Buena alimentación desde el jardín

La purretada de las escuelas santafesinas se prende con la comida saludable en la Ecoferia.

Proyectos de huerta, separación de residuos y quioscos saludables en escuelas de la ciudad.

 

Según la Encuesta Nacional de Nutrición y Salud realizada en el país en 2005, y que arrojó los últimos datos oficiales al respecto, el porcentaje de obesidad en niños y niñas de 6 meses a 6 años de edad era de 10,4%. La provincia de Santa Fe, en aquel momento, presentó uno de los índices más altos del país: 13,3%. Diez años después, y en un contexto mundial de crecimiento del sobrepeso y la obesidad infantil, los especialistas estiman que la media nacional está en 16%.

A partir de esta problemática, el Departamento de Educación Ambiental, dependiente del Programa de Educación Ciudadana de la Secretaría de Educación de la Municipalidad, trabaja desde hace cuatro años con las escuelas para intentar coordinar, planificar y aplicar acciones de promoción y protección de la salud, tendientes a mejorar el estado nutricional de los niños, niñas y adolescentes.

El pasado martes 6 de octubre, 32 establecimientos educativos de la ciudad participaron de la Ecoferia, evento en el cual se realizó un balance de los proyectos y experiencias llevadas adelante en 2015. “Esta es la etapa de socialización de todos los trabajos que se han hecho en las escuelas, que son diferentes entre sí, donde todos tienen que ver con el cuidado del ambiente y con la alimentación saludable”, explica Liliana Gaineddu, directora del Programa de Educación Ciudadana. “Realizamos una investigación con la que que pudimos comprobar que los chicos en la escuela comían básicamente azúcares, bebidas gaseosas y galletitas de chocolate o rellenas. Por eso es necesario comenzar con la concientización desde temprana edad, un momento clave para crear en los pequeños los hábitos de alimentación saludable”.

Los programas sobre los cuales cada escuela puede optar por trabajar según sus intereses y necesidades son: “Quiosco Saludable”, que busca reemplazar por alimentos saludables la oferta que se hace a los alumnos en los quioscos de las escuelas; “Red de Escuelas con Comedores Ambientalmente Saludables”, planificación para el manejo de los residuos sólidos generados y uso de productos de limpieza más amigables con el ambiente; “Fin de Año Solidario y Ambiental”, clasificación y reciclado de los materiales escolares en desuso; y “Construcción de la Soberanía Alimentaria”, el cual se desarrolla junto al INTA, que incluye la creación de huertas orgánicas, la clasificación de residuos sólidos urbanos y compost.

“Uno de los cuestionamientos que suelen surgir es cómo pueden llegar a comer sano y saludable aquellos que tienen escasos recursos. Bueno, haciendo la huerta, produciendo, consumiendo eso y no todo lo que la publicidad y el mercado quiere vender, que es precisamente lo no saludable”, comenta Gaineddu. En este sentido, una reciente investigación de la Fundación Interamericana del Corazón Argentina, detectó que el 85% de los alimentos publicitados en las tandas de programas televisivos infantiles en Argentina tienen un bajo valor nutritivo: postrecitos, bebidas azucaradas, productos de cadenas de comidas rápidas y snacks salados, todos productos procesados con grandes cantidades de azúcares, grasas, sodio y con un alto valor calórico, lo que evidencia aún más la importancia de educar en hábitos alimentarios saludables.

 

Agentes de cambio

El aporte y el trabajo en conjunto, de educadores y familias, es esencial para que estos proyectos se lleven adelante exitosamente. “Nosotros logramos que las familias se involucren. Hicimos una investigación para ver qué era lo que comían los chicos en la escuela y lo más común era chupetines, caramelos y alfajores”, dice Claudia Hetzer, docente de la escuela Nº1145 Nuestra Señora de Lourdes. “Entonces les pedimos que, con sus familias, pensaran cómo reemplazar eso por alimentos saludables. Así también logramos armar un gran recetario con recetas saludables que cada familia aportó”. Desde allí comenzaron a trabajar sobre la problemática y desarrollaron diversas estrategias: la transformación del quiosco en un Quiosco Saludable, el intercambio en los recreos de una manzana por un abrazo y los cumpleaños saludables. Todos estos proyectos, además, le valieron a la escuela el primer lugar en la Feria Nacional de Ciencias que se realizó en septiembre en Salta.

La escuela Nº581 Rodolfo Freyre también viene trabajando en la temática desde hace tres años, logrando que en el establecimiento no se venda nada que no sea saludable, además de tener su propia huerta y fomentar estos hábitos con eventos como la Caminata Saludable, el Día del Niño Saludable y los campamentos saludables.

Otro de los establecimientos presentes en la Ecoferia fue la escuela Nº46 Domingo Silva, quienes trabajaron con el proyecto Fin de año solidario y ambiental donde, entre otras cosas, se promueve que las hojas y carpetas que se tiran a modo de festejo en el clásico fin de cursado, se acopien para ser recicladas. “Durante todo el año nos abocamos a la tarea de separar los residuos que producíamos en la escuela y ver qué se podía reciclar”, explica la docente Paula Julierac. “Lo interesante fue que de a poco nos convertimos en referencia para las familias, el barrio, y todos traen sus residuos reciclables a la escuela. Ese material luego se lo entregamos a la Asociación Dignidad y Vida Sana, que trabaja en la Planta de Clasificación y Tratamiento de Residuos. Esto también es una motivación para los alumnos, además de estar colaborando con la ecología hacen su aporte solidario con la asociación”.

El Centro de Día María Radaelli, del Hospital Mira y López, junto a la Escuela Especial Nº2026 Jardín de la Esperanza, trabajaron dentro del proyecto de Soberanía Alimentaria, produciendo alimentos en la huerta propia y haciendo la separación de residuos para obtener el material con el cual elaboran el compost y alimentan a los animales de su granja. Los docentes Patricia Tschannen y Mauro Martínez, respectivamente, destacaron el valor que este tipo de tareas tienen, no sólo para los chicos y chicas con discapacidad, sino para muchas de sus mamás, que encontraron una ocupación en la huerta.

Finalmente, el Jardín Nº22 Javier Fernández Ortíz, presentó en la Ecoferia un desecador de frutas y verduras creado por los propios alumnos. “Hicimos todo un trabajo de investigación con los chicos de 4 y 5 años”, comenta la docente Mónica Iglesia. “Fuimos al Botánico, donde vieron y aprendieron sobre plantas, luego construimos un vivero en una gran caja, sembramos, cada uno cuido de su plantín y después se nos ocurrió reciclar un mueble que teníamos en la escuela para crear un desecador. Ellos también colaboraron con su armado, participaron de todo el proceso. Y esa es siempre la idea, aprender haciendo, fomentando valores como la cooperación y el respeto, además del cuidado del planeta”.

 

Publicada en Pausa #163, miércoles 14 de octubre de 2015

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