y psicología, la ciudad de Gálvez creó AlertaMente, un proyecto que integra la promoción y prevención en salud mental en escuelas secundarias. Cerraron el año con una “maratón comunicacional” en conjunto con la Facultad de Ciencias de la Educación.

La lluvia golpea suave sobre el techo del auto, a lo lejos un relámpago corta el cúmulo de nubarrones oscuros que contrastan con el espesor verde de las lomadas. Una caravana de dos autos marchan camino a Gálvez, Santa Fe. La mitad de los pasajeros son entrerrianos, todos forman parte de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de Entre Ríos. ¿Qué hace una institución entrerriana del otro lado del charco? Pista: es una de las maravillas de la extensión universitaria.

Es viernes 24 de octubre de 2025 y en el club Centenario de Gálvez, el Servicio de Salud Mental Comunitaria da cierre a AlertaMente, un programa de talleres para adolescentes que comenzó en agosto y busca instaurar en la comunidad el diálogo en torno a los padecimientos mentales, fortalecer los vínculos entre pares y prevenir las afecciones. A través de una “Maratón Comunicacional”, acompañados por la Secretaría de Extensión y Cultura de la Facultad de Ciencias de la Educación, cuatro escuelas de la ciudad participan de un evento destinado a promover el fortalecimiento de la salud mental comunitaria a través de una estrategia participativa que integra a los jóvenes.

“Este proyecto empezó porque notamos que la demanda en salud mental aumentó mucho en los últimos años. Tenemos mucha gente en lista de espera y demora en los turnos”, asegura la doctora del Hospital SAMco, Vanesa Biglia y agrega: “Estábamos desaprovechando el potencial que tienen los adolescentes. Nos propusimos trabajar en la promoción y prevención, sino siempre vamos a llegar tarde”.

Maratón comunicacional por la salud mental

Desde las 9 de la mañana los alumnos de las escuelas secundarias pululan por el gimnasio techado. Cuando el personal de la Facultad arriba, una de las enfermeras acota: “Los chicos ya desayunaron”. Todo está listo para empezar. Como un director de orquesta con su batuta, la Secretaria de Extensión y coordinadora de la actividad, Karina Arach, comienza a dar indicaciones por un micrófono. Los facilitadores de la universidad le entregan a los chicos pedacitos de cartulinas de diferentes colores, los colegios se mezclan a través del tradicional sistema de “al que le toca le toca”. La organización cromática es la siguiente: verde para audiovisual, amarillo para quienes trabajen con afiches y rojo para las producciones de audio. Las caras largas no se hacen esperar, cuando se dan cuenta que “no les toca con su amigo”.

Durante dos horas, los chicos debaten en pequeños grupos sobre salud mental, recorren los tópicos que abordaron en los talleres previos y se abren a contar sus experiencias personales. La Técnica en Comunicación Social, Angelina Chanzi, comenta: “Que sean chicos de diferentes escuelas enriquece el debate y la forma en la que se pueden abordar las situaciones de salud mental. Además, los adolescentes están acá voluntariamente, lo cual hace la actividad más amena”.

Posteriormente, la estudiante del Profesorado en Ciencias de la Educación, Josefina Milocco, contó: “Hice grupo con cinco estudiantes de las Escuelas Comercio e Industrial de Gálvez, con ellos la conversación fue fluida. Giró en torno a cuestiones personales sobre cómo identificamos que tenemos un problema, cómo lo solucionamos, qué estrategias tenemos para sentirnos mejor. Los estudiantes tomaron la palabra sin problemas y dieron cuenta de un interés que trastocaba sus vidas personales y cotidianas”.

A partir de las 11, una vez finalizado el debate, los adolescentes pasaron a la creación de piezas comunicacionales. En el suelo hay afiches, fibrones, recortes de diario y termos de mate. Las ideas surgen de ellos y los universitarios apoyan con sus conocimientos el proceso creativo. En el “salón verde”, separado del galpón principal por un pequeño patio, se encierran las chicas que trabajan audio. El golpeteo del agua sobre el techo no impide un trabajo impecable: sonidos caseros, canciones y archivos de audio expresan en una trama sonora lo que han compartido durante la jornada. En lo audiovisual, los jóvenes son más duchos, algunos editan en sus celulares, otros eligen el tradicional stop-motion y no faltan los haraganes que pasean por el gimnasio sin rumbo aparente.

Ante la alta demanda: una salida comunitaria

En el marco de la actividad, Pausa dialoga con el director del SAMco, el doctor Cristian Stettler, quien acentúa la preocupación de la población galvense en torno a la salud mental. “Tenemos aproximadamente 500 consultas mensuales en las cuales el 90% son por consumo problemático”, sostiene. Además, remarca: “Fue muy importante lo que se logró entre los Ministerios de Salud y Educación. Los dos hicieron visible el problema, lo cual no es menor, porque es algo que habitualmente suele taparse”.

Según Stettler, la problemática en torno a la demanda en los efectores de salud públicos se profundiza debido a que el hospital y los centros de salud de la ciudad son punto de referencia para localidades cercanas: Bernardo de Irigoyen, Loma Alta, San Eugenio, López, Belgrano, Barranca, Coronda y Santa Clara. Además, el director asegura: “Se cayó la pata de la salud privada en Gálvez y la mayoría de la población se atiende en el hospital. El año pasado pasaron por el efector 80.000 personas de las cuales 25.0000 fueron en la guardia”.

El profesional narra que hasta hace poco menos de un año el hospital no contaba con ningún profesional en psiquiatría, por lo que la Comisión del nosocomio se encargó de conseguir y sostener el sueldo de un psiquiatra.  “El personal no es suficiente. Hay poca cantidad de cargos y los que están tienen pocas horas. En la salud mental, las cosas no llevan 10 minutos. Son cuestiones que se tienen que ir trabajando, llevan tiempo, es un proceso largo. Eso genera que no esté aceitada la liberación de turnos y se van acumulando”, sostiene la médica generalista y de familia del Centro de Salud Eva Perón, Romina Regner.

Es por esto que surgió AlertaMente, un trabajo comunitario y colaborativo que apunta a trabajar activamente con los jóvenes para que puedan reconocer síntomas, señales de alerta y tejer una red de acompañamiento mutuo que configure a largo plazo comunidades más saludables. En un principio, el personal de salud asistió a los colegios de la zona a brindar charlas, socializar protocolos e identificar las problemáticas que atraviesan a los jóvenes de la ciudad.  “Lo cerramos con este evento en el cual los desafiamos a los chicos a que creen piezas comunicacionales para trabajar mensajes de prevención y promoción en salud mental que puedan volcarse a la comunidad”, sostiene la doctora Biglia.

Lo público funciona

Sobre las 13:30, todos se encuentran nuevamente en el salón principal. Es el momento de compartir las producciones. Amontonados sobre una computadora, el personal de salud, los estudiantes y los integrantes de la Secretaría de Extensión observan los audiovisuales. Los pibes se codean entre ellos cuando alguno aparece en pantalla y los ojos de los facilitadores brillan de orgullo cuando los espectadores rompen en aplausos. Los audios son compartidos por la rudimentaria técnica de acercar el micrófono al parlante del celular, entre sanguchitos de miga y pizza fría, los pibes reconocen sus voces y se ríen. Los afiches también se llevan su mérito: muy buenos dibujantes y amantes del collage, son toda una exposición del arte plástico. En cada una de las piezas se plasma el lema de la jornada: ¡Dejemos de fingir demencia. Hablemos de eso!

Sobre la articulación de dos instituciones públicas, la secretaria de Extensión y Cultura, Karina Arach, reflexiona: “La salud mental es un tema que tenemos que resolver colectivamente, algo que nos atañe como comunidad. El camino es tejer redes entre los distintos sectores de lo público para fortalecer el trabajo con las comunidades”. También reivindica el valor de la Universidad Pública y la extensión y agrega: “La Universidad Pública en Argentina sigue siendo el faro, sigue siendo lo que marca hacia dónde ir, el horizonte que tenemos en tanto posibilidad de desarrollo como sociedad. Seguimos, a pesar del ahorco presupuestario, poniendo el cuerpo a la situación. Lo que no sabemos es hasta cuándo”. Así mismo, el Director del SAMco asegura: “La educación y salud funcionan. Simplemente había que juntarse, todo funciona en tanto comunidad. Si cada uno mira su punto de vista y no lo comparte con el otro es muy difícil llegar a resolver un problema. Esa es una dificultad muy grande que atraviesa toda la Argentina”.

Para las 15, los chicos ya han sido recogidos por sus padres. Dejan tras de sí un rastro de vasitos de plástico con jugo de naranja, bizcochos a medio comer y sillas desordenadas. Los estudiantes universitarios cargan en los baúles del auto mochilas, paraguas, cajas con materiales y se despegan del cansancio. Aún quedan 114 kilómetros por delante, sólo si se cuenta con el hecho de que nadie doblará mal y seguirá camino a Barrancas. El equipo de Salud Comunitaria saluda desde la puerta, quizás sea momento de recordar la frase trillada pero no por eso poco útil que Angelina Chanzi utilizó para enmarcar esta actividad: “Nadie se salva solo”.

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