Así se ve Argentina desde Davos

"Probando realidad virtual en Davos", publicó el presidente en su cuenta de Facebook.

El gobierno de Macri convocó al FMI para auditar las cuentas de nuestro país y desde Estados Unidos valoraron “el progreso” argentino en materia económica. Las nuevas relaciones carnales, ahora sin carne.

Con su participación en el Foro Económico Mundial de Davos (Suiza), el presidente Mauricio Macri dio tres pasos claves hacia la restauración neoliberal: reestableció relaciones formales con los Estados Unidos, logró que ese país levante su veto al acceso a créditos multilaterales y acordó con el Fondo Monetario Internacional (FMI) la realización de auditorías en la Argentina.

A una década exacta del final de la relación entre nuestro país y el FMI, Macri avanza a paso firme en su objetivo de “reinsertar a la Argentina en el mundo”. Lo hará a través del endeudamiento externo, receta ya aplicada en la década del 90 que tuvo como corolario la crisis de 2001 y 2002. El retorno al mercado financiero internacional no será gratuito: el FMI volverá a supervisar la economía argentina, con injerencia directa en las decisiones políticas vinculadas al empleo, los salarios, el gasto público, los subsidios y la distribución de la riqueza.

Este jueves Macri se reunió en Davos con el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden. El mandatario argentino afirmó que se inicia “una nueva etapa” en la relación con la principal potencia mundial y llamó a tener un vínculo “pragmático, maduro y adulto” con Washington. En los años de las relaciones carnales, el “pragmatismo” era uno de los valores preferidos del entonces presidente Carlos Saúl Menem. El jefe de Gabinete Marcos Peña amplió la definición: “Hay que salir de la relación adolescente, ni el amor platónico de los 90 ni el berrinche de los 2000”.

De la cumbre Biden-Macri también participó el diputado nacional del Frente Renovador, Sergio Massa. El vicepresidente norteamericano saludó el gesto: “Quiero que América observe algo, el nuevo presidente trajo a un miembro de la oposición con él. Eso es lo que tenemos que hacer en casa”. Massa también aportó lo suyo: “Queremos mostrarle al mundo que los trapitos sucios los lavamos en casa”.

Macri eligió a Massa como “líder” de la oposición para mostrar, ante empresarios y jefes de Estado, una imagen de cohesión. Busca inversiones externas –cuyo impacto real en la economía doméstica es, aún, un misterio– y piensa que para conseguirlas lo mejor es convencer al mundo de que en la Argentina se terminó la política, es decir la disputa, y llegó la hora del consenso.

Pero, más allá de los gestos, lo cierto es que en Davos el gobierno argentino se encuentra en ronda de negocios. Massa le sugirió a Biden que “sería bueno que Estados Unidos ayude al gobierno para que la Argentina tenga más fuerza para entrar al mercado internacional de capitales”. Y Biden destacó “la predisposición” de su país “para colaborar en todos los campos, especialmente en innovación, tecnología, defensa y seguridad”. El norteamericano se mostró esperanzado además en que la Argentina “encuentre su camino hacia el desarrollo”.

Un cambio radical

Después de 12 años, la Argentina volvió a participar del Foro Económico Mundial y los primeros resultados ya están a la vista. El gobierno de Macri logró que los Estados Unidos levante su veto al acceso a créditos multilaterales. La medida fue anunciada tras una reunión entre el secretario del Tesoro de ese país, Jack Lew, y el ministro de Hacienda y Finanzas argentino Alfonso Prat Gay.

Macri junto a Joe Biden, vicepresidente de los Estados Unidos, en Davos.
Macri junto a Joe Biden, vicepresidente de los Estados Unidos, en Davos.

“A la vista del progreso del gobierno argentino en temas clave y de la trayectoria positiva de su política económica, Estados Unidos cesa su política de oposición”, manifestó en un comunicado el Tesoro de los Estados Unidos. Un cambio abrupto en la relación ante ambos países, congelada desde la ruptura con el FMI en 2006. A partir de ahora, Estados Unidos “considerará cada proyecto argentino según sus propios méritos”.

Durante el kirchnerismo la Argentina mantuvo varios conflictos con instituciones de crédito como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Nuestro país dejó de aplicar algunas sentencias de organismos de arbitraje como el Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones (Ciadi), del Banco Mundial. En respuesta, Estados Unidos anunció en septiembre de 2011 que instauraba una nueva política de oponerse a los créditos para la Argentina, excepto aquellos dedicados a áreas específicas contra la pobreza o por temas sociales.

Volver al FMI

Argentina volverá a aceptar auditorias del FMI. Según Prat Gay, el país “no tiene nada que ocultar” sobre sus cuentas públicas. Las auditorías que realiza el FMI consisten en un análisis de las cuentas públicas de los países miembro del organismo multilateral de crédito. No se practican en la Argentina desde el 2005, meses antes de que el ex presidente Néstor Kirchner pagara la deuda con el FMI.

La aceptación de las auditorias del FMI es parte de la estrategia que impulsa el gobierno para lograr que la Argentina pueda ingresar a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde). Los documentos técnicos que surgen de las auditorías del FMI han sido utilizados como herramienta de disciplinamiento de la política económica de los países insertos en el mercado crediticio internacional.

Ni lerdos ni perezosos, desde el FMI alertaron que las nuevas políticas macroeconómicas de la Argentina –devaluación, apertura de la Aduana, eliminación de las retenciones y liberación cambiara– generarán recesión aunque están expectantes de que “mejoren las perspectivas de crecimiento para el mediano plazo”. Les va a gustar pero también les va a doler, parece ser el mensaje.

Hasta ahora, solo dos países en Latinoamérica no admitían las revisiones del FMI: Argentina y Venezuela. Cuando se formalice la decisión de Macri y Prat Gay, posiblemente en febrero, nuestro país habrá dejado atrás una década de políticas autónomas para regresar “al mundo”, como le gusta decir al presidente, lo cual es otra forma de expresar el colonialismo moderno y la injerencia de las potencias en la economía doméstica a través del capital financiero. Esta vez no fueron necesarias, según parece, las relaciones carnales.

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