La cooperativa Construir Trabajo está llevando adelante tres obras de integración sociourbana en Santa Marta, Cabal y Los Hornos, que hoy se ven amenazadas por el cese de la obra pública y la falta de predisposición del gobierno provincial.
La Cooperativa de Trabajo Construir Trabajo Ltda., del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), está ejecutando tres obras de integración sociourbana en barrios populares de Santa Fe: Santa Marta, Cabal y Los Hornos. Se trata de trabajos esenciales para la comunidad, que responden a necesidades que ni el Estado ni los privados cubren, y que, además, representan una fuente de trabajo indispensable para decenas de personas, en un contexto en el que el acceso al empleo es cada vez más difícil.
En Santa Marta ya se finalizaron 4000 m² de veredas y 100 conexiones intradomiciliarias de energía eléctrica. En Los Hornos se están completando 158 conexiones de agua potable y 3000 m² de veredas, mientras en Cabal está en marcha la construcción de un nodo regional de comercialización de materiales reciclables, donde se va a reciclar material del Gran Santa Fe y localidades del centro norte de la provincia.
Sin embargo, el cese de la obra pública a nivel nacional pone en peligro la continuidad de las obras, así como también las fuentes de trabajo de las personas que integran las cooperativas. A esto se suma la falta de predisposición del gobierno provincial a la hora de incluir en el Plan Abre a las cooperativas que ya vienen trabajando en los barrios populares; en la última semana, luego de una protesta del MTE en el Ministerio de Igualdad y Desarrollo Humano motivada por haberse cumplido 22 meses sin respuestas por parte del área, Provincia anunció la suspensión de “todos los programas y líneas de acompañamiento vinculados al MTE” en Santa Fe.
“Hace 22 meses que nosotros presentamos nuestros pliegos de trabajo, de lo que se necesitaba, y nunca tuvimos respuesta”, afirmaron desde el MTE, al tiempo que negaron que la protesta haya sido violenta: “Nos venían diciendo que la semana que viene nos recibían, y después era la siguiente, y no pasaba nada. Por eso los compañeros decidieron juntarse e ir a pedir respuestas".
"Somos trabajadores excluidos, y el Estado tiene la obligación de reconocer, fortalecer y proteger nuestro trabajo, no agredirlo ni invisibilizarlo. El trabajo de la Economía Popular sostiene barrios enteros. No aceptamos la precarización ni la indiferencia. Exigimos respuestas", indicaron desde el MTE en un comunicado.
Desde el MTE dicen que "hace 22 meses que la Provincia no nos da respuestas"
Construyendo dignidad
Construir Trabajo dio sus primeros pasos en 2018 con la realización de veredas en Las Lomas y San Pantaleón, y hoy emplea a más de 30 personas. Soledad Díaz es vecina de Las Lomas y está desde los inicios de la cooperativa. Mientras recorremos el inmenso galpón que el día de mañana será un nodo de reciclado, nos cuenta que los proyectos nacen “en función de las necesidades del barrio” y se trabajan con los vecinos y las instituciones.
—Las Lomas y Cabal son barrios muy cartoneros, con muchos carreros. Este era un descampado, pasaba de todo. La cooperativa de cartoneros venía buscando un terreno donde armar su propio espacio, entonces se pensó armar un polo acá. Se va a traer material de otras ciudades que no tienen galpones para procesar el material, se va a distribuir y mandar directamente a la industria. Ya tenemos un nodo en el centro y el sur, y este sería el segundo. Es muy importante porque beneficia tanto a los trabajadores como a la gente del norte que va a venir a entregar su material y le va a quedar mucho más cerca. Hoy tienen que ir hasta San Lorenzo y es imposible pagar un flete para llevar el material. Y también abarca la seguridad de la gente, porque acá era todo descampado, no había luz. Hoy en día está todo cerrado, iluminado, va a haber gente continuamente, el barrio va a estar más seguro.
—¿Y hoy se ve amenazada la continuidad de la obra?
—Peligra, porque ya no tenemos fondos de Nación y no tenemos presupuesto para seguir pagando la mano de obra de los compañeros. Estamos al 70%, faltan dos desembolsos, pero Nación no manda auditores para certificar y destrabarlos. Llegamos hasta fin de diceimbre. La obra de Los Hornos, que es la otra que hoy está en funciones, es mucho más complicada, porque si bien acá tenemos todavía un presupuesto para unos días más, en Los Hornos no, esta sería la última semana de trabajo de los compañeros. Tampoco se abre convocatoria a nuevos proyectos, entonces sí o sí dependemos de que la Provincia esté dispuesta a hacer obras en los barrios populares y que nos integre en un porcentaje de todas esas obras que tiene planificadas. Que reconozca el trabajo que ya se viene haciendo.
—Sí, porque sino esas obras, ¿quién las va a hacer?
—Exactamente. Es lo que venimos planteando. Las empresas privadas no entran en los barrios populares. Hoy en día las cooperativas somos quienes estamos solucionando el problema a la gente. Lo básico: una vereda, luz, una conexión de agua. Eso no lo hacen las empresas, lo hacemos nosotros. Ahí en Los Hornos, la empresa Mundo hizo un desastre, y hoy los vecinos del barrio están re conformes con el trabajo que hicieron los compañeros. Había pasillos en los que se caminaba sobre la materia fecal, y eso lo arreglamos. A veces las empresas le bajan la calidad a los productos para poder abaratar costos, no les importa. Y si se terminan los fondos, se van. En cambio, las cooperativas nos acomodamos como podemos para sostener el trabajo, porque ponemos por delante dejarle la obra al vecino.
"A la gente le cambió la vida"
En barrio Los Hornos, otra parte de la cooperativa continúa trabajando en las veredas, en los mismos pasillos en los que ya completaron 158 conexiones de agua potable. La transformación es notoria: del pasillo de tierra al que cualquier lluvia convertía en un río, a las veredas de cemento, que devuelven un poco de dignidad a las vidas de las y los vecinos.
—A la gente acá le cambió la vida –dicen los trabajadores-. Antes caminaban sobre materia fecal, la cloaca rebalsaba para arriba. Ahora se sientan afuera, lo disfrutan.
Nueve personas trabajan en la obra, que solo tiene presupuesto para unos pocos días más. A falta de respuestas de Nación y Provincia, han pedido financiación al Municipio, para al menos prorrogar los trabajos hasta fin de año; “después, de todos modos nos quedamos sin trabajo”.
—¿Y qué van a hacer?
—No sé, nos la tendremos que rebuscar como sea. O capaz sacrificar algo, vender la bicicleta para regalarle algo al wachín, algo. El Estado tiene que dar una solución. Nosotros tenemos la disponibilidad y las herramientas para seguir trabajando.
"Con el bolsillo de los compañeros no se juega"
Viviana es pañolera en la obra de barrio Cabal. Tiene 54 años, vive en San Agustín y cuenta que es la única que lleva el pan a su casa, luego de que su marido, que era changarín en el Mercado, se quedara sin trabajo. “Me duele, porque ya se termina la obra y quedamos sin nada, y queremos seguir trabajando, con la cantidad de cosas que hay para hacer”, se lamenta. “La gente quiere trabajar: leí a gente diciendo que somos unos negros que no queremos trabajar, pero es mentira. Todos queremos trabajar”.
Chan también vive en San Agustín, y la atraviesa la misma incertidumbre. Lleva seis meses en la cooperativa, y es su único sustento para alimentar a su hijo, de cuatro años. “El tabú de las mujeres en las obras cuesta un montón, todavía existen barreras, pero es una lucha que tenemos y tenemos que demostrar que podemos”, afirma, y pide que la gente que los acusa de planeros “venga a ver el trabajo” que hacen. “Que vean mis manos, cómo las tengo”, dice, mientras las muestra.
“Yo tengo 40 años, ¿quién me va a tomar ahora?”, se pregunta: “He tirado currículum por todos lados, pero nadie te llama”.
—Es la incógnita de los compañeros –explica Soledad Díaz-. ¿Qué vamos a hacer si esto se para? Acá tenemos compañeros que lo hemos sacado del consumo, que estuvieron presos, en situación de calle. Hoy los vemos recuperados, capacitados. Lo que menos queremos es que esos compañeros vuelvan a caer. No somos violentos, no somos planeros: somos trabajadores de la economía popular. Hemos invitado a todos los funcionarios con los que hemos podido hablar a que vengan a ver la obra y se sorprendieron.
—Pero con la Provincia, nunca hubo diálogo.
—Hace 22 meses venimos queriendo negociar con ellos, nunca nos recibieron. Fue pacífico, no cortamos el paso a la gente ni tomamos el edificio como dijeron. La ministra nos trató de negros, alborotó todo. Están jugando con el hambre de la gente, porque el 24 de diciembre ellos van a tener una mesa digna, ¿y mis compañeros? Y ahora nos amenazan con cortar los proyectos de las otras áreas, por protestar algo que es nuestro derecho, sin hacerle daño a nadie. Con el bolsillo y la mesa de los compañeros no se juega.












